Capítulo 10

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Había amanecido y yo era la única que estaba despierta. Ethan estaba en el sofá durmiendo muy cómodo, no sé cómo puede dormir cómodo ahí y en el sofá de la casa de Greg no.

En la nevera de la casa solo había comida vegana, simplemente asqueroso.

El tofu olía mal debido a que la nevera no estaba enfriando lo suficiente para que se mantuviera. Lo único que podía comerse era el brócoli, las zanahorias, el pan integral y la lechuga. Bueno, algo haré.

Terminé comiéndome el pan integral con la lechuga y la zanahoria aparte, esta comida no me gustaba para nada.

—Así que solo hay de eso— dijo Ethan sentandose frente a mí.

—Lamentablemente, sí. Por lo menos no moriré de hambre.

—Te quitaré una rodaja del pan.

—Asqueroso, no te has lavado los dientes.

—Tengo...— lo pensó—, tres días que no lo hago, Gayle.

—Que asco— le lancé la rodaja de pan.

—Me enjuago la boca con agua, ¿sí? Así que no es tan asqueroso.

—Ethan, tu casa queda cerca, puedes buscar un cepillo de dientes, no seas asqueroso— pensé por un momento—. ¡Además! Podemos ir a buscar comida a tu casa.

—Sí, bueno, más tarde quizá lo haga.

Hice una mueca y terminé de comer. Subí a mi habitación, saqué una ropa de la gaveta y entré al baño. Afortunadamente aún había agua, pero solo fría, así que me duché muy rápido. Me puse la ropa y salí de ahí. Pilar y ninguno de los demás ha despertado.

Bajé y Ethan tenía su hacha en la mano.

—¿Lista?

—Claro, vamos.

Tomé mi bate y salimos de la casa. Caminamos por la acera y llegamos a la casa de Ethan. La puerta estaba abierta así que estuvimos atentos.

Cuando entramos él olor putrefacto inundó mis fosas nasales. Supongo que el olor es el de los cuerpos de los padres de Ethan. Lo miré y no parecía estar afectado, o tal vez eso quiere hacerme creer.

—Tú ve a la cocina y busca comida, yo iré arriba a buscar una ropa y el cepillo de dientes. Tal vez me duche.

Caminé a la cocina con el bate en mano. Mis pasos se escuchaban debido a la madera del suelo, hubo una parte donde el piso hacía unos pequeños chirridos, como en las películas de terror.

Abrí la alacena y saqué el cereal que estaba ahí. Abrí la nevera y saqué una leche que se caducaba dentro de una semana. Seguí recolectando hasta que escuché pasos por el pasillo. Dejé todo en la isla de la cocina y tomé el bate.

Era un maldito enfermo.

Venía hacia mí, así que sin hacer ruido le di en la cabeza y cayó al suelo, lo golpee repetidas veces hasta que no se movió más. Volví a la cocina y tomé lo que pude meter en la mochila y subí a ver si Ethan había terminado.

—Ethan, tuve que matar a un enfermo, ya vámonos.

—Sí..., ya salgo.

Esperé unos minutos hasta que salió, olía a jabón y tenía otra ropa limpia puesta.

—Vámonos— dijo.

Bajamos las escaleras y salimos de su casa para ir a la mía.

—Tu camisa está un poco manchada de sangre— dijo.

Bajé la vista—. Maldición.

Cuando volví a alzar la vista un par de enfermos estaban en el frente de mi casa. Golpeé a uno en la cabeza e Ethan atacó al otro hasta que cayó al suelo. Entramos estaban todos sentados en los sofás.

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