ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏs

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Spencer salió de la camioneta de su madre, cargando su pesada maleta. La entrada de la casa se abrió, y su madre lo invitó a entrar antes de cerrar la puerta tras ellos.

—¡Papá! —gritó la madre de Spencer desde la sala— ¡Ya llegamos!

—¡Estoy en la cocina! ¡Hija! ¡Spencer! ¡En la cocina! —escucharon los gritos del hombre.

Spencer se asomó y vio a su abuelo en una escalera con un foco en las manos.

—¡Papá! ¿Te subiste a una escalera? ¡Dios! ¿Que estas haciendo?—exclamo la señora Gilpin.

—¿Que parece que estoy haciendo? Estoy cambiando un foco

—¿Te dejo solo diez minutos y te subes a las escaleras? —preguntó la mujer, regañándolo.

La madre de Spencer continuó regañándolo, mientras Spencer intentaba ayudar a bajar a su abuelo. Pero el anciano se negó, demostrando su terquedad y logrando bajar solo después de algunos quejidos.

Al terminar el anciano se giró con una pequeña risa hacia su nieto, palmeando sus mejillas antes de darle un abrazo afectuoso.

—Hola —dijo al separarse, con una gran sonrisa— ¿Y que tal Nueva York?

—Está genial —dijo Spencer sin mucho convencimiento.

—¿Y la universidad?

—Pues... esta bien —respondió de la misma forma— ¿Y tú que tal? —preguntó a su abuelo, intentando cambiar de tema.

—¡De maravilla! Ni siquiera se que hago aquí —respondió con optimismo.

—Te recuperas de tu cirugía de cadera —intervino la madre de Spencer, haciendo que el señor soltara un 'Meh' restándole importancia.

—Pero saldré de aquí muy pronto —dijo convencido

—No estas en prisión —la mujer dijo con obviedad.

—Quiero volver a mi apartamento ¿Eso es terrible? —volvió a hablar el abuelo Eddie.

—¿Tu apartamento? Si es terrible —respondió sin dudar su hija.

—¿No hace mucho frío aquí? —preguntó Spencer para calmar ligeramente la situación mientras se calentaba un poco los brazos con las palmas de la manos.

—Si, la calefacción de abajo está fallando. Vendrán a repararla mañana. —respondió la única mujer del lugar.

—Es igual que una maldita nevera —dijo el anciano.

La señora Gilpin volvió a mirar a su padre.

—¿Ya llamaste a Milo?

—¿Que? ¡No! —respondió, mirando a su hija como si estuviera loca.

—¡Papá! ¡Te ha llamado cinco veces! ¡Devuélvele la llamada!

—¡No le devolveré la llamada porque no quiero hablar con él! —respondió con ligera molestia— Te ayudo con tu equipaje —dijo cambiando el tema de la nada, mirando a Spencer con una sonrisa.



Spencer llegó a su habitación con ligero cansancio, de nuevo cargaba con su pesada maleta.

—¡Ah! Te estas quedando aquí —dijo al ver dos camas donde antes solo había una.

Una era más grande que la otra, con las almohadas y las cobijas desordenadas, ademas había una mesa no muy grande al lado de ella, en la cual había una gran cantidad de medicamentos.

—Somos roomies —dijo el abuelo Eddie al llegar al lado de su nieto.

—Si... Oye, yo puedo dormir en la sala, en el sofá —el contrario frunció el ceño.

Jumanji: Es hora de empezar el juego | Spencer GilpinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora