Capitulo 10

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NADIA

Entré en la habitación y vi a Nabil con el móvil.

—¿Estás bien? —me preguntó, preocupado.

—Sí, sí.

—No sabía que eras médico —dijo sonriendo.

—No sabes muchas cosas —respondí.

—Quiero saberlas.

—Algún día —dije, siguiéndole el juego

—Y a qué has venido —me preguntó.

—Encima que vengo.

—No es eso, es que pensaba que nunca vendrías.

—He venido a ver si estabas bien y decirte que Ayub está bien.

—Segurooo.

—Pues sí.

—Ajá.

—Ya está, cállate, buenas noches —dije yendo hacia la puerta. Pero antes de que me moviese, me cogió de la mano y me giró hacia él.

—Quédate.

Me quedé sorprendida por sus palabras.

—Yo, no sé, no es buena idea —dije.

—Ayub mañana preguntará por qué has dormido en otra habitación, así que si no quieres que no pare de hacer preguntas, quédate.

—Ajá.

—Que sí, no sabes cómo de pesado se pone.

—Déjame espacio —le dije mientras me levantaba para coger unos cojines del armario y los puse en el medio de la cama para que cada uno estuviera en un lado.

—No muerdo.

—Por si acaso lo intentas —dije.

Me tumbé y estábamos cara a cara.

—Gírate, me estresas.

—Te pongo nerviosa, querrás decir.

—Ya te gustaría.

—Yo duermo así, así que no me muevo.

—Pues no te muevas —dije cerrando los ojos.

Pasaron 5 minutos y abrí un ojo para ver si estaba dormido, pero no, seguía mirándome fijamente.

—Para ya —dije cogiendo la almohada y poniéndola en mi cara para que dejara de mirarme.

—Ojalá ser la almohada —dijo él mirando el techo.

Empecé a reír y él se unió a mí.

—Tranqui, que lo serás.

Antes de que él respondiera:

—En tus sueños —dije sonriendo.

—Ya veremos.

—Cuéntame algo, quiero dormir.

—El que ?

—Nose, algo de cuando eras pequeño o algún recuerdo.

Un  niño de solo 7 años que vivía con su padre. No eran una familia ni mucho menos, pero las amenazas y la droga siempre estaban presentes. Un día, estaba en su habitación cuando su padre entró con un paquete. —Comenzó a
decir  Nabil.

—Ya sabrás lo que es —dijo su padre.

"No venderé esto por ti", dijo el hijo a su padre. El padre comenzó a golpearlo hasta que el hijo aceptó. Ese día metieron al padre en la cárcel y el niño estaba solo por las calles con una caja de drogas en las manos. El pobre niño, mientras paseaba por las calles de Holanda, no sabía qué hacer, no sabía qué había pasado con su padre, no tenía dónde ir, hasta que se encontró con un señor que decidió cuidarlo, pero no de la manera correcta. Lo mandaba a hacer envíos a cambio de un lugar donde dormir. Así pasaron los años hasta que cumplió 18, cuando finalmente pudo renunciar a toda esa mierda, pero no pudo. El niño no tenía dónde ir, su madre estaba a kilómetros en Marruecos, así que ese día decidió volver con su madre y estar con ella pase lo que pase, y darle la vida que se merece, a cualquier precio.

Cuando terminé de contar la historia, supe que no hablaba de un simple niño. Así que quité las almohadas, me acerqué y lo abracé.


NABIL

Creí que se había quedado dormida hasta que se acercó y me abrazó. Nunca le había contado esto a nadie, y mucho menos a alguien que no conocía. Le seguí el abrazo y no sé cómo, pero empecé a llorar. Estuvo toda la noche abrazada a mí, ella sabía cómo me sentía, ella me entendía. Después de todo lo que le había hecho y de que casi se matara, seguía a mi lado, me dije a mí mismo. En ese momento supe que era perfecta, tan perfecta que no la merecía.




NADIA

Lo noté llorar en mi cuello y me dio mucha pena. Ahora entendía su comportamiento y todo lo que había tenido que pasar desde tan pequeño. Lo abracé con más fuerza y me quedé dormida.

La luz entraba por la ventana y me daba en toda la cara, así que me giré y me encontré con unos ojos Azules  mirándome fijamente con cariño. Nunca había visto esa mirada en él. Nos quedamos así durante 5 minutos que parecían eternos.

—Voy a rezar —dije levantándome.

Entré al baño y, ya que estaba, me duché y hice el wudu. Me puse la toalla en el cuerpo y en la cabeza, y salí con la cabeza agachada para ir al armario.

—No te puedes pasear así por mi habitación —me dijo él, levantándome la cara.

—Estoy yendo al armario, por si no lo ves —dije apartándome.

—Al armario de mi habitación —me corrigió.

—No te acostumbres —le dije con una sonrisa y seguí caminando.

Al entrar, me quedé flipando. Era gigante, en una parte había ropa de hombre y en la otra de mujer.

—¿De quién es toda esta ropa de mujer? —le grité desde el armario.

—Ahora es tuya —me dijo.

Salí y lo miré.

—¿Cómo que ahora mía? ¿De quién era antes?

—¿Estás celosa?

—No, no quiero usar ropa que ha usado otra tía —dije.




Hoy he subido 8 capítulos mañana subiré más 🫶

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora