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- Matias – la voz de Farah provoco que el castaño abra sus ojos. Había estado "durmiendo" durante el viaje hacia medio oriente. Desde la visita del ruso, habían pasado treinta días, treinta días en los cuales Matias levanto su propia guardia, había algo ahí, alguien estaba trabajando en su contra y era su deber saber con exactitud de quien se trataba – deja de dormir gordo.

- gordo lo tengo – este se levantó algo molesto y miro su reloj – apenas pasaron dos horas... estamos a mil kilómetros de nuestro objetivo – ella chasqueo su lengua mientras conducía aquella camioneta deteriorada por el desierto.

- gordo lo tienes – esta chasqueo su lengua – metido adentro del culo – el se sonrió y miro hacia el frente. La noche no ayudaba mucho a conducir por el desierto.

- anda envidiosa – este divertido se estiro tronándose la espalda – pelearía contigo, pero dormí muy poco y seguro voy a herir tus sentimientos de prostituta – Farah soltó una carcajada negando – ya... - este agarro el mapa plastificado y comenzó a observar la ruta, con su reloj determino las coordenadas exactas en las que estaban.

- me sorprende que hayas venido nenito de mami. Pensé que enviarías a soldados conmigo, es probable que te orines encima al ver hombres de verdad, marica.

- ¿y que les contagies el sida? – esta abrió su boca indignada.

- ¡No tengo sida! – el castaño se carcajeo divertido y ella le golpeo el hombro con cierta fuerza - ¡la próxima va a la cara!

- ni lo intentes – el suspiro mirando el mapa – este plan lo idee yo. No te voy a dejar sola en esto hasta que los primeros pasos estén completos – ella frunció su ceño al oírlo – bien, nos faltan quinientos metros... aminora la velocidad, nos vamos a quedar sin combustible a este paso – ella asintió bajando un poco su acelerador.

- yo se que... mi vida no tiene mayor futuro – el castaño vio como ella miraba hacia el frente – pero... tu eres un viceministro ¿Por qué... arriesgar tu vida de esta manera? – Matias bajo su mirada un momento - ¿sabes que puedes morir no?

- Mi momento llegara... en algún momento lo hará – el al final le contesto – espero que sea pronto – ella lo observo un momento. El castaño tenía su mirada en sus propias manos – espero... deseo, que cuando llegue... sea rápida, que no... se tome tanto tiempo en reclamarme – el levanto su rostro hacia ella – vista al frente soldado, un error nos mata.

- ¿Por qué... anhela morir? – Matias no respondió nada ante aquello - ¿le hicieron algo?

- esa pregunta es adecuada – el asintió un par de veces – si lo han intentado, intentos de asesinatos muchas veces – este al final se volvió a echar – despiértame cuando estemos llegando – Farah miro hacia el camino y el al final comento – por cierto. Debo felicitarte. Para haber aprendido a conducir hace semanas, lo haces muy bien. Espero que estes igual de avispada con las armas – ella no respondió, no le iba a dar el gusto de oírla "contenta" por lo que decía.

Cuando estuvieron cercanos a aquel lugar, Farah diviso la aldea a la que Matias quería llegar. Detuvo la camioneta y lo despertó. Este de mal humor se levantó y al levantar su mirada y encontrarse con la aldea bostezo con pesades – bueno... vamos – el se tapó el rostro con aquel trapo característico de la zona y ella bajo del auto a su lado. ambos tenían pistolas entre sus vestiduras.

La orden era simple, ella debía ir delante, mediar con esos sujetos mientras que el haría de guarda espaldas. Si la cosa se ponía tensa, el actuaba.

La aldea a la que se iban a meter, estaba controlada por radicales, la realidad era que, a nadie le importaba lo que ocurría ahí, sin embargo, si Farah actuaba, esto seria el inicio de una historia.

Eterno Mal (NaruHina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora