Durante las prácticas de magia que Estailus tenía con Aquino, solían trabajar en el exterior creando herramientas mágicas o estudiar en el interior libros sobre hechizos y encantamientos relacionados con el tema (más por parte de Aquino). Era algo normal que, después de cada sesión, Estailus acompañara al castaño adentro para peinar su cabello y mantenerlo en buenas condiciones, un hábito que lentamente se había creado gracias a un pequeño incidente ocurrido meses atrás.
En el preciso momento en que Aquino le iba a enseñar un hechizo relacionado con hacer crecer flores (algo que no entendía realmente para qué servía, sacando por conclusión que lo quería impresionar de alguna forma o presumir del hechizo nuevo que había aprendido), pensó que no habría ningún problema y que lo realizaría fácilmente. Después de todo, era un hechizo para hacer crecer flores, ¿qué tan difícil podría ser? Pues para Aquino, era o muy difícil o era un completo estúpido.
El hechizo falló, tal vez por alguna mala pronunciación o alguna interferencia en el entorno que afectó el flujo de maná. Lo que sucedió fue que, en lugar de hacer crecer flores en el suelo, estas comenzaron a brotar de la cabeza de Aquino. Da igual, prefería mil veces que unas flores crecieran en su cabello a que algo peor hubiera sucedido. De hecho, tras una larga investigación por su parte y una observación intensiva en busca de síntomas (lo cual no encontró), se dio cuenta de que no pasaba nada y que, al parecer, era "inofensivo". Eso lo relajó considerablemente y prometió no volver a dejar que el oji-miel realizara ningún hechizo con flores. Curioso, ya que la magia que Aquino realizaba se basaba principalmente en eso. De igual manera, no lo logró; ese chico era increíblemente terco con el asunto (terco de mie-).
Desde que el castaño tenía aquellas flores, notó cómo su ya desordenado cabello empeoraba. Al resaltar ese hecho, solo recibió una simple respuesta: "Bueno, tener flores en el cabello no facilita poder peinarme, así que no lo hago muy a menudo" Con esas palabras, un pensamiento pasó por su mente: ¿Y si lo hago yo?
Al principio, no lo pensó demasiado, dejando pasar la situación hasta que no pudo aguantarlo más y se ofreció a ayudarlo. Digamos que era un chico que cuidaba muy bien su cabello, y ver cómo a Aquino no le preocupaba en lo absoluto lo estresaba.
Aún podía recordar la expresión sorprendida y confundida del oji-miel, quien, tras unos segundos, aceptó de manera incómoda aquella propuesta y lo guió hacia la parte superior del árbol. Aunque en ese momento el lugar se encontraba en plena construcción, eso no detuvo que peinara aquellos cabellos revoltosos por primera vez. Al terminar, recibió un pequeño "gracias" por parte de Aquino y, después de eso, simplemente se retiró del lugar, sintiendo que ya había cumplido su deber con completa satisfacción. Pensó en dejar la situación en el olvido o en burlarse de Aquino por ello, pero tras unos días pudo volver a ver cómo el cabello del oji-miel se desordenaba de nuevo.
Al principio, era cosa de una vez a la semana, luego tres, y lentamente se convirtió en una actividad diaria, donde al principio preguntaba si podía ayudarlo y Aquino aceptaba a regañadientes. Entonces iban hacia la casa del oji-miel para que lo peinara y luego poder irse. Hasta que después simplemente lo seguía hasta su casa sin preguntar, y Aquino aceptaba sin poner resistencia, una rutina que ambos parecían aceptar en silencio.
Y hoy no era la excepción. Aquino se encontraba guardando los materiales que había usado en esta ocasión, teniendo cuidado de no romper nada y clasificando los pétalos de las flores. Después de terminar con su labor, finalmente cerró el cofre, sintiéndose satisfecho por haber realizado un nuevo crafteo. Escuchó el sonido de las llamas alimentándose del carbón; al parecer, Estailus seguía alimentando las endollamas para producir más maná. Su cuerpo se movió para acercarse al chico y tocar su hombro, queriendo que dejara aquella acción para que lo escuchara.
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orejitas (estaquino)
RandomAquino no podía evitar sentirse como un pendejo por haber confiado en que Locochon sabía lo que hacía. Estailus agradecía mentalmente a Locochon. Aunque fuera por unos minutos Quizás era hora de tomar valor, de dar un paso adelante, y enfrentar lo q...