XXIV

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En el preciso instante en el que vio al pequeño felino recostado sobre el asfalto, corrió hacia él olvidándose de que Jennie estaba a su lado, que estaba gritando, pero sobre todo olvidando quien era ella. Solo le importaba Luca.

-"¡No, por favor!" volvió a gritar tirándose al asfalto de rodillas sin importarle que las rasgaduras de sus vaqueros se hicieran más grandes.

Jennie estaba más pálida de lo normal e inmóvil. No sabía qué hacer, qué decir, qué sentir. Por otro lado, el cuerpo grisáceo del felino estaba recostado dándole la espalda a ambas. Luca parecía estar inconsciente pero no había sangre a su alrededor. Lisa rápidamente lo cogió entre sus brazos y éste empezó a maullar desgarradamente. Algo no estaba para nada bien.

-"Tranquilo, amigo, tranquilo" dijo acariciándole la cabeza grisácea mientras las lágrimas caían de sus mejillas. "¿Piensas quedarte ahí?" gritó mirando hacia Jennie.

-"Yo-yo" tartamudeó aún pálida.

-"¡Tienes que llevarme a un veterinario!" dijo manteniendo el mismo tono notando el sabor salado en sus labios.

Rápidamente sin asimilar todavía la situación, Jennie entró de nuevo en su coche notando cómo Lisa ya estaba dentro mientras intentaba calmar al pequeño gato que maullaba sin cesar. Un veterinario. Era demasiado tarde para que uno cualquiera estuviera abierto, por suerte, conocía la dirección de uno de urgencia.

La de ojos marrones notó cómo Jennie pisó rápidamente el acelerador sin decir ni una palabra. La vida Luca estaba en peligro y le daba igual quien la llevase en ese mismo instante. Si en vez de la morena de gatunos ojos verdes hubiesen sido cualquiera de sus padres, hubiera hecho lo mismo. No podía perderlo.

Los maullidos se hacían cada vez más insoportables y por lo tanto Lisa quería acariciarlo lo mínimo, puesto que cada vez que lo hacía, éstos se prolongaban con más intensidad al igual que sus lágrimas. No se sorprendió cuando Jennie le alcanzó un pañuelo sin mirarla, pero mentalmente le dio las gracias puesto que lo necesitaba.

A una alta velocidad, mucho más de la máxima permitida, llegaron hacia el estacionamiento de dicho veterinario de urgencias dónde Jennie aparcó en la misma puerta permitiéndole a Lisa bajar rápidamente. Ésta lo hizo sin mirar atrás porque realmente no esperaba que la de gatunos ojos verdes se quedase a su lado y tampoco le importaba. Solo quería salvarle la vida a su gato.

Nada más entrar por la puerta blanca doble con dos pequeñas claraboyas en cada una de ellas, una de las empleadas que ocupaba la recepción, llamó rápidamente por un megáfono a la Doctora Bourne la cuál apareció corriendo tras otra puerta del mismo estilo vistiendo un uniforme verde de pies a cabeza junto a una pequeña camilla metálica.

-"¿Qué ha pasado?" preguntó nada más encontrarse con la figura de la morena.

-"No-no sé realmente, él-él no estaba y-y un coche y entonces yo..."

-"Vale, está bien" dijo la rubia doctora tomando al pequeño en sus brazos intentando que los maullidos fuesen mínimos. "Vamos a hacerle varias pruebas porque aunque aparentemente no hay heridas abiertas, puede haberlas internas. Necesito que espere aquí mientras mi compañera se encarga de tomarle los datos, ¿de acuerdo?" preguntó tras dar la breve explicación.

-"Dígame que se va a poner bien" pidió Lisa alterada mientras sus lágrimas seguían llenando su rostro.

-"No puedo prometerle nada, pero puedo asegurarle que haré todo lo posible para que así sea" respondió con una sonrisa doblada retirándose con la camilla.

- "¡Espere!" gritó la morena corriendo hacia ésta. "Te quiero Luca" dijo mientras le besaba la grisácea cabeza.

En ese mismo instante la puerta del veterinario se abrió para dar paso a Jennie quién entró rápidamente deteniéndose en la entrada al ver cómo Lisa lloraba desconsolada mientras quien suponía que era la veterinaria, se llevaba al pequeño felino recostado en una camilla de aluminio.

adaptación- cenizas - JenLisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora