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Rhaenyra

Me encontraba debajo de un árbol tratando de ordenar mis pensamientos, tratando de no verme tan mal como estos días. Lucerys no lo habría querido así.

-Mi Reina. -Levanté mi mirada mientras limpiaba mis lágrimas.

-Dígame. -Me traté de parar; estos días no eran los mejores, no tendría fuerzas.

Vi a dos soldados. Uno no lo conocía. ¿Sería uno nuevo? No había sido informada. -Soy un soldado de Lady Alicent. -¿Alicent? -Esta carta es mandada por Lady Alicent.

-¿Una carta de ella? -La agarré y vi su sello. Después de todo, se digna a mandar una carta.

-Sí, mi Reina, como cada martes -dijo. Yo solo reí a tal chiste; él solo se vio serio. -Ella le ha estado mandando cartas; esta vez me pidió una prueba de que la recibió personalmente.

Me di la vuelta. -Mi caballero le dara una carta vacia en la que puede verse mi sello junto con una lily -Este asintió.

-Y tú, no dejes entrar a extraños solo por decir que son mandados por Alicent, y peor si son soldados de Alicent. La próxima vez no tendré perdón.

-Perdón, su Alteza es común recibir las cartas no vi ningun problema, no volverá a pasar. -Salieron los dos. Me senté debajo del árbol para luego abrir la carta.

Querida Rhaenyra:

Me siento confusa al no recibir respuestas de mis cartas dadas, pero es comprensible; nunca habrá palabras para decir cuánto lo lamento. Cada carta trato de acercarme a ti, lo cual es algo estúpido.

No entiendo por qué llegamos a esto. Fue una idiotez dejarme llevar por mi padre. Es como dijiste: cada vez me parezco más a él. No podría medir tu dolor al perder a Lucerys; sé cuánto amabas al pequeño, amas a todos tus hijos con tu alma, lo sé, pero Lucerys es diferente.

Cada carta suplico el perdón, rezo porque Lucerys esté bien ahora. Sabes bien que Lucerys era entre ellos mi favorito. Cada paseo y charla con él, podía ver un poco de ti, Rhaenyra. Lo vi como un hijo, siempre más que a mis propios hijos. Me torturo al ver cómo mi hijo hizo tal cosa. Cada día te escribo tratando de acercarme más a tu perdón, el cual no merezco. Pero, ¿cómo hacerlo? Mis hijos se vieron saciados por el trono: Aegon, el cual no quería ser Rey, terminó deseando el trono; y Aemond, el cual era tan dulce, su sed de venganza lo consumió. Por último, mi dulce, querida Helaena, cada día es más infeliz.

Esta es mi última carta. No quisiera que lo fuera; solo deseo saber qué deseas.

Att
Alicent Hightower

Podía oler la carta; esta tenía su perfume, el cual siempre me pareció embriagador. Siempre que lo olía por los pasillos del castillo, sabía que ella estaba allí.

"Tu me perteneces"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora