00: ¿Ladrón?

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El sol brillaba y los pájaros cantaban, todo indicaba que iba a ser un hermoso día. Un bello conejito se encontraba feliz, pues uno de sus mayores sueños estaba a puertas de hacerse realidad.

—¿Casarte?— cuestionó el rubio sorprendido —¿No crees que es muy pronto, gukkie?

—¡Para nada, hyung!— expresó feliz el conejito de cabellos púrpuras mientras preparaba un rico pastel.

—Entiendo que es tu mayor sueño, pero tampoco es para que te comprometas con el primer hombre que veas— sin dudas alguien vio muchas películas de princesas de Disney.

—En eso estás equivocado. Llevó conociendo a Hobi hyung hace ya un buen tiempo— colocó el molde con la mezcla en el horno previamente precalentado —además mi mamá le dio el visto bueno— añadió moviendo su colita.

El ciervo no objeto, pues conocía lo bien estricta que es la madre del conejito en el aspecto amoroso. Si ese tal Hoseok logro tener la bendición de ella, hizo un gran logro.

—No te preocupes, Jiminie— acarició la mejilla del nombrado, conocía bien la razón de su preocupación —estaré bien, él hasta ahora ha sido bueno conmigo—

Jimin solo suspiró y asintió. No quería que su amigo se arrepintiera cuando ya no haya vuelta atrás, había visto muchos casos de parejas infelices y tóxicas a tan solo días después de que se casarán.

Cómo el de sus padres.

—Esta bien, Jeonggukie. Confío en ti— sonrió nostálgico, era momento de aceptar que el conejito que conoció hace años, ya era un hombre comprometido.

El contrario abrazó con suma fuerza a su amigo, demostrando el afecto y cariño que le tiene.

[★★★]

Después de la charla que tuvo con Jimin, Jeongguk llevó el pastel (ya decorado) empaquetado en una caja ha la alcaldía, pues la alcaldesa le hacía solicitado uno de sus deliciosos pasteles que preparaba.

Vestía una camisa azul a cuadros, con unos pantalones blancos y zapatos del mismo color. Daba cortos brinquitos en el camino debido a su desbordante felicidad.

Al llegar a la gran puerta de madera, tocó unas tres veces para que luego está se abra.

—¡Jeonggukie!— saludo contenta una peliblanca oveja.

—Buen día alcaldesa— hizo una reverencia —le traje el pastel que me pidió—

—Oh, gracias, Jeonggukie— recibió la caja dejándola sobre una mesa, sacó de su saco negro una gran cantidad de dinero —toma, quedate con el cambio—

—Pero, es mucho dinero, no puedo recibirlo—

—Insisto, consideralo un regalo de mi parte—

Jeongguk aceptó y se retiró del lugar, era la cuarta vez que la alcaldesa le daba mucho dinero de más. Aún así no podía quejarse del todo ya que significaba una ganancia para él.

Sacó su teléfono y miro la hora, 12:40 del mediodía. Faltaba poco para que su prometido saliera de su trabajo.

Corrió lo más rápido que pudo y llegó a un supermercado. Entre tanta multitud de clientes y trabajadores, pudo encontrar a Hoseok organizando lo que pareciera ser el área de lácteos.

Señor Lobo | TaeggukDonde viven las historias. Descúbrelo ahora