CAPÍTULO 8

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"Qué alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es de admirar"

                               Mario Benedetti.

Calypso

Sensaciones extrañas.

Me volteo a mira el hombre que he estado evitando las llamadas y los mensajes con sus ojos negros puestos sobre mi como un león hambrienta.

—Ni yo lo sabía hasta esta mañana —recibo su beso en mi mejilla— acusate con Jemison. Él fue quien me lo dijo tarde.

—Ya no importa, estás hermosa —me coge de la cintura— oye tenemos que hablar.

Incómoda con Lykos a mi lado, trato de quitarle la mano con disimulo pero parece que el universo está en mi contra porque Daniel se aferra aún más a mí.

—Lo haremos pero no hoy y mucho menos ahora.

—Disculpa, pero estábamos hablando, así que si nos permite.

Con un gesto de cabeza le indica que se retire y Daniel en vez de hacerle caso, lo ignora.

—Calypso, ¿Quién es este tío? Y ¿Por qué se cree con el derecho de que eres de su propiedad?

No, no vayas por ahí Daniel.

—Daniel, te presento a Lykos, Lykos él es Daniel, un amigo de la infancia.

En vez de mirarme, sus ojos están sobre las manos de Daniel aún en mi cintura y está sí que logro quitarlas.

—¿Lykos Lancier? ¿De la empresa de telecomunicaciones Lancier?

—Él mismo, ¿Por qué?

Daniel me mira y vuelve la mirada hacia Lykos. El tiene una vaga idea de lo que ha pasado entre mi padre y el suyo en el pasado, pero sé de mis sospechas sobre la posibilidad culpabilidad de su padre en la muerte del mío.

—Tu padre era un amigo muy cercano de mi tío Jean Mari, eso es todo.

Lykos muy dudoso de sus palabras enarca un curva en su boca dejando lucir una pequeña sonrisa.

—Creo que la palabra exacta es rivale.

—Si nos permite, tenemos que hablar de algo muy importante.

Tomo el brazo de Daniel llevándolo conmigo. Su intento de socializar va a terminar en otra cosa si siguen hablando así, entre códigos. Lykos me da un leve asentimiento de cabeza antes de llevar su copa en la boca mientras nos alejamos.

—¿Qué haces con el tío que le robo casi todo a tu padre y que encima está responsable de su muerte? —se suelta— ¿Acaso te has vuelto loca?

—Primero, bájale una rayita a tu tono, ¿Estamos? Y segundo, estamos en un evento y nos tenemos que convivir.

—Pero Calypso, tú no ha estado conviviendo con él, sino que se estaban ligando.

—A ver, a ver, ¿Qué es lo que realmente te molesta? ¿Qué yo hablé con él o que me puede llegar a interesar?

—Las dos cosas me molestan, Calypso. Porque sabes muy bien, lo que yo siento por ti.

Y otra vez con lo mismo.

—Y tú también sabés muy bien, lo que yo siento por ti, Daniel. Así que, por favor no me vengas con escenas de celos porque yo para esto, no tengo paciencia.

—Entonces, ¿Para qué tienes paciencia, Calypso? —se prende— ¿Para tirarte al hijo del asesino de tu padre?

Tengo los puños apretados para no soltarle una

LA RULETA NEGRA [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora