◎Perdido, desorientado y hambriento caminaba por el bosque. Sus piernas dolían y su garganta estaba completamente seca. Pequeños cortes adornaban sus rodillas por culpa de los matorrales que cubrían el verde paisaje. Un laberinto de árboles del que sabía que tenía que salir.
Su misión, esa era su misión. Volver a casa, sí, eso tenía que hacer.Decidido saltó los charcos, cruzó las hierbas, y esquivó las zarzas. Volver a casa, eso tenía que hacer, y lo sabía.
El silencio empezaba a resultarle preocupante, no había viento, no se escuchaba el sonido de ningún riachuelo, los grillos no hacían ningún ruido.
Después de unas horas caminando se dio cuenta; no había grillos. Ni ningún otro insecto.
Y un fragmento de aquel cuento tan famoso le vino a la mente: "Fi Fa Fo Fum. De dónde viene el trueno no has de preguntar, ni de dónde el reino se ha ido a ocultar, ni por qué el pájaro ha dejado de trinar."
Solo que tampoco había pájaros, ni ningún otro ser vivo. Nada. ¿Qué clase de bosque no albergaba vida?Tenía que volver a casa, y lo sabía. Lo tenía claro, esa era su misión.
◎
La noche había caído, su sed era ya insoportable. Las zapatillas le hacían daño en los tobillos y sus ojos empezaban a cerrarse solos.
Agotado, cayó de rodillas sobre un pequeño montón de hojas bajo un árbol. Abrazó sus propias piernas y se preparó para rendirse al sueño y descansar.Fue entonces cuando la escuchó por primera vez, pudo sentir una respiración en su oreja y como una mujer le susurraba: "ahí no."
Su estómago se revolvió y, tras mirar alrededor con terror, no pudo encontrar a nadie.
Su primer instinto fue retractarse, sus ojos escaneando los árboles. Nada.
Pero lo escuchó tan claramente...Optó por gatear hacia otro lugar distinto, otro árbol, acurrucándose contra la corteza.
Normalmente, lo ocurrido le habría quitado el sueño. Sin embargo, sus párpados pesaban, estaba tan cansado...Sin darse cuenta ya había amanecido. Con un gran bostezo estiró los brazos, y su sorpresa fue espantosa al mirar el árbol donde en un principio iba a haber dormido; una rama del tamaño de una estantería había caído donde él habría estado.
"Ahí no." A eso se refería.Tenía que... tenía que... ¿que tenía que hacer?
Su misión... ¡volver a casa! Si, eso, volver a casa, eso tenía que hacer. Esa era su misión.Así que volvió a levantarse, y tuvo que apoyar una mano en el tronco cuando su visión se volvió negra en el momento en el que plantó los pies en el suelo. Un dolor de cabeza insoportable.
El mareo pasó tras unos segundos, pero su visión seguía algo borrosa.Trató de mover primero la pierna izquierda, dando un paso, después otro, y así hasta caminar por un rato.
Se percató de un ligero temblor en sus manos, tenía sed, mucha sed. Pero no podía abandonar su misión.
Su misión era... ¿su misión?
¡Encontrar agua! Por supuesto. ¿Como podía haberlo olvidado?Pero no tenía fuerzas, sus articulaciones se habían rendido. La deshidratación haciendo que el bosque diese vueltas. Y así se derrumbó.
Tendido en el suelo y sin ningún tipo de motivación, cerró los ojos. Pero entonces un pitido agudo hizo acto de presencia en sus oídos. Se sentó, y observó como de entre los árboles surgía la luz más brillante y cegadora que hubiese visto nunca.
Tuvo que apartar la mirada inmediatamente. El sonido se hizo más intenso hasta que pensó que iba a dejarle sordo.Y entonces paró. El bosque volvió a su aterrador silencio.
Al menos por unos segundos, hasta que escuchó el primer paso.
Vio como algo se movía entre los arbustos y se paralizó por completo.
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Dahlia
Short StoryVíctor camina perdido por el bosque, y lo único que sabe es que su misión es volver a casa.