De camino se dirigía pequeña niña de capa roja, que la protegía, mantiene tu inocencia plena y ojalá nunca desaparezca. Ahí va la pequeña caperucita hacia la casa de su abuelita, mujer sola y viejita en una cabaña en la colina. Momentos antes su mamá le decía: “Caperucita, ve con cuidado a lo de tu abuelita, promete no hablar ni irte con nadie aunque luzca con buenas intenciones por delante” Pero que pensó que pasaría diciéndole aquello a una pequeña señorita, ni cerca de los 9 se encontraba, pero ya salía sola de la casa. Obviamente las palabras se las lleva el viento, mismo viento que volaba las hojas de un casi invierno. Caperucita caminaba con la mente clara. Cielo claro como aquel vestido largo que se levantaba con el viento, pero que no debería levantar ni un mal pensamiento. Silencio, el duro y frío silencio como esa tarde de invierno. Un paso y otro paso, siempre con cuidado “camina siempre con cuidado” otro dicho de su madre, por lo menos ese no se le había olvidado. Uno, dos, tres, cuatro, así eran sus pasos; uno, dos, tres… sonaban más pasos y parecían venir de todos lados. No tenía miedo, ella era valiente o eso le habían dicho sus parientes cuando dejó de dormir con su mamá, en las noches de lluvias fuertes. El camino parecía eterno, más largo que el amor que le tenía a sus muñecos con los que jugaba cuando tenía tiempo. Pensaba y pensaba y los pensamientos se le arrugaban, como su cara cuando bebía la leche y estaba muy caliente. Llegó a 2 caminos, uno llevaba a la casa de su abuelita y otro lo tapaba una colinita. ¿Cuál tomar? ¿Por dónde ir? Sintió a alguien atrás suyo, cuyo respiro era duro. Volteó hacia atrás más rápido que un ave al volar, cuando una mano la agarró sin preguntar, una mirada de susto puso cuando vio a un lobo peludo “Niña ¿hacia donde vas? Caminando sola y sin nadie por detrás” lo escuchó murmurar, lo miró desconfiada, con dureza en su mirada “¿Y? ¿No me responderás?” dijo el lobo “No” soltando sin más caperucita respondió “¿Porque no?” Siguió insistiendo una ves más, pero ésta vez con suavidad, sin mostrar frialdad ni nada que ocultar, lo dudó, pero hablando solo no lo podía dejar, pues eso no era de una niña de buen portar, “porque no te ves como alguien de fiar, eres un lobo con garras para arañar, dientes para triturar, alguien peligroso y de quien muchos dicen que no tengo que confiar” La mirada del lobo fue sorpresiva, ¿pero como podía dejar ir a esa niña? con el peligro que la seguía… “¡Aléjate de ella horrible lobo!” Una tercera vos intrusa, grave y dura apareció, era el cazador, hombre mayor con cara de buen señor. Caperucita no lo conocía muy a fondo, su madre decía que era un buen mozo, pero ¿Por qué el señor lobo no lo miraba de esa manera? En su mirada solo habia rudeza ¿había miedo? El lobo era una criatura violenta, o eso decía su abuela, seguro tenía miedo del cazador, y el cazador la venía a rescatar, pues eso haría alguien de buen pensar “¿Tu eres caperucita verdad? Conozco a tu abuela, mujer dulce y hogareña. Aléjate de ese lobo, que no trae más que un mal rollo, y como la gente cuenta solo trae problemas” Miraba para un lado y para otro, las hojas volaban y el aire pesaba. El bosque se apagaba igual que su humor que cada vez empeoraba, bosque frondoso y muy ruidoso, cielo oscuro del cual se asoman estrellas, tan pequeñas como ella. El cazador se acercaba con enojo en su mirada, y el lobo con la cola entre las patas poco a poco me soltaba. ¿Por qué me miraba con pena? se veía triste y enojado como si una injusticia estuviera pasando, me miró a los ojos, que se veían bastante sosos. “¡Andate del pueblo y que no se te ocurra pisarlo de nuevo!” el lobo lo miraba con mucha rabia, y estaba a punto de hablar cuando el cazador lo mandó a callar, “ni una palabra te atrevas a soltar pues seguro puras mentira diras” el lobo me miro y poco a poco se alejó corriendo entre los bosques fríos como la mano de aquél supuesto buen tipo. Cuando el lobo se fue me habló aquel “pequeña, tu abuela me pidió que te buscara y a su casa te llevara ¿me acompañas?” Lo vi con duda, pero no me negué a su ayuda, todos dicen que es un buen señor ¿porque debería desconfíar? El solo me queria mostrar en quien no debia confiar.
Ya no debería rimar pues esta historia no tiene un buen final ¿Por qué? Fácil, te voy a contar como la policía se puso a buscar, ya que caperucita nunca llegó a su hogar, se busco en el pueblo y más allá, en cada casa y sin descansar, entre gritos y a más no parar. Solo se encontró su capa roja, en una cabaña llena de hojas. Y raro es ya te cuento, como luego de eso, al cazador; que siempre se decía era buen señor, en el pueblo jamás se lo vio.
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Lo que el aburrimiento cuenta.
FantasyRelatos inventados desde mi pensamiento, que se basan en mi aburrimiento. Pequeños relatos que llevan rimas, un pequeño proyecto que el tiempo dirá si sigue o no.