15. Quédate conmigo

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📆 AL DÍA SIGUIENTE

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📆 AL DÍA SIGUIENTE

Me llevo la mano al pecho como si pudiera controlar los intensos latidos de mi corazón. Sonrío al verla cruzar la entrada, una vez que ha cerrado la puerta de la calle. Todo mi cuerpo se descontrola al ver a la rubia mirarme de esa manera tan adorable con que lo hace, provocando de nuevo en mi que mi corazón siga furioso.

-¿No deberías estar sentado y no de pie? -me pregunta ella una vez la distancia que hay entre nosotros es mínima.

-No lo estoy apoyando -me disculpo de alguna manera, señalando una de las muletas que estoy usando para moverme por la casa. Sianna se detiene frente a mi, frunciendo el ceño mientras me mira, gesto este que le dura pocos segundos cuando de nuevo me obsequia con una sonrisa. 

-Mi abuelo dice que a veces soy un poco impulsiva, y tiene razón porque ahora mismo solo quiero hacer esto.

Su boca toma la mía con una rotundidad abrumadora. La sorpresa inicial hace que no responda al beso en un primer momento, pero cuando sus labios acarician los míos, solo tengo que abrirlos para que mi lengua busque la suya, apoderándose de ella con pequeños y precisos toques que la hacen emitir pequeños jadeos. Una de mis manos presiona su cintura, tirando de ella para que sus caderas se anclen en las mías. Su cuerpo encaja perfectamente con el mío, algo de lo que me regocijo bajando más mis manos hasta abarcar con ellas los cachetes de su culo.

-Niñito impaciente, acabo de llegar y ya me estás metiendo mano -su risa hace eco en mi estómago, pero para nada me hace sentir mal el hecho de tener mis manos en una de sus partes que aún están prohibidas para mi.

-Y da gracias a que no lo hago contra la pared -su sonrojo es tan evidente que decido hacerla entrar en casa, moviéndome con dificultad al hacerlo. 

-Déjame ayudarte -me pide ella ofreciéndome uno de sus brazos para que pueda apoyarme en el, algo que quiero negar pero que necesito pues me cuesta mucho mantenerme en pie en este momento.

-De acuerdo, pero si te peso mucho, dímelo, aún estás recuperándote de tu lesión para que lo jodas por mi culpa.

Sianna rueda sus ojos ofreciéndome una burlona sonrisa, mientras le indico que me lleve hasta el comedor, donde la esquina de uno de los sofás me recibe en cuanto ella me deja cerca de el.

-¿Estás solo? -me pregunta Sianna despojándose de su abrigo, para mi desgracia, pues esa faldita plisada está disparando demasiado mi imaginación.

-Si. Un matrimonio viene los días de semana para encargarse de la casa, pero, antes de la hora de comer se van. No me gusta vivir con desconocidos -le explico palmeando el hueco libre que hay a mi lado en el sofá.

-En casa de mi abuelo tenemos a Belén. Lleva toda la vida con él, e incluso vive en un pequeño apartamento que le hizo mi abuelo en el bajo para que ella pudiera tener un patio donde poner macetas.

Arabesque - Kylian MbappéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora