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Saburo había salido esa mañana con Jiro a comprar las cosas que usarían para la cena de ese día pero Saburo cometió el pequeño error de confiar en Jiro, quien al segundo que su hermano menor dejó de prestarle atención, dejó olvidada una de las bolsas de compras, dándose cuenta estando ya bastante lejos de la tienda.

Fastidiado y con los pies cansados, Saburo tomó asiento en una banca frente la fuente y ordenó a Jiro regresarse al super por lo faltante. Su hermano mayor quiso salvarse pidiendo que jugaran "piedra, papel o tijeras" para decidir quién iría pero fue su error así que, sacando su celular sin dirigirle una última mirada, Saburo dio la discusión por terminada con eso.

Diez minutos después de que Jiro se resignó y se marchó, Saburo sintió un par de manos sobre los ojos cubriendo su visión y de inmediato su mano se dirigió hacia el micrófono que guardaba dentro de su saco, sin embargo el olor de un suave, dulce y conocido perfume llegando a su nariz le hizo relajarse y darse cuenta que también reconocía la suavidad de las manos que obstruían su campo visual.

— Amemura — dijo con cierto cariño y afecto en su voz, los cuales podrían pasar desapercibidos por cualquiera que no lo conociera lo suficiente pero no para Ramuda, quien sonriente le soltó y rodeó la banca para quedar frente a Saburo.

— ¡Ra-mu-da! — se inclinó hacia delante con su dedo índice elevado frente a la cara ajena, formando un puchero con sus labios.

Saburo rodó los ojos guardando su celular para cruzarse de brazos. — Sabes que no puedo llamarte así en público.

— ¿Por qué no? ¡Es normal! ¡Soy el mejor amigo de Ichiro y te conozco desde hace años! — intentó razonar, decidiendo tomar asiento junto a Saburo más cerca de lo necesario, dejando sus piernas tocarse.

El menor suspiró, encogiéndose un poco en su lugar a la par que se apartaba un poco, aunque no tenía mucho espacio para moverse al haberse sentado cerca de la orilla. — Eres mayor, así que por educación-

— ¿Mi edad te importa ahora pero no en la cama? — interrumpió en un susurro contra el oído de Saburo, causando que éste se sonrojara de golpe y se levantara con rapidez cubriendo con una mano el área donde la respiración de Ramuda había tocado. Sentía que su oreja estaba en llamas.

— ¡¿Qué haces?! — exclamó evidentemente alarmado, mirando con disimulo alrededor esperando no haber llamado la atención con su brusco movimiento pero por suerte las pocas personas que caminaban por ahí seguían en lo suyo.

Ramuda amplió su sonrisa felina, sacando un caramelo de su abrigo para desenvolverlo e introducirlo en su boca, colocándose de pie con una calma que Saburo sólo pudo describir como intimidante y atractiva. Estando de pie, uno frente a otro, dejaba en evidencia la diferencia de estaturas entre ambos pero, a pesar de eso, Saburo era quien se sentía sudar frío mientras su cuerpo comenzaba a quemar con necesidad. — Te extrañaba — murmuró el mayor, apoyando un de sus manos contra el pecho ajeno de forma delicada. — ¿Hace cuánto no estamos juntos, mh? Me aburro sin ti, Sabu-chan.

Tragando saliva con pesadez, Saburo desvió la mirada. Sentía que se le comenzaba a dificultar el respirar y es que Ramuda tenía un aura increíblemente intoxicante, embriagadora y era casi imposible resistirse a él; peor era la situación de Saburo, un adolescente con las hormonas en rebelión. — N-no puedes hacer esto aquí, Amemura...

Tras escuchar su apellido salir de los labios de su novio por segunda vez en ese día, el mayor frunció el ceño ligeramente por un breve momento, para después suspirar y presionarse un poco más contra el cuerpo ajeno. Una sonrisa complacida apareció en su rostro al ver que con eso consiguió tener la mirada ajena sobre él. Sacó el dulce de su boca. — Llámame Ramuda o seguiré — susurró colocándose de puntillas, amenazando silenciosamente con besarlo.

Saburo apretó los labios y frunció el ceño; su cara entera teñida en un color rojo ardiente que sólo provocaba a Ramuda querer lanzarse a besarlo de una vez. — ... Eres problemático, Ramuda... — le concedió al fin.

Ramuda soltó una pequeña risa dando un paso atrás, dejando a Saburo tomar el aire que estaba conteniendo de forma inconsciente. — ¿Ves que no fue tan difícil? — burló, viendo entonces de reojo un manchón de azul y blanco con una gorra conocido entre la poca gente que pasaba por ahí. Era su señal. — ¡
Ah, ya debo irme, Sabu-chan. Estaré esperando por tu llamada, ¿okay~? — y antes de que el menor pudiera decir algo, Ramuda empujó la paleta contra los labios ajenos forzándolo a tomar el caramelo en su boca. Guiñándole un ojo, se fue dando pequeños saltos alegres dejando a Saburo atrás hecho un desastre.

El menor sacó la paleta de su boca para observarla, ensimismado.

Un beso indirecto...

— ¿Estabas con Ramuda? — la repentina voz de Jiro a su lado le sobresaltó y por poco tira la paleta, apretando su agarre sobre ésta mientras dirigía una mirada de fastidio a su hermano por aparecerse así de la nada. — Hey, ¿te dio una paleta? ¡Yo también quiero!

Saburo rodó los ojos y llevó el caramelo de vuelta a su boca. — Consigue una — porque ni loco pensaba compartir la suya.

— ... ¿Tienes fiebre?

— ¡...! — Saburo se atragantó con su saliva, comenzando a toser mientras Jiro palmeaba su espalda completamente confundido.

Caramelo sabor a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora