"When I'm with you, hell feels like heaven"
Sobrevivir a un apocalipsis ya es difícil sin tener que preocuparse de romances adolescentes, pero, ¡oh sorpresa! Ariadne Jones se enamoró de Carl Grimes.
Ahora tiene que sobrevivir el fin del mundo y al b...
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Mentía si decía que no ansiaba las lecciones con Carl. Durante toda la mañana estuve esperando a que llegara la tarde para por fin reunirme con el ojiazul.
No solo quería aprender a disparar, sino que ademas tenía la esperanza de que Grimes se sintiera un poco mejor. Después de todo, Rick había regresado el día anterior y tuvo una agradable conversación con su hijo. Eso debió haberle levantado los ánimos a Carlitos.
Además, últimamente me había estado acordando de cuando recién habíamos llegado a la prisión, o de cuando nos acabábamos de conocer en el campamento; y extrañaba esos momentos íntimos que tenía con Carl. Especialmente con todo lo ocurrido.
Dentro de la emoción por las clases de tiroteo, hice todas las tareas que se me encomendaron durante el día mucho más rápido que usualmente. Había ordenado mi habitación (o celda) y había intentado lavar la ropa. Claro que, nunca en mi vida había utilizado una lavadora y mucho menos había lavado a mano, así que el intento terminó apenas derramé un valioso cubo de agua.
Al mismo tiempo, me sentía ligeramente fuera de lugar al estar tan emocionada. Mis emociones hacían contraste con la triste vibra que cargaba la prisión, y todos caminaban con la cabeza baja debido a los recientes acontecimientos. No era que no estaba triste, lo estaba y mucho. Pero el hecho de ansiar algo y poder defenderme había logrado sobrepasar esa tristeza por al menos unos momentos.
Estaba ayudando a limpiar los pasillos donde Rick había asesinado a docenas de caminantes cuando me di cuenta de la hora. No tenía reloj, pero el día empezaba a oscurecer y podía estimar que eran más o menos las cinco de la tarde.
—Papá—hablé mientras dejaba el trapo en el suelo—¿Puedes encargarte de esto?
Papá me miró sospechosamente. Hasta ahora no le había mencionado que iba a aprender a disparar. Por alguna razón mis padres, incluso después de todo lo ocurrido, se rehusaban a dejarme estar si quiera cerca de una pistola.
—Es que me duele el brazo—me quejé—Ayer mientras acompañaba a Daryl, me tropecé y me golpeé. Pensé que no era nada pero me está empezando a doler seriamente—mentí. Me sentía ligeramente culpable de mentirle así, y me preocupaba lo fácil que salía la mentira de mi boca.
—¿Te golpeaste? Déjame ver—dijo preocupado. Sentí algo revolverse en mi estómago, pero no era ese mismo sentimiento que aparecía cuando estaba con Carl, era diferente. Culpa.
—No—me alejé—Mejor que lo vea Hershel. Seguro ni si quiera ha dejado moretón.
Mi papá me observó unos segundos, preocupado, pero finalmente cedió—Avísame si es algo grave. Te amo.
Le respondí el gesto y me fui rápidamente, en el camino robándome el arma de Laura. Se la devolvería luego.
Cuando llegué al patio, Carl no estaba. Quizás había llegado muy temprano.
