𝟏𝟓. mi enemigo es algo tierno

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Celina's pov

El fuerte dolor de cabeza me despertó. Tenía más calor de lo usual. Y estaba abrazada a alguien, con un perfume familiar. Asustada y aturdida, levanté la cabeza rápido para ver dónde mierda estaba. Efectivamente. Estaba acostada arriba de Hector Fort, ABRAZADA a él. Me separé rápidamente, lo que me provocó un fuerte mareo. Casi la quedo. Intenté hacer memoria durante un buen rato, pero no recordaba nada de la noche anterior. Ni siquiera sabía cómo había terminado en la casa de él. En la cama de Hector Fort. Detalle no menor: no tenía mi vestido puesto. Tenía una camiseta, que asumo que es de Hector. Y si...?

—Despertate, Fort —dije, sacudiéndolo

—Joder, Ferraris. Es muy temprano —dijo somnoliento

—DESPERTATE —insistí

—Solo sigue durmiendo —dijo, abrazándome otra vez

—No, no puedo dormir tranquila en la misma cama que vos —hablé, preocupada, separándome

—Bien que estabas abrazándome hasta hace dos segundos. Como una bebé —dijo, burlón

—Qué carajo pasó anoche, Fort? —insistí

—Tienes suerte, Ferraris. No cualquiera puede tirarse a Hector Fort —replicó, sonriendo

—No. No hicimos nada. Me acordaría —negué rápidamente

—Ibas borrachísima anoche. Apenas podías caminar y hablar. Además, unos tíos se estaban pasando contigo, por lo que tuve que intervenir. Decidí traerte aquí, para que tus padres no vean el estado en el que ibas—explicó, bostezando

Suspiré y me pasé las manos por la cara, asimilando todo lo que había pasado

—Y ESTO? Explicame ESTO —dije, señalándole la camiseta que tenía puesta

—Ah, eso. Quédatela, tengo muchas —contestó, indiferente

—No, Fort. VOS ME CAMBIASTE? —pregunté

Hector soltó un suspiro, aún adormilado por el sueño. Se incorporó en la cama, apoyándose en un codo para mirarme, aún con una sonrisa burlona en su cara

—Cálmate, joder. Estás gritando como loca. Te cambié yo. Pero tranquila, no miré ni toqué nada. Tengo mis límites, y soy todo un caballero, Ferraris

—Vos sos de todo menos caballero —bufé

—No te iba a dejar dormir con ese vestido incómodo, así que simplemente te puse una camiseta mía. Usa la cabeza, Ferraris —dijo, pegándome con dos dedos en la frente

—Gracias. Y también perdón por molestarte, Fort —dije, avergonzada

—No te preocupes. Cuando no hablas, me caes bien —dijo, a lo que yo rodeé los ojos—Ya, ya. Lo dije de broma. Tienes hambre?

𝐃𝐄𝐋𝐈𝐂𝐀𝐓𝐄 | hector fortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora