—¿Qué te impulsó a hacer algo tan inusual? Te conozco desde siempre y jamás has accedido a tener alumnos directos. Hoy día mi paella sabrá mejor cuando cuente esto en el casino. Alexei se volverá loco con la noticia. Seguro que buscará a algún pupilo solo para competir contra ti. Jajaja, ya quiero ver eso, sí señor, 'Olé'—.
Jackson respondió con un gesto despreocupado, botando humo de su cigarro mientras permanecía relajado y sin dar señales de querer entrar en detalles. Miguel, cambiando de tema, exclamó —¡Vamos a hacer wrestling, ven acá, baja, hermano!— Su voz resonaba con emoción y determinación mientras adoptaba una postura de luchador olímpico.
Se inclinó ligeramente hacia adelante, manteniendo los pies separados a la anchura de los hombros. Sus rodillas se flexionaron ligeramente, listas para el movimiento. Los brazos se extendieron hacia adelante, con los codos doblados ligeramente, preparados para agarrar a su oponente. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso y listo para la acción, y su mirada reflejaba un deseo ardiente de enfrentarse a su amigo.El físico imponente de Miguel, a pesar de no ser alto, irradiaba una fuerza formidable. La indumentaria deportiva de la academia le ajustaba al extremo, le resultaba incómoda, marcando cada contorno de su cuerpo de manera notoria. Miguel, visiblemente descontento, miraba de reojo su entrepierna, incomodado por la prominente marca que dejaba la ropa. Para él, la vestimenta ceñida era sumamente afeminada; casi ritualmente usa su kimono blanco y jamás se perdonaría usar otro, pero hoy, por circunstancias del lavado, no tenía más opción que usar los cortos shorts y la ajustada polera.
Jackson, observando la incomodidad de su amigo, no pudo contener la risa, recordando que siempre el sintético entregaba ropa de niño a Miguel, debido a su estatura. —Te ves sexy bebé, yea man—, bromeó Jackson de manera irónica, provocando que Miguel se ruborizara visiblemente avergonzado. La situación resultaba tan graciosa para Jackson que terminó cayendo de espaldas fuera de la jaula entre risas descontroladas.
Las orejas de coliflor de Miguel, fruto del roce constante durante innumerables entrenamientos, junto con el bucal que resaltaba su labio superior, le conferían un aspecto intimidante. Sin embargo, sus ojos, que recordaban a los de un perro pitbull, eran un deleite para Jackson, quien, entre risas, observaba cómo el humo de su cigarro inundaba el ambiente, tornando la situación aún más cómica.—¡Estás a nada de vestirte como Arthur, ya te imagino My breda!—, exclamaba Jackson entre carcajadas desesperadas. La escena era un espectáculo digno de contemplar, con los dos amigos riendo sin control, aunque separados, cada uno luchando por recuperar el aliento.
Con los ojos inyectados de rojo y lágrimas de tanto reír, la risa resonaba en el gimnasio, mezclándose con el humo del cigarro de Jackson y creando un ambiente de camaradería y diversión. El humo parecía potenciar aún más el ambiente festivo, incitando a risas más intensas entre los presentes.
Era evidente que, a pesar de cualquier incomodidad, la amistad entre Jackson y Miguel era sólida y llena de momentos memorables como este. —Yea man, La dupla olímpica sexy— añadió Jackson entre carcajadas, con ironía y burla evidentes, provocando aún más risas entre los presentes. La idea de imaginar a esos dos conocidos y fornidos agentes vestidos de luchador olímpico y siendo etiquetados como "sexy" resultaba tan cómica como improbable, pero era precisamente esa exageración lo que hacía que la situación fuera aún más divertida.
Entre las risotadas, Jackson suspiró aliviado. —Menos mal que se le han quitado las ganas de luchar—, pensó para sí.
—Este animal no sabe medir su fuerza—. Reflexionó sobre la idea de enfrentarse a Miguel en un simple sparring y eso supondría utilizar toda su fuerza en ese momento y no era una opción.—No sah, mi nuh have di energy fi feel tired right now.— murmuró, dejando que las risas disiparan completamente las ganas de Miguel de luchar.
—¡Jack, tío! Me está dando un hambre del demonio joder. Vamos por una merienda al casino. Y ¡ostras!, que tengo una sed de la puta madre. Mira, mi boca está más seca que Almería, del antiguo mundo—, exclamó Miguel de repente, levantándose del suelo y secándose las lágrimas del ataque de risa.
Jackson, al verlo, volvió a ser víctima de la risa descontrolada. La escena parecía sacada de una comedia televisiva, con los espectadores afuera de la jaula riendo a carcajadas. Algunos aplaudían entre risas, otros lloraban y algunos se sostenían la barriga del dolor de tanto reír. El denominador común entre todos los presentes eran sus ojos enrojecidos y las risotadas que parecían propias de un manicomio.
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Agente ARGO
Fiksi IlmiahEn un mundo arrasado por la guerra, Argo entrena para convertirse en un agente de élite, la última línea de defensa de la humanidad. Con el futuro de su gente en juego y sombras acechando en cada esquina, deberá superar pruebas letales y enemigos im...