(__) había acompañado a Shoko a realizar algunas compras, pero la había perdido de vista. La preocupación se apoderaba de ella, pues era la segunda vez que experimentaba una situación similar. Primero había ocurrido con su madre y ahora con una de sus mejores amigas.
Exhaló profundamente y se sentó en la acera frente a un comercio, a la vista de los transeúntes. Sabía que buscar refugio en un lugar apartado podría resultar peligroso.
—Parece que te han dejado sola —comentó una voz en tono burlón, provocando que (__) alzara la mirada.
Al ver al joven de cabello azabache, dudó si debía responderle. Después de todo, solía llevarse bien con Sukuna, Satoru y Gojo. Sería problemático si también lo enfadaba a él.
—Vamos, puedes hablar conmigo con libertad. No soy tan terrible como esos sujetos —articuló con un tono de voz dramático y lastimero.
—No es que seas malo —musitó con timidez, mordisqueando levemente sus labios.
—No deberías morder así tus labios frente a un hombre —se agachó frente a ella, sosteniendo su rostro entre sus manos.
(__) se incomodó ante el gesto de Suguru. Parecía que él no era consciente de lo inapropiadas que eran sus acciones. Ese comportamiento en la vía pública podría malinterpretarse si no eran pareja.
—Por favor, no me toques de esa manera —le pidió con voz amable, sintiéndose visiblemente incómoda.
Notó cómo varias personas los observaban. Suguru se apartó de ella, esbozando una sonrisa comprensiva.
—Tienes unos hermosos ojos y labios —comentó después de incorporarse.
—¿Gracias?
No sabía qué contestar. Muchas veces le habían hecho ese cumplido, hasta el punto de que llegó a pensar que el color de sus ojos era lo único atractivo en ella. Aquello le incomodaba sobremanera, ya que era lo único que solían mencionar las personas.
—Eres una belleza sutil, capaz de pasar desapercibida. Si te arreglaras más, podrías realzar tu hermosura. Tienes cejas y pestañas preciosas, e incluso tu rostro recuerda al de un conejo —comenzó a parlotear. Eran pocas las veces que había visto a la chica, y esta vez había tenido la oportunidad de apreciarla mejor.
Ahora comprendía por qué Satoru se había encaprichado con ella. Poseía una belleza aún sin pulir ni explorar por otros hombres del pueblo.
(__) era una joven que podía pasar inadvertida, incluso podía no resultar llamativa a simple vista o ser olvidada con facilidad si no se le prestaba suficiente atención.
—No creo que sea necesario arreglarme más —negó rápidamente. Después de todo, le gustaba pasar inadvertida entre las demás personas. Pueblo chico, infierno grande. Si destacara como Mei Mei, estaba segura de que iría de escándalo en escándalo.
No tendría paz mental ni tranquilidad.
—Claro que lo es. ¿Acaso no eres mujer? —cuestionó.
—Hay personas que deseamos permanecer tranquilas. No me importa si parezco linda o no para los demás, me siento cómoda así —aseguró mientras se levantaba de la acera, sacudiéndose el polvo de su falda.
—Créeme que no permanecerás tan tranquila una vez se sepa quién es el padre del bebé —murmuró, haciendo que su voz solo fuera audible para ellos dos—. Deberías buscar un buen esposo que te respalde porque si es de Sukuna, Satoru o Naoya, no te irá muy bien que digamos.
Le aconsejó, haciendo que (__) se tensara por completo, sabiendo que en el fondo tenía razón.
—No necesito a un hombre que me respalde —le aseguró con severidad—. Mi padre es suficiente para protegerme a mí y a mis hijos.
—¿Segura? —cuestionó, alzando una ceja.
—Lo es, Suguru.
—Yo no estaría tan seguro. Él no vivirá toda la vida —respondió con gran diversión.
—Lo mismo podría decir si me casara con un hombre. Nada asegura que vivirá demasiados años. Mientras tenga a mi padre, estaré bien —habló con confianza.
—Vaya... —hizo una breve pausa—. Eres un hueso duro de roer. Creo que será interesante mantener mi vista puesta en ti.
Al escuchar aquello, (__) sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo. Aquella mirada que le dedicaba el azabache no auguraba nada bueno.
—Deja de molestar a mi amiga, no seas un imbécil —le reprendió una castaña mientras golpeaba su espalda con unas bolsas de mandado.
—Oye, no es necesario que seas tan agresiva —se quejó adolorido el azabache.
(__), al presenciar esto, cubrió su boca tratando de no emitir sonido alguno. Definitivamente, Shoko había aparecido en el momento preciso.
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Bebé a bordo [JJK X Lectora]
Fanfiction(__) siempre desechó las historias fantásticas y exageradas que circulaban por su pueblo como simples leyendas. Sin embargo, su escepticismo se desvanece cuando se encuentra inesperadamente embarazada en una situación tan inverosímil. Ahora, en medi...