MIS SENOS, UNA ADICCIÓN MUTUA

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La tarde estaba llegando a su fin en mi consultorio. Después de un largo día de trabajo, finalmente estaba sola, disfrutando del silencio y la calma que llenaban el lugar. Había terminado con mi último paciente cuando la puerta del consultorio se abrió y "Diego", un joven paciente, volvió a aparecer en el umbral.

"Buenas tardes de nuevo, doctora Natalia," dijo con una sonrisa pícara.

Sorprendida, intenté mantener la compostura. "Diego, la consulta ha terminado. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte?"

El cerró la puerta tras de sí y se acercó lentamente. "No podía irme sin decirte lo mucho que me has intrigado. Hay algo en ti que me atrae irremediablemente."

Sentí un temblor recorrer mi cuerpo. A pesar de mi profesionalismo, no podía negar la química palpable entre nosotros. "Mira, esto no es apropiado," murmuré, pero mis palabras carecían de firmeza.

De pronto se acercó más, sus ojos fijos en los míos. "A veces, lo inapropiado es lo que más deseamos," susurró mientras levantaba suavemente una mano, acariciando mi mejilla.

Cerré los ojos, disfrutando del contacto. Sentía mi piel erizarse bajo su caricia. "Diego" deslizó su mano por mi cuello, bajando lentamente hasta mi escote. Abrí los ojos, encontrando los suyos llenos de deseo.

"Permíteme, doctora," susurró él, sus manos moviéndose con una mezcla de delicadeza y firmeza.

Asentí levemente, sintiendo un calor creciente en mi interior. De pronto desabrochó los primeros botones de mi blusa, revelando mis senos grandes y firmes. Con una mirada de admiración, él deslizó sus manos sobre ellos, sintiendo su dureza y plenitud.

"Son magníficos," comentó con voz ronca, mientras comenzaba a masajearlos suavemente.

Solté un suspiro, mi cuerpo respondiendo al toque experto de sus manos. Sus pulgares rozaban mis pezones, enviando ondas de placer a través de mí. Los movimientos  eran lentos y deliberados, cada caricia diseñada para encender mi deseo.

Mi respiración se volvió más pesada, mi cuerpo arqueándose involuntariamente hacia las manos de él. Sentía cómo mi corazón latía con fuerza, no por problemas de salud, sino por el intenso deseo que me consumía.

"Diego' inclinó la cabeza y, sin dejar de mirarme a los ojos, besó uno de mis pezones, su lengua trazando círculos alrededor antes de chuparlo suavemente. Jadeé, mi mano encontrando la nuca de Diego, acercándolo más.

"Corazón.." murmuré, mi voz llena de necesidad y anhelo.

"Shh," susurró él, "déjame cuidar de ti."

Continuó su atención a mis senos, su lengua y sus labios trabajando en armonía para darme el máximo placer. Me perdí en las sensaciones, dejando que el joven me llevara a un lugar donde el deseo y la pasión eran las únicas leyes y donde succionó mis senos duros al compás de su boca mamable , dejando mi tanga totalmente húmeda y llena de placer.

 Me perdí en las sensaciones, dejando que el joven me llevara a un lugar donde el deseo y la pasión eran las únicas leyes y donde succionó mis senos duros al compás de su boca mamable , dejando mi tanga totalmente húmeda y llena de placer

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⏰ Última actualización: Jun 24 ⏰

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