Pensamientos de Kirishima

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—Bueno, ¿qué le prepararé hoy a Katsuki? Quiero que lo disfrute, se lo merece después de esos besos. Cómo me encantan. Desde que hacemos esto casi a diario siento que estoy en el paraíso. Ya sé, como le fascina lo picante, será omelet con salsa chipotle. A ver... Necesitaré equilibrar ese sabor fuerte con algo dulce, unos panqueques bañados en miel y leche condensada. Sí, sí. Y por supuesto, no puede faltar la proteína de la carne, creo que nos quedan tocino y salchichas. Muy bien, ¡manos a la obra!

Mientras preparo el desayuno reflexiono el gozo de vivir junto al hombre que amo. Esta mañana me encuentro muy feliz. Despertar viendo tu rostro es una maravilla, nunca puedo contener mi sonrisa. Me encanta verme reflejado en tu tranquila mirada, el reflejo del sol a mi espalda hace brillar tus ojos cual rubí. Esta vista solo se puede apreciar en las mañanas y tengo la dicha de presumir que es solo mía. Siempre me aseguro de despertar contigo en mis brazos, duermo del lado izquierdo para cuidar tu brazo que necesitó mucha rehabilitación. Creo que este hábito me ha hecho adicto a tu toque. Y no me refiero solo al ámbito sexual, sino también a tus labios, a tus caricias y a todo tu tacto; inconscientemente también despierto con mis piernas cruzadas con las tuyas, mi cuerpo te busca para fusionarse en ti.

Es una dicha despertar contigo, que te acurruques en mí cuando te doy los buenos días y me des tu permiso para besarte al decir tu nombre. Los besos matutinos que nos dimos siempre despiertan la lujuria en mí. Si fuera solo mi decisión te tomaría para hacerte el amor con toda la intensidad posible cada que nos levantamos para que tu cuerpo y alma graben a calor vivo mis sentimientos por ti. Pero no lo hago porque me importa más tu bienestar que mis deseos. Te amo, nunca te dañaría. Tus brazos alrededor de mi cuerpo me hacen reflexionar que no es necesario el sexo para que nuestros corazones estén unidos. Por eso siempre serás tú el que marcará el ritmo, como hoy, que decidiste masturbarnos. Siempre te respetaré y valoraré lo que decidas.

La verdad es que pierdo a propósito en nuestro juego del caramelo. Sinceramente, no me molesta cocinar. Menos para ti, Katsuki. Siento que es una forma en que puedo expresarte todo mi aprecio y sentimientos. Además, aún me preocupo por tu brazo; por eso siempre que puedo te ayudo en la cocina cuando nos preparamos el almuerzo o la cena. Es lo menos que puedo hacer. Y me gusta que se haya convertido en otra rutina nuestra que anhelo compartir ya que con el tiempo te acostumbraste a los retrasos por mi culpa. ¡Pero es que no puedo evitarlo! Cuando te tengo a mi lado, surgen en mí enormes ganas de abrazarte, de besarte y de decirte cuánto te quiero. Me cuesta separarme de ti cuando mis sentimientos se desbordan. Hoy alargué lo más posible mi contacto en tu rostro, te dejé suavemente sobre la nube de almohadas y sábanas que aceptaste comprar (capricho mío para que estés super cómodo) y me vine a prepararte el desayuno.

Admito que antes era un desastre, daba lástima y vergüenza al cocinar. Recuerdo la vez que logré convencerte de que me enseñaras, poco después de que nos hiciéramos novios en secreto. Era una mañana, fin de semana en la UA en el último año escolar, nuestros amigos de la Bakusquad estaban en la sala común y tú, en la cocina listo para preparar el desayuno. Me acerqué sigilosamente por detrás y puse mis brazos alrededor de tu cintura. Me diste un codazo en el estómago sacándome el aire. Aunque estabas de espaldas a mí, noté que estabas rojo de vergüenza porque tus orejas tenían ese lindo tono de color. Me reclamabas que no era el momento ni el lugar.

Traté de besarte y apartabas mi rostro

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Traté de besarte y apartabas mi rostro. Busqué maneras de convencerte de que nadie se daría cuenta, pero aun así no cediste. Así que decidí ayudarte a cocinar. Por supuesto, tampoco aceptabas, decías que arruinaría todo. No te culpo, mis nulas habilidades hasta ese momento a nadie le generarían confianza. Sin embargo, no me rendí. Te suplique que me enseñaras. Empezabas a gritarme y a hacer escándalo. Puse la cara más triste que pude para que te compadezcas de mí y al parecer estaba funcionando, porque tu ceño dejaba de estar tan fruncido.

No fue hasta que te dije la verdadera razón que mis insistencias lograron su cometido: no quería ser una carga para ti. A pesar de que te volteaste para disimular indiferencia, pude escuchar tu respuesta susurrante que yo nunca podría serlo. Me acerqué a tu oído y te dije que también deseaba prepararte cosas ricas desde mi corazón. Finalmente aceptaste. Quiero creer que te pude seducir con mi voz porque traté de hacerla sonar lo más grave y sugerente que pude.

Seguí tus instrucciones al pie de la letra, al principio se me dificultaba un poco que hasta respirabas profundamente para no enfadarte. Por eso redoblé mis esfuerzos para cumplir tus expectativas. Esa mañana aprendí a cortar verduras, medir la cantidad de agua ideal para el arroz, la temperatura perfecta para evitar que los huevos se quemen o queden crudos, lo que realmente significaba una pizca de sal, etc. Logré ayudarte a cocinar omurice, aunque el mío quedo un poco deforme, estaba satisfecho.

Cuando terminamos de preparar el desayuno no pude contener la emoción y me acerqué a ti para besarte en la mejilla, agradeciéndote por todo. Fue el primer beso que no me rechazaste esa mañana. Pero eso arruinó el secreto. Denki capturó el momento exacto de tu sonrojo y mi contacto en tu rostro en una foto. En su defensa, no fue intencional; solo que cuando se dio cuenta de lo que hacíamos, decidió evidenciar que Bakugou ayudaba a alguien en la cocina (un milagro según él). Aquel día, nuestros amigos más cercanos: Hanta, Ashido, Denki y Jiro dedujeron nuestra relación. Creo que más bien fueron las chicas y ellas se lo dijeron a sus novios. Yo aún conservo esa foto, la tengo en el buró de nuestra habitación para siempre recordar nuestra primera vez cocinando juntos. Cada recuerdo contigo son parte de mi tesoro más preciado.

Ya casi he terminado el desayuno. Aunque me perdí en mis recuerdos ya he logrado memoria muscular para hacer todo sin pensarlo demasiado. Creo que adornaré tus panqueques con frutos rojos y azúcar en polvo. También haré una tostada con mermelada. ¡Casi lo olvido! Te prepararé café y leche para que puedas pasar la comida. Espero que me permitas una vez más compartir el desayuno contigo.

Al llegar a tu lado en la cama con la bandeja, me cediste un lugar y con tu sonrisa entiendo que aceptaste mi capricho de consumirlo juntos. Te doy de comer en la boca. Me fascina ver tus labios moverse y disfrutar de los alimentos que te he preparado con esmero. De repente me das también a mí de comer y yo, como siempre por la emoción, grito ¡Ah! Me saboreo los labios, sé que te encanta que lo haga porque en tus ojos se refleja la excitación.

Por desgracia, nuestro tiempo se acaba cuando tengo que llevarme a lavar los trastes. Al volver te veo todavía sobre la cama, no te quieres levantar. Lo entiendo, tampoco quiero que nuestra mañana se termine. Pero sé que si no sales a trabajar te arrepentirás. Estás a punto de volverte el número uno y yo siempre te apoyaré en cumplir tus sueños. Así que te doy la mano para ayudarte. Mi corazón se estremece cuando la aceptas, viene a mi memoria la primera vez que la tomaste, cuando te rescatamos de la liga de villanos. Fue en ese momento que supe que te quería más que un amigo.

Cuando tus brazos rodean mi cuello me emociono sobremanera. Nos miramos fijamente. Sé lo que sigue, es mi parte favorita de la mañana.

—Te amo Eijirou, gracias por compartir tu vida conmigo.

Mis lágrimas quieren salir, también me avergüenza y emociona escucharte decir eso. Cierro mis ojos y uno una vez más mis labios con los tuyos. Nos besamos dulcemente, con suavidad, no con intensidad fiera. Acaricio tu rostro mientras te sostengo en la espalda y de alguna forma puedo sentir tus pensamientos y tus sentimientos. Yo siempre te protegeré, eres lo más importante para mí, quiero que seas feliz por el resto de nuestras vidas.

Coloco mi frente junto a la tuya para rozar nuestras narices.

—También quiero despertar a tu lado y repetir esta rutina matutina por el resto de nuestras vidas.

¡Guau! Que maravillosa sonrisa me devuelves.

Desayuno Matutino - KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora