Cap 86

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Los meses pasaron y las discusiones aumentaban de nivel. A tal punto que Snape se marchaba casi una semana, dejando a Eris sumergida en su soledad, los Malfoy estaban ocupados con asuntos del Ministerio y Bellatrix en una misión desde hace meses.

Su día comenzaba viendo fijamente la pared, acariciaba las escamas de su única compañia, mordiendo sus labios. Caminaba en círculos por la habitación con temor de sentir la falta de la elfa al recorrer las habitaciones. Su amado esposo había puesto barreras para saber si salía, estaba muy cansada para buscar problemas.

Ansiaba saber sobre Nevan, desde aquella pelea solo le mandaba cartas. El era un caballero y no perjudicaría más la vida de la peliblanca llendo a pelear con su inseguro esposo. Se levantó sin mirar su varita, levanto las grandes cortinas para ver el cielo. Ahí un búho gris la miraba fijamente, se llevó las manos al pecho del susto, se recompuso rápido. En la pata había una carta. Miro su cama donde tenía la carta de su amigo del día, no podía ser el medimago.

Con prisa abrió la ventana, tomó pan y agua de su comida abandonada dándose la al ave que tomó. Al sostener la carta vio aquel sello, y abajo de este una conocida letra.
"Matrimonio Snape"

Leyó volteando los ojos, saco el abrecartas lista para saciar aquellas ansias. Los pasos lentos la distrayeron, con disimulo se acercó a su tocador fingiendo cepillar su cabello. La puerta se abrió.

Con disimulo vio la vestimenta negra, sabía que él no le hablaría. Suspiro debatiendo si compartir la carta.
Se sintió tan tonta que golpeando sus piernas se levantó golpeando el pecho de su esposo. No supe en que momento se había acercado a ella.

-¿Algo que compartir?- miro buscando algún indicio de alarma en la mujer, podía ser frío pero no la dejaría morir. Al entrar notó que no había comido y ese lo tenía inquieto. -¿Bien?-

Eris se alejó como si el hombre quemará, sin querer perder más le extendió la carta.

-Llegó esto, dice matrimonio Snape. Creo que es mejor abrirla juntos- se sentó esperando que su esposo haga lo mismo.

-Pero que considerada eres-

Eris respiro profundo, rompió el sello. Extendió el papel alcanzando a leer solo la primera letra cuando Snape le arrebató la carta.

Ella se levantó molesta por la falta de respeto. Estaba por iniciar una nueva discusión que no inicio al ver al pelinegro arrugar la página, tirandola.
Eris levanto aquella hoja arrugada y discretamente la metió en la manga larga de su camisa. Buscando algún escondite en su mente camino hasta la ventana, se sentó en la silla que estaba ahí para distraerla, miro cualquier cosa que no fuese el hombre que la miraba.

El pelo negro espero un gesto o una discusión, admitía que la ayudaban a salir en ese extraño trance. Fue una idea absurda dicha por la esposa de cierto Rubio.

-Tengo cosas más importantes que hacer- abrió la puerta con brusquedad, dispuesto a irse, por el rabillo del ojo vio la estoica posición de la mujer ignorando sus palabras. Suspiro profundamente.

Eris dejó de aguantar la respiración al escuchar el cerrojo cerrase. Con rapidez saco la hoja, como una niña paso sus dedos por aquellas palabras. Reconociendo la distinguida letra de cierta profesora.

El siseo de cierta compañia la saco de su estado melancolíco, se limpio la única lagrima.

-Asmodeus, no sabes cuanto lo siento- tocó la cabeza del reptil, esta amigablemente paso su lengua por los dedos de su ama, reconociendo sus caricias. Eris lo miraba preocupada, había perdido la brillante de sus escamas, debido al duro arte de mudada de piel.

Severus Snape apareció en la mansión Malfoy. Saludo al matrimonio, hasta terminar en la biblioteca. Tocó por formalidad, con un adelante entró, había sido invocado, aunque no esperaba a cierta mujer ahí.
Se acercó inclinándose ante el mago. Este le sonrió y con la cabeza le indicó que se sentará.

-Hay una misión que necesito que hagas- asintió de inmediato. Una cálida mano lo tomó del brazo sacándolo de su concentración. -Ya me informaron de un baile en cierto lugar, estoy agradecido con lo que me dijiste Snape- se levantó acercándose al pelinegro, dejó su mano en el hombro de este -Ahora se que hay una profecía y una gran oportunidad de saber que piensa hacer el viejo tonto del director- Irás y averigua cuantos magos tienen hijos pequeños- tomó del brazo a la pelirroja acercandola más al pelinegro -Liana será tu compañera, se que la señora Snape esta indispuesta aun-

-Mi señor haré lo que me pida- sintió un nudo extraño en su garganta. Sabía lo que había comenzado, ya no había vuelta atrás. Tenía que buscar ropa formal para esa fecha. Se inclinó para retirarse.

Dos pares de ojos lo siguieron hasta escuchar el sonido del pasador cerrarse. Liana no pudo aguantar la sonrisa.
-Ahí lo tienes- camino para sentarse -Eris estará ahí, tu trabajo es muy sencillo. Toma tu tiempo-

Liana comenzo a retirarse, tenía mucho trabajo que hacer.
-Estoy dispuesta a romper ese absurdo matrimonio- murmuro desapareciendo.

Narcisa entro en la mansión Realista con una gran sonrisa, su vestido era majestuoso. Su pelo recogido recalcaba la belleza de sus genes.

Abrió la puerta siendo recibida por una mirada gris muy analítica. Le sonrió para descubrir a su hijo dormido entre sus brazos.

-Gracias, mi esposo y yo no queríamos dejarlo solo con el elfo doméstico- paso al bebé en la cómoda cama, Eris le sonrió falsamente al resonar la spalbras de la rubia.

-Mis padres me dejaban con Nissa- sintió como su cuerpo se tensaba, noto la incomodidad de su compañera -Me encanta estar con él, además será una buena  compañia ya que mi marido esta muy ocupado para cuidar de mi- soltó esto último con burla, que solo ella comenzó a reír.

De manera desprevenida los brazos de Narcissa la envolvieron en cálido abrazó. Fue muy cálido.

-Severus es un idiota- ambas damas se miraron con una expresión sorprendida, que estalló en grandes risas. -Lo siento-

-Sera mejor que te vayas ya-

Narcissa asintió, se acerco a su hijo. Beso su pequeña frente con ternura y un brillo especial en su mirada.

-Espero que ustedes tres no se diviertan mucho- hablo un poco fuerte, le guiño un ojo a su confundida amiga. Y salió esperando que todo saliera bien.

La peliblanca no entendió del todo a Narcissa. Sacudiendo la cabeza se levantó para estirarse un poco, entre la estantería busco algún libro para leer. Afuera las estrellas comenzaban a iluminar el cielo. Un pequeño balbuceo atrajo su atención.

-No sabes cuánto me ayudas mi pequeño hurón- le tocó la nariz sacándole una pequeña sonrisa. Sin contenerse lo tomó en brazos para besar esas mejillas rosadas.

















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