Capítulo 23

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Eros:

La veo a lo lejos, mi papá está acaparando toda su atención, está más hermosa que nunca, ese vestido verde le queda como para quitárselo con los dientes y ese escote en su espalda me condenará al inferno, por las imágenes que llenan mi mente.

Esa marca en su nuca que me enloquece y queda desnuda a la vista de todos, provocándome celos porque la quiero solo para mí, llevo demasiado sin acercarme y eso me está consumiendo. La he visto de lejos cada puto día de esta semana, necesito sentirla, o me hará cometer locuras.

Camino con Vanesa un poco para escuchar lo que platican. Ella es unas de mis primas menores, uno de los pocos familiares que tengo por parte de mi padre de aquí, americana. Escucho a la perfección cuando le dice que piensa marcharse en unos días y la sangre se me sube a la cabeza.

No debí darle espacio y una mierda. En un rápido movimiento tomo su mano sorprendiéndola haciendo que todos se giren a mirar, la hago subir las escaleras hasta que no estamos a la vista de las personas, cargándola como un costal, hasta mi antigua habitación, la aviento sobre la cama, suspiro fuerte al sentir su aroma, tomo sus labios de inmediato.

-Joder te he extrañado tanto.

Tarta de aportarme, pero no lo consigue, menos cuando subo su vestido hasta la cintura y me pongo ente sus piernas, unas de mis manos sujetan las suyas por encima de su cabeza, la otra acaricia sus piernas.

Mis labios buscan los suyos, se resiste volteando el rostro, pero cundo comienzo a besar su cuello, su mandíbula, se rinde, se me entrega como en cada ocasión que la tengo entre mis brazos, pidiéndome a gritos que le robe el alma y la haga mía, la lucha entre nuestras lenguas es existente, pero sus labios se ponen más suaves de lo normal y un sabor saldo llega a mi boca.   

-Neela-pronuncio separando nuestros labios-no, no, no lucecita no llores-un sollozo cargado de sufrimiento se le escapa, la abrazo, pero me aparta no me quiere cerca.

Se queda un largo rato tratando de tranquilizarse, de acompasar su respiración, pero los sollozos no terminan, la abrazo, no lo resisto más, aunque no me quiera cerca, no me alejaré, se remueve inquieta, pero no me importa.

-Déjame-pronuncia en un hilo de voz.

- ¡Nunca! -le aseguro.

-No tienes derecho, te alejas para luego hacerme esto, no puedes-sus sollozos vuelven hacer intensos y yo no puedo con el vacío que se me está formando en el estómago-por favor déjame.

-Solo quería darte espacio lucecita, no forzarte amarme si no lo hacías-niega varias veces.

-No es cierto, esa chica-sonrío, me agrada que sienta celos.

-Esa chica es mi prima, joder Neela te amo, eres lo que más amo en la vida- me abraza sollozando.

-Yo te amo Eros-suspira-mucho pero...

-No me dejes, por favor no te ballas-le suplico porque no pudo perderla, me importa poco ser un pelele llorón.

Une sus labios con los míos, me hace sentir como si estuviera cayendo a un precipicio, sabes que lo que te espera abajo no es más que la muerte, pero no puedes evitar el cosquillo de la caída.

-Te amo-susurra sobre mis labios, tomando el inferior acariciándolo con los suyos, dándole las ordenes que solo obedecen de ella y no solo mi boca le pertenece, cada rincón de mi cuerpo escucha su llamado y están despiertos para ella, solo para ella.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora