MEMORIA PÉRDIDA

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Capítulo trece

Subí rápidamente las escaleras detrás de Elena, con el corazón martilleándome el pecho. La encontré sentada en la cama, con la mirada perdida y las manos temblorosas. Me acerqué y me senté a su lado, colocando una mano con suavidad sobre su hombro.

—Elena, lo siento tanto. Debería haberlo compartido contigo antes, pero mamá... mamá solo quería protegernos. No quería que sufrieras como ella lo hizo cuando papá...

Elena levantó la mirada hacia mí, con lágrimas brillando en sus ojos y una mezcla de rabia y dolor en su expresión.

—Lo sé, Montse. Entiendo por qué mamá lo hizo. Pero... no puedo aceptarlo tan fácilmente. ¿Cómo voy a vivir así? Encerrada en esta isla, condenada a ser algo que nunca pedí ser.

Tragué saliva, sintiendo el peso de la culpa aplastándome. No tenía todas las respuestas para Elena, solo podía estar allí para ella.

—Lo sé, Elena. No es justo para ti. Pero el anillo... es lo único que nos protege de la transformación. Si lo usas, estaremos a salvo. Max y los cazadores nos cuidarán.

Elena apartó la mirada, suspirando con frustración.

—¿Cómo puedo confiar en ellos? Max es un cazador, Montse. Su trabajo es matar lobos como nosotros. ¿Cómo puedo estar segura de que no nos traicionarán?

Sentí un nudo en la garganta. Yo misma había tenido dudas sobre Max en el pasado, pero también sabía cuánto se preocupaba por nosotras.

—Él... Max se preocupa por nosotras, Elena. Yo sé que lo hace. Anoche, estuvo ahí para mí, intentando protegerme. Sin él, tal vez...

Elena me miró intensamente, buscando respuestas en mis ojos.

—¿Crees que podemos confiar en él?

Me mordí el labio inferior, pensando. Luego, asentí con determinación.

—Sí. Yo confío en él, Elena. Creo que debemos darle una oportunidad. Él puede ayudarnos a entender esto, a encontrar una forma de vivir con esta maldición.

Elena me miró en silencio por un momento, evaluando mis palabras. Finalmente, respiró hondo y asintió lentamente.

—Está bien, Montse. Usaré el anillo. Pero necesito hablar con Max. Necesito saber qué piensa él realmente, si está de nuestro lado.

Le dediqué una sonrisa leve, llena de gratitud.

—Gracias, Elena. Yo te acompañaré. Juntas vamos a hablar con él y a resolver esto.

Elena asintió con determinación, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.

—Vamos entonces. No puedo quedarme aquí sin hacer nada más tiempo.

Nos levantamos de la cama y nos dirigimos hacia la salida. Sentí un alivio mezclado con nerviosismo. Hablar con Max sería crucial para restaurar la confianza y encontrar respuestas.

Llegamos finalmente a la casa de Max con los nervios a flor de piel. Tocamos la puerta y, para mi sorpresa, quien nos recibió fue Isabella, la hermana de Max. La reconocí al instante de cuando investigué sobre las flores misteriosas.

—¡Hola Montse!— dijo Isabella con alegría en sus ojos, justo antes de que apareciera detrás de ella un hombre alto y fornido, uno de los cazadores que había visto antes cuando fui secuestrada. Estaba sin camisa y le daba besos en los hombros a Isabella, lo que me hizo sentir incómoda y preocupada.

Elena desvió la mirada y yo me sentí incómoda.

—Oh, hola. Estamos buscando a Max, ¿podemos hablar con él?—, le pregunté, tratando de no sentirme observada por la situación comprometedora.

OJO DE LOBO ✓(TERMINADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora