capitulo 6

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Hoy era el día de la boda, un evento que no me hacía mucha ilusión. Me desperté con los golpes en mi puerta, probablemente las maquilladoras. Las dejé entrar y comenzaron a preparar todo mientras me duchaba. Al salir, me maquillaron, me pusieron el vestido y, finalmente, el hijab. No podía negar que estaba preciosa.

La boda iba a ser pequeña, solo con la familia cercana. Todos iríamos a la casa de la madre de Nabil, así que supuse que me estaban esperando en los coches. Bajé las escaleras y me encontré a Nabil esperándome en la puerta. Estaba guapísimo con un traje negro que resaltaba sus ojos azules y su pelo oscuro. Me miró de arriba abajo y, por primera vez desde que lo conocí, vi una sonrisa.

—Ehem, todos nos están esperando en la casa. Vamos —dijo, apartando la mirada.

—Sí, vamos.

El trayecto fue silencioso hasta llegar a la casa de su madre. Todo estaba decorado de blanco y había sillas y flores por todo el jardín. Todos estaban en sus lugares, así que caminamos hasta las dos sillas en el altar.

—Nabil, ¿aceptas a Nadia como tu futura esposa? —preguntó el oficiante.

—Sí —dijo él con su voz seria.

—Nadia, ¿aceptas a Nabil como tu esposo?

Me quedé callada unos segundos. No quería, de verdad que no quería, pero no podía hacer nada.

—Sí —dije finalmente con un nudo en la garganta.

—Felicidades, os declaro marido y mujer.

—Te tengo que besar —me dijo Nabil.

—Hazlo y será lo último que harás —le respondí.

Se acercó y me plantó un beso en la frente, cálido y suave. (Nadia, no pienses en eso. Casi te matas por su culpa), me repetía en la cabeza todo el rato.

La comida se desarrolló en un ambiente de felicidad. Todos bailaban y disfrutaban, menos yo. Seguía sin asimilar que me había casado con Nabil. Después de cambiarme a algo más cómodo, salí a tomar aire. Estaba harta de mentir cada vez que me preguntaban cosas o me felicitaban.

Estaba en el jardín, mirando las flores, cuando sentí la presencia de alguien.

—Bonitas flores, ¿no? —dijo una voz masculina a mi lado.

—¿Quién eres? —pregunté, molesta.

—Ey, ey, relájate —me dijo con una sonrisa.

Me alejé, intentando ir a otro sitio, pero él me cogió de la mano.

—Soy Munir, el primo de Nabil.

—No me interesa.

—Me has preguntado tú.

—Eso antes, pero como no habías contestado, ya no me importa.

—Bueno, cálmate. Solo quería saber con quién se casaba mi primo.

—Pues ya lo sabes. Adiós —dije, cansada.

Me alejé y entré a la casa. Había salido a tomar aire, no a hablar con otro desconocido. Estaba harta de todos y quería irme ya de allí, así que busqué a Nabil.

—¿Cuándo nos vamos? —le pregunté cuando finalmente lo encontré.

—Cuando yo quiera.

—Estoy cansada de estar aquí y fingir todo el rato. O nos vamos, o me voy sola —dije, perdiendo la paciencia.

—¿Tantas ganas tienes de la luna de miel, nena? —dijo él con burla.

—Tengo ganas de dormir y no me llames así.

—Me despido de mi madre y voy —dijo finalmente.

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora