🂱 ; capítulo treinta y uno

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Gracias al todopoderoso, el espectáculo de Sunoo si fue pospuesto.

El anuncio del aplazo se hizo mientras el público ya esperaba en la carpa principal y Valentina tuvo que hacerse cargo, subiendo al trapecio con Taki.

El publicó lo aceptó y como compensación, se ofrecieron entradas gratuitas para que todos los que ya estaban ahí, disfrutaran de su próximo acto sin volver a pagar por ello.

Sinceramente, él tendría que sentirse malditamente culpable por hacerle creer a todos que había tenido una fiebre de treinta y ocho grados. No encontró otra salida, fingió sentirse pésimo, al extremo del colapso y sustentó su falsa enfermedad con un termómetro que colocó cerca de una lámpara encendida.

Como en Orion los asuntos de salud cobraban primordial relevancia, aquella noche le ofrecieron un pase directo a revisión en los consultorios médicos, que por motivos obvios no aceptó y únicamente pidió regresar a su casa, diciendo que solo necesitaba descansar para recuperarse.

Sus entrenadores le dieron la noche libre, junto a un día extra de descanso por si sufría alguna recaída o se le complicaba lo que sea que tuviese y la verdad, lo agradeció.

La empatía de sus compañeros hizo que tuviera remordimiento y prometió que por el bien de su carrera, no tendría sexo en horas de trabajo sin usar lubricante.

Era una lección aprendida.

Y lo más complicado llegó dos días después, cuando se avecinó la hora de retomar su espectáculo.

Su asistente comenzó a cuestionar la veracidad de su enfermedad al verle portar el nuevo vestuario, las incontables marcas que su novio le dejó en toda la piel de los muslos, lo pusieron en jaque mate. Al verse en aprietos, inventó que había sido atacado por algún insecto mientras dormía y hasta se rascó varias de las enrojecidas manchas, simulando una desesperante comezón que dejó pensando a Leo.

No lo convenció.

Para colmo, ahora se hallaba en la oficina principal, esperando a su jefe con el labio entre los dientes porque lo había citado de carácter urgente en el área administrativa.

Estaba nervioso, no comprendía por qué su presencia era requerida con tanto apremio y en primera instancia, su mente sugirió que iban a reprenderlo.

Tal vez su asistente detectó la sucia mentira, descubrió su engaño y lo había acusado. Quizá el dueño le iba a dar un ultimátum por utilizar las instalaciones del circo para actividades fuera de lo laboral...

¿Iban a reducirle el sueldo? O acaso... ¿Iban a despedirlo?

Bien, realmente estaba asustado.

Y el miedo que lo aquejaba cobró vida en cuanto escuchó a Minho darle los buenos días a su secretaria, antes de entrar al elegante cubículo.

Era como si el temor se materializara, Sunoo oyó el sonido que los costosos zapatos de su jefe producían al caminar y sostuvo su té caliente al sentir un par de palmadas en la espalda.

—Kim, ya estás aquí— pronunció el hombre, con amabilidad. —Iba a preguntar si querías algo de beber, pero veo que ya te lo ofrecieron.

—Hola, buen día— Saludó con cortesía, apretando la oreja cerámica de la taza. —Sí, Lilith fue muy amable y me trajo té.

—Excelente— comentó, al retirarse el saco. —¿Cómo te encuentras? Me notificaron que habías enfermado hace unos días.

—Sí... Me sentía un poco mal, pero ya estoy bien, listo para continuar con mis deberes.

El adulto de traje asintió, avanzando hacia su silla en el lado opuesto del escritorio y colgó su prenda en el respaldo, previo a sentarse.

—Me alegra saber que te sientes mejor, sabes que aquí tenemos servicio médico para cualquier situación— Ubicó los codos sobre la superficie de caoba. —Tenemos a los doctores
más capacitados.

꒰ 𝗶𝘁'𝘀 𝗮𝗹𝗹 𝗮𝗻 𝗮𝗰𝘁 ꒱ ᝰ.ᐟ 𝘀𝘂𝗻𝗴𝘀𝘂𝗻ᵃᵈᵃᵖᵗ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora