Capítulo 12: Daylight

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La arena bajo mis pies quema un poco, a lo lejos, veo a quienes son mis salvadoras de este martirio y me encamino a ellas. La suela bajo mis pies es reconfortante y sonrío al ya no sentir lo caliente de la arena sino, la frescura de mis sandalias.

Mi acompañante toma algunas fotografías de la obra de arte frente a nosotros con su analógica que lleva a todos lados. Pero para mí, la única obra de arte bajo la luz del día, era él.

–– Es hermoso ¿no?–– mis brazos abrazan su torso por detrás pegando mi mejilla en su espalda definida.

–– Lo es, pero no más que mi cantante favorita.–– se da la vuelta y me mira a los ojos

Con su mano libre toma mi cintura  atrayéndome y mis manos se pasan en su pecho desnudo. Mis mejillas arden ante su cumplido y sonrío tímida.
De pronto, su piel seca me recuerda que aún no nos hemos adentrado al mar.

–– ¿Carreritas al mar?–– elevo una ceja retadoramente.

Enzo está por decir algo pero sin dejarlo comenzar  mis pies ya están corriendo hacia nuestra próxima aventura.

–– ¡Esperate nena, mi cámara!–– grita dejando su preciado tesoro junto a nuestras cosas sobre la toalla.

Río mientras mi cuerpo avanza escuchando como me llama "tramposa" a lo lejos, mis pies están por tocar aquel líquido salado cuando siento a la figura masculina tomarme en el aire.

–– Sos una trampocita, ya te vi–– dice agitado–– no te escapás de mí tan fácil

Mi risa hace eco en aquella solitaria playa donde somos los únicos.

–– ¿Y quién dice que me quiero escapar de vos? Ni loca–– paso mis brazos por su cuello una vez mis pies han vuelto a sentir la arena húmeda por las olas.

Sonríe y niega mirando mis labios.

–– No lo hagas nunca por fa, me muero si no estás–– besa mis labios llenándome de su dulzura en un lugar donde el ambiente es salado.

––Tengo una idea –– digo alejándome

Mis pies corren hasta nuestras sillas con nuestras cosas y tomo mi teléfono. La cámara se abre y posiciono el teléfono contra mi bolso playero comenzando a grabar.
Me acerco a Enzo y él mira detrás de mí curioso hacia donde dejé mi teléfono.

–– Enzo...–– llamo–– ¡piensa rápido!

Sin más, me echo a correr de nuevo sin darle tiempo de nuevo a reaccionar, pero éste no tarda mucho y me sigue el juego. Comienza a querer alcanzarme.

Las olas golpean entre sí acercándose cada vez más a la orilla donde nuestros corazones juegan a atrapar al otro en un jueguito que nos recuerda que a veces es bueno sacar a la playa al niño/a que llevamos dentro.

Are you ready Mr Vogrincic? | Enzo Vogrincic✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora