Capítulo 4 - Encuentro Bajo la Luna

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Las noches en Groteskal continuaban su ciclo eterno, pero algo nuevo había comenzado a germinar en los corazones de Moria y Fenrir. Cada noche, su amistad se fortalecía, forjándose bajo la luz de la luna llena y las melodías que llenaban el aire. Ambos sentían una conexión profunda que desafiaba las diferencias de sus naturalezas.

Una noche, mientras Moria y Fenrir estaban junto al lago, la luna llena estaba en su apogeo, brillando con una intensidad inusitada. Las estrellas parecían más cercanas, y el aire estaba cargado de una energía especial. Fenrir tocaba una melodía nueva, una composición que había creado especialmente para Moria. Las notas eran suaves y melancólicas, pero también llenas de esperanza y amor.

Moria, conmovida por la música, comenzó a cantar. Su voz, clara y etérea, se unió a la flauta de Fenrir, creando una armonía perfecta. Era como si sus almas estuvieran comunicándose a través de la música, expresando lo que las palabras no podían. Mientras cantaba, Moria se acercó más a Fenrir, sus ojos encontrándose con los de él.

En ese momento, algo mágico sucedió. La luna, como si respondiera a la música y a la conexión entre ellos, brilló aún más intensamente, bañándolos en una luz plateada. Fenrir dejó de tocar, y Moria dejó de cantar, ambos conscientes de la energía que los rodeaba.

—Fenrir, hay algo que quiero decirte —dijo Moria, su voz apenas un susurro.

—Dime, Moria —respondió Fenrir, su mirada fija en ella.

—Desde que nos encontramos, he sentido algo que nunca antes había sentido. Tu música, tu compañía... has traído luz a mi vida. Me has mostrado que no estoy sola, y por eso, te estoy agradecida.

Fenrir sonrió, sus ojos brillando con una calidez que Moria nunca había visto antes.

—Yo también he sentido lo mismo, Moria. Antes de conocerte, mi vida estaba llena de tristeza y soledad. Pero tú has cambiado eso. Has traído alegría y esperanza a mis noches.

Se acercaron aún más, hasta que sus manos se encontraron. Moria sintió la calidez de la mano de Fenrir, y él sintió la delicadeza de la de ella. En ese toque, ambos comprendieron que sus sentimientos eran más profundos de lo que habían imaginado.

—Moria, me importas más de lo que puedo expresar con palabras —dijo Fenrir, su voz llena de emoción—. Quiero estar a tu lado, compartir más que solo melodías y palabras. Quiero que sepas que siempre estaré aquí para ti.

Moria sintió que su corazón latía con fuerza. Las palabras de Fenrir resonaron en lo más profundo de su ser, y supo que él sentía lo mismo que ella.

—Yo también, Fenrir. Quiero estar a tu lado, apoyarte y compartir nuestras vidas. Quiero que sepas que no importa lo que pase, siempre tendrás un lugar en mi corazón.

Se miraron durante lo que pareció una eternidad, sus almas comunicándose en silencio. Luego, lentamente, se acercaron el uno al otro y se besaron bajo la luz de la luna llena. Fue un beso lleno de ternura y promesas, un sello de su amor y de la nueva vida que comenzaban juntos.

La naturaleza a su alrededor parecía celebrar su unión. Las hojas de los árboles susurraban, el agua del lago brillaba con más fuerza y las estrellas parpadeaban con alegría. Moria y Fenrir sabían que, aunque sus vidas fueran diferentes, habían encontrado en el otro la pieza que faltaba para completar su existencia.

Esa noche, bajo la luna llena, Moria y Fenrir prometieron estar juntos, no solo como amigos, sino como almas gemelas destinadas a compartir un amor eterno. Y así, su relación se transformó en algo aún más hermoso y profundo, sellado por la magia de la luna y la música que los había unido.

El primer encuentro bajo la luna marcó el inicio de una nueva etapa en sus vidas, una etapa llena de amor, comprensión y esperanza. Y mientras el pueblo de Groteskal dormía, dos corazones encontraron la paz y la felicidad en los brazos del otro, listos para enfrentar cualquier desafío que el futuro les pudiera traer.

Amor en Groteskal: La Balada de Moria y FenrirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora