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☽ | LEVANTA LA MIRADA.

☽ | LEVANTA LA MIRADA

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Han pasado unas pocas horas desde la visita de Noé.

El ambiente ha estado tenso desde entonces, la visita sobre todo fue muy inesperada y sus razones, doblemente todavía.

Vanitas observa al mencionado que arrulla ahora a su amigo animal entre su regazo. Tiene la expresión algo perdida y, sinceramente, el chico solo piensa en qué no hay nada mejor que una noticia tan buena cómo la de saber que un animal que quieres se encuentra bien y se va a recuperar en las mejores condiciones. Sus dedos tiemblan un poco, ya que tenía mucho miedo de fallarle a su compañero. Por suerte no ha sido de esa manera.

Siendo sincero, todavía no cree la excusa de Noé; en el fondo, muy en el fondo, sabe qué es mentira, pero de nuevo analiza esa expresión rota y abandonada a la completa desesperación y su estómago se retuerce de parte a parte. Sobre todo porque no conoce al chico realmente, y no sabe qué es lo que le pasa por la cabeza.

También está el hecho de que muchas veces ha llegado la ocasión en la que lo ha comparado con el monstruo que lo atacó su primer día en Francia; la idea lo aterroriza, la idea de lo mucho que se parecen. La idea de que sea verdad.

Aparta aquellas ilusiones de su cabeza, para no atormentarse, cuándo encuentra que el chico de cabellos níveos vuelve a llorar. Varias lágrimas caen por sus morenas mejillas y Vanitas se congela ante la imagen.

Se ve tan destrozado, que sin darse cuenta dirige su mano hacia esos dedos febriles y que no dejan de temblar. Vanitas guía sus ojos por sus ropajes claros pero manchados de la sangre del animal y del claro desconcierto que baila en su mirada.

—T-Tengo miedo, Vanitas. Murr, a Murr le duele mucho.

Está muy confuso, de eso no hay duda. Vanitas recuerda al Maestro de Noé y la imagen viviente en su cabeza cuándo besó una de sus manos, lo estremece con fuerza.

Pero se detiene a medio camino y, rápidamente, incapaz de creérselo incluso él mismo, dirige sus dedos finos hacia los labios del moreno. Hay una herida allí; proveniente de un golpe por seguro. Teme por la seguridad de ese chico tan alicaído porque sabe que hay algo más, está seguro de eso. Hay algo más en la vida de Noé y admite que se muere por saberlo.

—No tengáis miedo, Noé. Todo estará bien —repite, tratando de hacer que el otro se centre.

Y aunque no llega a rozarlos porque, casi por inercia, alcanza su maletín con material médico y saca de este una pequeña pomada. La baña en un pequeño algodón y ahora, cubriendo sus dedos con guantes de látex naturales, pide permiso con su mirada.

𝐂𝐀𝐍 𝐈 𝐌𝐄𝐒𝐒 𝐘𝐎𝐔 𝐔𝐏? | vanoé.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora