Si le preguntaras a Naruto ahora mismo a quién querría traer de vuelta a la vida por unos pocos minutos, seguramente diría el nombre de su padrino.
Jiraiya el Sennin.
Y tal vez te estarás preguntando: ¿y por qué no a sus padres? Fácil, por un simple motivo, bueno, no, en realidad eran dos los motivos.
El primero era que no le apetecía experimentar otra vez el desgarrador dolor de ver a sus padres desaparecer delante de sus ojos sin poder hacer nada para evitarlo, una sola vez fue suficiente.
El segundo motivo era.... Bueno, Ero-senin tenía que ver con sus propios ojos lo que él estaba viendo.
Raro se quedaría corto para describir este nuevo mundo.
Sí, leíste bien, actualmente se encontraba en otro mundo. Aún no lo tenía bien claro como había llegado a parar a aquél lugar. Lo último que recordaba, era irse a dormir a su cuarto para luego despertarse en el claro de un bosque desconocido.
Todo era tan poco claro, tan confuso.
Pero regresando al tema anterior, este mundo en el que había caído parecía sacado de uno de los libros eróticos de su maestro.
Un mundo poblado por chicas monstruos cachondas, también llamadas como Pokemusu, y justo ahora mismo tenía frente suyo a dos de ellas persiguiendo a un señor de edad avanzada.
Las dos Pokemusu tenían rasgos de ave
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-¡Auxilio!- El hombre, desesperado, se tumbó boca abajo, tapándose la cabeza con las manos para protegerse, los gritos de esas Pokemusu eran tan fuertes que lo aturdían tremendamente. Cerró los ojos, esperando lo peor. Pero el dolor nunca llegó, solo sintió un fuerte viento que sacudió su cabello gris y su bata de laboratorio.
-¿Eh?-
Confundido, el hombre abrió los ojos, y lo primero que vio fueron unas hojas de árbol y hierbas flotando en el aire de un lado para otro, suavemente.
-Señor, ¿se encuentra bien?-
El hombre se sobresalto un poco por esa repentina pregunta, no sabía que había alguien más allí con él. Se levantó limpiándose la ropa y se giró hacia Naruto -Sí... ¿Pero qué pasó? Esas Pokemusu se fueron tan de repente... ¿Fuiste tú?-
El rubio sonrió -Más o menos. Apenas me vieron escaparon hacia el bosque, al parecer eran muy asustadizas- Obviamente eso era una mentira, había usado un débil jutsu de viento para ahuyentar a esas pokemusu, pero el señor no necesitaba saber eso.
El hombre soltó un suspiro -Esas Pokemusu normalmente no son un problema para mi, pero hoy me olvidé de llevar mis pokebolas conmigo... Igualmente, gracias por ayudarme joven... ¿cuál es tu nombre?-
-Me llamo Naruto Uzumaki-
-Mucho gusto, yo soy Samuel Oak, un científico que estudia a los pokemusu..- El ahora llamado Oak se calló por un momento para mirar a Naruto, vio su ropa, su mochila de viaje y lo más importante, no tenía un cinturón para las pokebolas -Dejame adivinar, te estás dirigiendo hacia el pueblo Paleta para conseguir una pokemusu inicial, ¿correcto?-
