Sus manos no podían quedarse quietas en absoluto. ¿Debería dejarlos en tus tetas? ¿Apretarlas en sus manos y dejarlas rebotar mientras lo montas? ¿O debería agarrar tus caderas y guiarte sobre su polla, dejar que se deslicen hasta tu trasero y se claven en tu carne?
Simplemente no podía decidirse, eras demasiado para él para manejarlo de inmediato. Tus turgentes tetas rebotaban en su cara, tu culo golpeaba sus muslos y un apretado coño se apretaba alrededor de su polla. León había estado tan concentrado en ingresar al RPD, asegurarse un buen futuro y hacerse amigo de todos los policías veteranos que lo criticarían por ser virgen a los 21 años, que había ignorado la gran cantidad de placeres de la vida adulta. Pero le quitaste todo eso, lo único en lo que se concentraba eras tu.
-"Joder, joder", sus patéticos intentos de hablar mientras su polla estaba enterrada en el coño eran entrañables, por decir lo menos. Todavía no podías creer que tuvieras algo bonito como él retorciéndose y gimiendo debajo de ti mientras le quitabas la virginidad, mostrándole lo que realmente significa convertirse en adulto.
-"Vas a hacerme venir", se quejó, casi sollozando a través de sus palabras mientras tu cuerpo se movía encima de él con tanta gracia, con tanta experiencia que casi lo odió. Quería darte el sexo que creía que merecías, un buen golpe en el colchón con su cabeza en tu cuello dejando besos por toda tu piel. León había soñado con regalarte la noche de tu vida, pero aún no había tenido la suya.
Todo eso ya era historia. Si hubiera sabido que el sexo se sentía tan bien, lo habría hecho una y otra vez, hasta el punto en que su corazón se detendría. Ahora que te tenía, realmente podía experimentar eso.
-"Siempre quise verte así, León... todo llorón y necesitado de mí".
-"Ténme así cuando quieras..."
Y lo decía en serio. Te dejaría sentarte sobre su polla y montarlo como quisieras durante horas y días, incluso días.
Le dolía la punta dentro de ti, su polla palpitaba de necesidad cuanto más rápido eras, más profundo era. No pasó mucho tiempo antes de que sus bolas se apretaran y los lamidos y chupadas en su cuello se volvieran demasiado.
-"Mierda...joder, me voy a venir..." Ahogando sus palabras antes de desmoronarse debajo de ti, metiéndose dentro de tu coño con un grito de tu nombre justo cuando lo derramabas. Señor, fue un espectáculo. Su espalda se arqueó, esos músculos firmes se tensaron y su ansiosa polla se contrajo y goteó mientras te deslizabas lentamente fuera de él.
Te abrazó más fuerte después, sintió que era lo mínimo que podía hacer después de la forma en que acababas de hacerle sentir. Pero le habías jodido la fuerza, todo lo que podía hacer era mantenerte a su lado antes de desmayarse y dormir mejor que jamás había tenido.
