La espera larga - Otto x Tit

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La imagen de arriba es mía, disponible en mi Instagram. Si vas a publicarlo en algún lugar, por favor da créditos.

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Otto se sentía extraño desde que Tit había partido hacia ese viaje de negocios. Habían pasado ya cinco días desde su partida, y aunque intentaba mantenerse ocupado con las labores de la casa de campo, no podía evitar sentirse solo. Las videollamadas con Tit eran su único consuelo durante las noches solitarias.

Era una tarde fresca de primavera cuando Otto decidió sentarse en el porche trasero, mirando el paisaje verde y escuchando el suave murmullo del viento entre los árboles. Sacó su teléfono y marcó el número de Tit, esperando que respondiera pronto.

Después de unos segundos de espera, la pantalla se iluminó y la cara de Tit apareció del otro lado. Sus ojos grises brillaron a través de la pantalla, y Otto no pudo evitar sentir un alivio momentáneo al verlo.

- Hola, cariño! -saludó Tit con una sonrisa cálida. - Cómo estás hoy?

Otto intentó sonreír, aunque sabía que Tit podía notar algo en su expresión. - Hola, amor. Todo bien por aquí, solo extrañándote un poco.

Tit frunció levemente el ceño. - Lo siento, cariño. Ojalá pudiera estar contigo ahora mismo. Cómo ha estado todo en la casa?

- Todo tranquilo - respondió Otto, tratando de sonar optimista. - He estado ocupado con las tareas del jardín y la cocina. Extraño tu ayuda para cocinar, por supuesto.

Tit rió suavemente. - Yo también extraño cocinar contigo, cariño. Pero pronto estaré de vuelta, te lo prometo. Qué has estado haciendo aparte de eso?

Los dos continuaron hablando durante un buen rato, compartiendo pequeños detalles de sus días y bromeando como solían hacerlo. La conversación fluyó con naturalidad, como si estuvieran juntos en la misma habitación. Sin embargo, al finalizar la llamada, cuando la pantalla se oscureció y Otto quedó mirando su reflejo en el vidrio negro, una sensación de vacío volvió a invadirlo.

Se levantó del sillón y caminó por el jardín, dejando que el aire fresco acariciara su rostro. Las flores estaban en plena floración y los pájaros cantaban en los árboles cercanos. Todo era hermoso a su alrededor, pero no podía evitar anhelar la presencia de Tit.

De vuelta en la casa, antes de prepararse para la cena, Otto miró hacia el teléfono que descansaba en la mesa. La foto de Tit y él sonriendo juntos en la pantalla de inicio le recordaba momentos felices. Suspiró y se prometió a sí mismo disfrutar cada momento de su soledad, sabiendo que pronto tendría a Tit de regreso entre sus brazos.

La noche cayó lentamente sobre la casa de campo, y Otto se quedó mirando las estrellas desde la ventana de su habitación. Una sensación de paz lo envolvió mientras se preparaba para dormir, pensando en el día en que Tit volvería.

La ansiedad de Otto había aumentado cada día desde la última videollamada con Tit. Esta mañana, al despertar, lo primero que hizo fue intentar llamar a Tit, pero no hubo respuesta. Los mensajes tampoco llegaban. El vacío en su pecho se transformó en una mezcla de preocupación y desesperación.

Otto intentó mantener la calma, pero cada minuto que pasaba sin noticias de Tit lo hacía sentir más ansioso. Intentó ocuparse con las tareas de la casa, pero su mente estaba constantemente en otro lugar, imaginando todos los posibles escenarios que podían estar ocurriendo.

Cerca del mediodía, mientras estaba en la cocina, escuchó el sonido de un auto deteniéndose frente a la casa. Su corazón dio un vuelco y sin pensarlo, dejó caer lo que tenía en las manos y corrió hacia la puerta. La desesperación y la preocupación acumuladas desencadenaron una reacción que no había sentido en mucho tiempo. Utilizó su magia, un poder que había estado almacenando y controlando durante años.

En un destello, Otto se materializó en la entrada, sus manos brillando con una luz etérea. Justo en ese momento, la figura de Tit apareció en el umbral de la puerta. Antes de que pudiera procesar lo que estaba viendo, la magia de Otto atrapó a Tit en el aire, suspendiéndolo por unos segundos.

Tit, sorprendido al principio, comenzó a reírse al darse cuenta de la situación. - Otto, bájame de aquí! ¡Me alegra verte también!

Otto, aún en shock, liberó a Tit de su hechizo, y el joven cayó suavemente al suelo, todavía riendo. - Qué estabas pensando? Podrías haberme lanzado al techo!

El rostro de Otto pasó de la sorpresa al alivio, y en un segundo, corrió hacia Tit, abrazándolo con fuerza. - Estaba tan preocupado! No respondías mis llamadas ni mensajes. Pensé que algo te había pasado.

Tit devolvió el abrazo con igual fuerza, su risa transformándose en una sonrisa cálida. - Lo siento, amor. Mi teléfono se quedó sin batería y el tráfico era un caos. Intenté llamarte desde una cabina, pero no pude conseguir ninguna.

Otto lo miró a los ojos, todavía sin soltarlo. - Solo me alegra que estés aquí, sano y salvo. Te extrañé tanto.

- Yo también te extrañé - respondió Tit, acariciando suavemente el rostro de Otto. - Pero ahora estoy aquí, y no tienes que preocuparte más.

El alivio y la felicidad inundaron a Otto mientras se dejaba llevar por el momento. Los dos entraron a la casa, aún abrazados, y Tit comenzó a contarle todas las anécdotas de su viaje, mientras Otto lo escuchaba con atención, agradecido de tenerlo de vuelta.

La magia que había usado Otto para atrapar a Tit en el aire quedó olvidada por el momento. El alivio de tener a Tit de vuelta en casa era abrumador para Otto. No quería perder ni un segundo más. Apenas cruzaron el umbral de la puerta, Otto tomó a Tit en su regazo, sosteniéndolo con fuerza. Los ojos de Tit brillaban con una mezcla de sorpresa y felicidad.

- Te he extrañado tanto - murmuró Otto antes de comenzar a colmarlo de besos. Sus labios se movían con urgencia sobre los de Tit, como si quisiera recuperar todo el tiempo perdido. Cada beso era una promesa, una declaración de amor que había estado esperando ser expresada.

Tit, aún con una sonrisa en el rostro, respondió con igual fervor. Sus brazos rodearon el cuello de Otto, acercándolo más. - Yo también te extrañé - susurró entre besos. - Más de lo que puedes imaginar.

Otto se movió hacia el sofá, llevando a Tit consigo sin dejar de besarlo. Se sentó, acomodando a Tit en su regazo. Sus manos recorrían suavemente la espalda de su prometido, disfrutando de la sensación de tenerlo cerca otra vez.

- Cada día sin ti se sentía como una eternidad - confesó Otto, sus ojos llenos de emoción. - Me alegra tanto que estés aquí. Podría comerte a besos aquí.

Tit acarició el rostro de Otto con ternura, sus dedos trazando líneas invisibles sobre su piel. - No quiero volver a separarme de ti por tanto tiempo - dijo, su voz llena de sinceridad. - Eres mi hogar, Otto.

El amor y la devoción en los ojos de Tit derritieron cualquier rastro de ansiedad que Otto pudiera haber tenido. Se inclinó para darle un beso más suave, un gesto lleno de cariño y promesas de futuro.

Pasaron la tarde acurrucados en el sofá, hablando de todo y de nada, simplemente disfrutando de la presencia del otro. Otto escuchaba las historias de Tit sobre su viaje, riendo y comentando mientras mantenía sus brazos firmemente alrededor de él, como si temiera que pudiera desaparecer de nuevo.

El sol comenzó a ponerse, tiñendo la habitación con tonos cálidos y dorados. Otto y Tit permanecieron juntos, su conexión más fuerte que nunca. La casa de campo, que había estado tan solitaria y silenciosa, ahora resonaba con risas y susurros de amor.

Esa noche, mientras se preparaban para dormir, Otto se dio cuenta de lo afortunado que era de tener a Tit en su vida. Cerró los ojos con una sonrisa, sabiendo que sin importar lo que el futuro les deparara, siempre tendrían el amor y el uno al otro para superar cualquier obstáculo.

Y así, acurrucados bajo las mantas, Otto y Tit se quedaron dormidos, con la certeza de que el amor verdadero puede superar cualquier distancia y cualquier desafío.

One-Shots YeosMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora