Este es un final alternativo, léelo después del final.
[...]
—¡Mina, espera! -se apresuró a decir haciendo que la aludida se volteara inmediatamente hacia ella.
La menor volvió unos pasos hacia atrás hasta quedar frente a Chaeyoung nuevamente.
—¿Sí?
—¿Vendrás el próximo sábado?
Mina se sorprendió por la pregunta. Había estado yendo a la tienda todos y cada uno de los sábados durante los últimos tres meses.
—Lo haré.
Chaeyoung negó ligeramente con su cabeza. Lucía preocupada y Mina no podía entender el porqué.
—Promételo -la menor frunció el ceño- Sólo... necesito que prometas que vendrás.
Mina trataba de deducir que es lo que estaba afligiendo tanto a Chaeyoung así tan de repente, pero al no poder siquiera imaginarlo, se limitó a tratar de calmarla, que regresara a la normalidad. A la Chaeyoung feliz sin preocupaciones.
—Prometo regresar el próximo sábado, Chaeyoung -dijo en su tono más dulce y sincero.
—Gracias -dijo tratando de dar su mejor sonrisa.
Mina por su parte le dedicó su más hermosa sonrisa angelical al punto en que sus lindos ojos se cerraron.
Los siente días siguientes fueron eternos para Chaeyoung. Cada minuto. No podía sacar a Mina de su mente. Todas las cosas que habían ocurrido. Debía estar preparada para lo que sea que fuese a ocurrir. Acomodó su uniforme azul marino, colocó el beanie rojo que Mina le había obsequiado sobre su lacio cabello, y se dirigió al centro comercial.
—Llegaste temprano -dijo el encargado con las llaves en sus manos, comenzando a abrir el local para la jornada del día.
—Sí, desperté temprano y no pude volver a dormir -dijo con una risita. En realidad apenas si había podido conciliar el sueño durante la noche.
La jornada laboral empezó. Y Chaeyoung trataba de mantener su cabeza ocupada en cualquier otra cosa, la ansiedad la estaba carcomiendo por dentro. Para su suerte sólo tuvo que soportar un par de largas horas antes de ver esa silueta atravesar la puerta de entrada al lugar. Suspiró de alivio, porque después de todo Mina cumplió su promesa y se presentó, pero ella aún seguía paranoicamente nerviosa.
Mina caminó hasta ella como si nada. Chaeyoung la observaba expectante. Cuando estuvieron frente a frente se quedaron mudas mirándose fijamente. La menor no comprendía el porqué Chaeyoung no la saludó efusivamente y comentando alegremente lo primero que se le venía a la cabeza como acostumbraba.
Decidió ser ella quién rompiera el silencio, antes de que éste se tornara más incómodo.
—¿Hola? -dijo algo tímida.
Chaeyoung escuchó su voz y se dio cuenta de que se había quedado congelada. Sacudió ligeramente su cabeza y le dedicó una bonita sonrisa.
—Hola, Mina -respondió.
La menor frunció apenas el ceño. No estaba actuando como de costumbre. Le entregó el CD que había tomado al ingresar al lugar. La mayor lo tomó en silencio y efectuó el cobro. Todo de manera muy silenciosa. Mina se preguntó si había hecho algo malo para que Chaeyoung se mostrara tan distante.
—¿Quieres... almorzar conmigo? -preguntó, mostrándose algo indecisa.
¿Qué clase de pregunta era esa? Por supuesto que quería.