CAPITULO 96:

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MI HERMOSA NOVIA, EN MULTIMEDIA...

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Un doce de mayo de 1995 a las tres de la mañana, ella corrió fuera de Yerbalito, llevando a su lado a sus dos pequeños de la mano. Ese día, un año después, se dio la vuelta en la cama, agradeciendo que podría dormir unas horitas más.

Un doce de mayo de 1995 a las siete de la mañana, arribó a un pueblo extraño con miedos e incertidumbre, sin saber que se volvería su hogar. Un año más tarde ese mismo día, se levantó a las siete para desayunar porque sus dos pequeños le reclamaban desayuno en su vientre. Y ay de ella si no se los concedía.

Un doce de mayo de 1995 justo al medio día, se sintió desfallecer porque no hallaba un trabajo para conseguir comida, mientras sus pequeños charlaban en el parque con un desconocido. Ese doce de mayo del año siguiente y a la misma hora, su mejor amiga Milena la arreglaba en compañía de una maquilladora profesional y su tía, para el momento más importante de su vida; mientras Emi y Jerónimo alimentaban las palomas de un parque cercano, con ese mismo desconocido que ahora era su papá.

Un doce de mayo de 1995 al caer la tarde, se le habían abierto las puertas de la casa cural de Don Matías, teniendo frente a si al hombre más apuesto que habían visto sus ojos. Ese doce de mayo un año más tarde, ella estaba de pie nuevamente frente a una puerta. La de la Basílica Metropolitana de Medellín, aguardando el momento de ver a los ojos a ese mismo hombre, que sería su esposo delante de Dios.

Un doce de mayo... de 1995, se armó de valor y de su verdugo escapó. Ese año siguiente y el mismo día, recibía el más grande amor. Porque el ángel que había pedido en una oración tosca, la había rescatado y había elegido entre la Cruz y el corazón.

Tomó una inhalación honda, con el ramo en una mano, y la chaqueta de William siendo aferrada en la otra, mientras se sujetaba de su brazo. Cagada de los nervios, literal estaba. Indecisa de si las cosas saldrían finalmente bien, emocionada por el paso que iban a dar; y rezándole a Dios porque Abel si se hubiese recompuesto de los síntomas, pues el embarazo le estaba dando más duro a él que a ella. Prácticamente como si se les hubieran traspasado los síntomas, y desde temprano y aunque él estuvo con los niños en el parque de la América, había tenido náuseas y mareos.

Estaba visto que ese no era de Dios su mejor guerrero.

Su cuñado la miró.

—¿Muy nerviosa, Pao?

Ella soltó el aire lentamente.

—Como para salir corriendo en pura pecueca, sí.

William se rió.

¿Cómo podía estar tan paniqueada por esta boda, con todo lo que los dos habían compartido y tras vivir la civil primero? Eso era algo que no comprendía.

—¿Y lo harás?

Sus ojos lo miraron a través del velo blanco.

—¿Cómo crees, William? ¿Con todo lo que me costó echarle mano, crees que quiero de verdad huir de la boda?

El volvió a carcajearse.

La wedi paner o esa cholada de nombre en inglés que les ayudaba con los preparativos, y que ella no recordaba el nombre, permaneció a unos pasos de distancia esperando indicaciones para hacerla entrar. Pues adentro sonaba una melodía preciosa de piano y violín durante la marcha de Abel y ella tenía que aguardar su turno.

—Sí. Totalmente de acuerdo contigo. Fue una relación muy sufrida, pero aquí estamos. Al final triunfó el amor.

—Triunfó—susurró—¿algún consejo como matrimonio con Luzma que lleva tanto?

ENTRE LA CRUZ Y EL CORAZÓN (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora