Prólogo

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Corro y corro a través del inmenso bosque, se escuchan algunos disparos atrás pero no lo suficientemente cerca para herirme, la felicidad me inunda cuando veo un castillo bastante antiguo a unos pocos pasos de donde me encuentro ahora. Será un excelente lugar para esconderme, posiblemente hasta haya armas.
Cuanto más me acerco mayor es mi alegría, ya que la puerta principal está entreabierta. Aunque en parte es un poco terrorífico ya que podría haber gente igual de malvada allí pero tomo el riesgo y me adentro.
El hall es espeluznante, grito al ver cientos de cadáveres amontonados, algunos recién matados pero sin ninguna sangre a su alrededor, totalmente secos. Hay también cuerpos desmembrados que si conservan algo de sangre y hay cientos de cabezas colgadas por todo el techo mire por donde mire. Pero las pisadas de mis atacantes se escuchan cada vez más cerca y bloqueo la puerta de la entrada con varios muebles que encuentro de madera, bastante roídos por las polillas y las termitas.
Ellos intentan inútilmente derribar la puerta y entonces se marchan entre maldiciones.

-Hubieramos obtenido una buena fortuna por el rescate de esa perra, y además tenía ganas de meterle mano. Aparte de rica es hermosa.- Dice uno de los malhechores.

-Ya te digo, su boquita pequeñita en mi pene descomunal -dice otro entre risas.

Todos se ríen a carcajadas y yo solo siento asco, menos mal que me he librado de lo que esos impresentables pensaban hacerme. Pero ahora tengo otro problema, debo de evitar que el macabro dueño de este castillo sepa que estoy aquí y escapar de aquí todavía no es opción estando esos hombres cerca. Pero lo primero que necesito es encontrar armas.
Vagando por el castillo llego a las almenas, bien, agarro una espada algo oxidada por el paso de los años y una lanza. En una liga de mis medias deslizo un puñal. Jamás pensé que las pocas lecciones de lucha que me obligó a tomar mi hermano, James; llegarían a ser útiles.
Decido seguir explorando el lugar con el máximo sigilo posible, bajo al sótano pensando que puede ser la zona más segura para esconderse. Veo un montón de pasillos y estancias, apenas iluminadas por el débil candor de las antorchas. Hay sobretodo barriles de vino y cajas, de vez en cuando me cruzo con una rata pero estas se escabullen de mi lado enseguida. Me sorprendo cuando llego a una zona llena de ataúdes, y me asusto al  ser testigo de como estos se abren por huesudas manos. Antes de que estos vampiros me vean me escondo detrás de unos cuantos barriles cercanos a donde están los féretros.

-Huelo a comida, Charles. -Dice una voz cavernosa y masculina que me hiela la sangre.

-Tienes razón, Udr -la voz del que debe de ser Charles es aterciopelada y sensual.

-Tiene que estar bastante cerca, es un olor muy intenso y yo diría que femenino. Lo cual nos facilita las cosas para cazarla. -Dice una voz femenina dulce y fría al mismo tiempo.

Por suerte cuento con las armas que agarré hace un rato en caso que se lancen sobre mí. Sólo tengo que esperar que se acerquen y devanarles la cabeza, así seguro que mueren. Pero de pronto siento unas manos frías en mi cuello, el agarre apretado me produce mucho dolor y agobio por lo cual dejo caer las armas al suelo de piedra.
El ruedo del metal al impactar en su caída y mis desesperados jadeos atraen a los tres vampiros hacia nosotros.

-¡Sueltala Cesare! -le ordena la mujer de cabello rubio y vestida con un vestido rosa. Es hermosa.

Él obedece dejando libre mi cuello, contemplo también a los dos hombres, uno es muy feo y el otro no es hermoso pero tiene algo que me atrae. Me genera intriga. Todos menos el que me llama la atención me miran relamiéndose los labios, felices por tener una nueva presa a la que devorar.

-A esta joven no la vamos a matar -dice tajantemente el hombre que ha llamado mi atención.

-No me digas que te has enamorado de la muchacha, Charles. Tú y tus sentimentalismos. Udr y yo nos la pensamos comer y no nos importa tu opinión, ¿Verdad Udr?

El feo asiente con la cabeza.

-Sí Diane, me muero de hambre -dice acercándose a mí, analizandome.

Charles se coloca enfrente de mí y Udr le gruñe de una forma muy siniestra. Mi protector se lanza encima de él y comienza una batalla bestial. Diane interviene pero sale peor parada que Udr así que al final tienen que resignarse a la voluntad de mi salvador.

-Parece mentira que aún no os deis cuenta que como vampiro original tengo más poder que vosotros. -Les regaña con desdén y me da la mano para que me levante-. Perdone el comportamiento de estos salvajes, se dejan llevar demasiado por la oscuridad y la maldad. No está bien que nos alimentemos de los más débiles. Intento inculcarles que solo se debe de matar a los criminales. Puede quedarse aquí el tiempo que desee y le prometo que ninguna de las criaturas de mi castillo la lastimaran.

Me sorprendo por el hecho de que una criatura como él pueda tener sentimientos. Los otros se alejan enfadados y despotricando contra Charles.

-Yo no quiero abusar de su amabilidad, lord... -comienzo a decir nerviosa.

-Duque, soy el duque Charles de Trembleine. -Me corrige haciendo énfasis en su título-. Pero, puedes llamarme solo Charles.

-Encantada Charles, yo soy la duquesa Wilhelma de Roseham. -Me presento con una sonrisa cortés.

-¿Y qué hace una dama de tanta alta alcurnia vagando sola en estos peligrosos bosques? -quiere saber más intrigado en mi persona.

-Salí a pasear por los alrededores de mi castillo, me alejé un poco y unos bandidos que acechaban en la maleza me persiguieron y al ver este castillo en apariencia abandonado, pensé que sería un buen sitio para esconderme. -Le explico con incomodidad al recordar lo ocurrido.

-Comprendo, puede quedarse aquí el tiempo que desee y hasta puedo acompañarla a su castillo por la noche si desea. -Me ofrece con cortesía.

-No sé si volver, mi padre anoche me habló durante la cena que tiene pensado de casarme con un sapo viejo solo por ser el hermano del rey, el duque Stuard Archibald de Roses. Sé que por mi educación debo de obedecer la voluntad de mi padre pero la verdad es que prefería vivir aquí rodeada de cadáveres y sangre antes que casarme con ese imbécil. -Le explico con bastante incomodidad de que le esté contando mi vida a un desconocido y además de todo un vampiro.

Su mirada es triste lo cual me deja extrañada, no sé cómo un ser en apariencia tan sádico pueda albergar sentimientos. Pero me derrito ante su mirada, me provoca hormigueos en mi estómago.

-De acuerdo, como dije se puede quedar el tiempo que desee. Y su padre es un soberano imbécil por hacerle esto a su preciosa hija. -Me dice con ternura y yo me derrito aún más.

El castillo de los horroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora