- Zuzu -

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Lo lamento...

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[Hogar Graves]

Una mujer pelinegra dejo caer su cuerpo en el incómodo sofá de su departamento. Luego de horas de trabajo, su único descanso era ese jodido sofá que aún no podía cambiar.

La mujer pasó su mano por su frente para arreglar su cabellera desarreglada, tratando de desaparecer esa apariencia desaliñada que tenía desde que comenzó su trabajo y, sobre todo, desde que se había convertido en madre de una niña.

El sueño se hizo presente dia a día, las noches en vela y el sobreesfuerzo de un trabajo explotador estaban por matarla si no hacia algo, y era algo que ella sabía de antemano, pero allí fue ella, necia ante las negativas reseñas de otras madres jóvenes, creyendo cargar todo junto a su esposo para sólo caer al final.

"Puta madre.. ¡Que estúpida!"

Golpeó su frente con su mano cerrada en un puño. Sentio repulsión ante la visión de si misma en el pasado, emocionada y segura de un embarazo, una visión de su fe en la futura crianza que podía darle a un bebé, pero al final sólo tropezó con la cruda realidad de la maternidad.

Dejo su propia miseria al escuchar la puerta abrirse detrás suya, asomó su cabeza por el sillón para ver a la persona que entró. Un hombre de mirada agotada entre con un maletín entre manos, sus ojos violetas chocaron con los ojos dorados de ella, ambos se vieron y se saludaron sin mucho más.

"Hola querida"

"Ah, si, Hola"

Él se acercó sonriendo aún agotado, por su parte, ella sólo se dejo caer otra vez en el sofá, sin ánimos para tan siquiera mirarlo.

"Oye, uh, encontré un.. ¿Empleo?, por así decirlo.. La paga es buena, ya sabes, unos cuantos cientos por mes"

"¿Y? ¿Qué es? ¿Vas a mandarme para prostituirme?"

"¡No! ¡Joder, eso no!"

Contrario a su actitud apática, el hombre se exalto reacio y asqueado por las palabras que salieron de su esposa, mirándola incrédulo de lo que ella parecía incluir como una idea para conseguir más dinero.

No era sorpresa que ambos tenían la soga al cuello en dinero. Su esposa ganaba poco menos del mínimo y él iba por el mismo camino, el dinero hacia falta al no ser sólo dos personas ahora.

Aún así se mantuvo positivo, trato de sacar adelanto la casa con turnos extras, pero era tan enclenque que no podía soportar ese peso y fallecía de dolor cada dia. Es por ello que cuando un nuevo 'empleo" apareció, no dudo en pensar y consultarlo con su esposa.

"Me ofrecieron un pago inicial de 700 dólares."

Aquella palabras hicieron a la mujer ponerse recta en el sofá, levantó su cintura para alzarse y ver al hombre que era su esposo. Su mirada nerviosa creció con aquella acción.

La Tumba de Zuzu y LeyleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora