EXTRA: CINCUENTA Y DOS SEMANAS ANTES

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Hechos ocurridos antes del primer capítulo de la historia

QUIENES LA DEJARON

No puedo esperar tanto tiempo a Ramiro que pase por mí cuando me prometió estar aquí a las nueve. Su mensaje me acaba de avisar que se retrasará porque Caddie se puso cariñosa. Como si yo quisiera algún detalle de sus prácticas sexuales. Qué asco.

En lo personal disfruto mucho del sexo, pero lo que hacían de los demás sin que a mí me concerniera me importaba cero centavos.

Mi último round había sucedido hacía unos tres meses en mi visita a Canadá porque Ramiro, mi mejor amigo, decidió que no podría visitarme tan inmediato luego de año nuevo porque primero tenía que ir con Caddie a visitar a la familia de esta Chicago. Mamá me decidió dejarme ir al otro país en un vuelo de turista, sola, porque era a casa de los Banner, lo que lo hacía una razón más que suficiente para ella.

El caso es que un amigo de Ramiro que invitaba a sus fiestas se mostró interesado, y, lo demás son momentos exquisitos. Fue mi primer sexo casual en el que fui totalmente complacida. Ramiro nunca se dio cuenta porque me saldría con prejuicios morales acerca de mi dignidad como mujer y yo sabiendo todo eso ni siquiera le había dicho que mucho antes había puesto mis caderas en acción.

Observo impaciente el vestíbulo de la entrada del edificio de mi casa y más allá el camino a la puerta. La paciencia no es lo mío. Estoy justificada porque voy a mi fiesta de cumpleaños que él me organizó y se supone que yo debí ayudar en algo. Pero no, él solo me pidió estar lista porque contrató a organizadores de fiesta.

No puedo pedir un taxi porque mamá quiere hablar con él antes de irnos, a darle instrucciones de no alocarme y beber, porque no tiene el respaldo de los mellizos que respetaron mi momento con mis amigos y decidieron ir a casa de sus amigos. La verdad que esto es como la cuarta celebración de cumpleaños y ahora me toca con mis otros amigos.

De pronto, veo que por la sala de reuniones que hace parte de la oficina del estudio de arquitectos de mis padres salen dos chicos, o mejor dicho hombres, uno mejor que el otro; el de la sonrisa socarrona que me da al verme es de cabello rubio y trae un saco gris puesto, el de la sonrisa llena de confianza es fuera de mundo con el cabello negro, viste bastante bien y se ve que está como quiere.

Y sí que está en mi lista mental de futuras cogidas, de hecho está en el primer puesto.

—Buenas noches señorita, me llamo Lion Jackson, es un placer —dice éste ofreciéndome una mano y escaneándome de arriba abajo—. ¿Qué haces por aquí?

—Soy Cloy y es mi casa —digo sonriendo apenas, aunque me lo esté comiendo con la mirada.

—Es una de las hijas del señor Alonzo —habla el de la sonrisa socarrona que se convierte en una divertida—. Pensé que sus hijos eran unos niños y no tan mayores. Mucho gusto, soy Matthew Sanders.

—No tan mayor como tú crees —respondo.

Lion, una de las alucinaciones en hombres y del cual en este momento me llegan muchas canciones sobre lo magistrales que son los hombres, hace un movimiento con su mano para que me siente en el sillón. Me pongo cómoda mirando como ellos lo hacen en el sofá frente a mí, ambos me miran con interés y con una clara expresión de que quieren cogerme, la única similitud en ambos es que tienen los ojos azules.

Estoy con un vestido muy escotado y me siento demasiado bien el que me vean, tanto que por primera vez pienso en experimentar un trío.

—¿Veinte años? —indaga.

Descaradamente Problemática ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora