Era de mañana. No sé qué hora era, pero todavía el sol se rendía frente la casi apagada luz de la luna. Mis ojos estaban cansados al igual que mis piernas, ya que me había quedado jugando con la pelota hasta tarde. Aún que no quisiese levantarme, sabía que tenía que atender a mis hermanos. Con pocas fuerzas me levanté y me preparé un café sin poder disfrutarlo siquiera, puesto que todavía tenía que levantar a mis hermanos y así lo hice.
Fui, primero, con mi hermana Marcela, le di los buenos días y fue a lavarse los dientes. Luego, fui con Riki. Con él peleo mucho más para poder hacer que se despierte. Me rezonga siempre y tengo que casi tirar la cama para que se levante. Como pude, preparé sus desayunos y sus lonches. Quería que cada uno se acabase todo lo que había en el plato y así lo hicieron. Los felicité y fuimos a la escuela ya estando bien aseados y desayunados... bueno, al menos ellos. Solo me tomé un par de minutos para ir al cuarto de mi madre, darle los buenos días y mencionarle que había dejado su comida en una olla.
El trayecto fue corto, poco a poco la luz del sol se evidenciaba y yo simplemente corría para dejarlos en sus primarias. Afortunadamente ambos iban en la misma, así que no tardé mucho en llevarlos. Rezando para que no les pase nada y con el corazón en la boca por hacerse tarde para mi secundaria, los dejé encargados con el guardia de la escuela. Ya lo hacía habitualmente, puesto que mi secundaria abría más temprano y no podía faltar a la escuela, ya que debo algunas materias.
No sé qué me había pasado, pero sé me hizo tarde. La puerta ya estaba cerrada y casi me tuve que poner de rodillas para que me abrieran la puerta. Sin ganas fui hasta mi salón. Toqué la puerta un par de ocasiones solo para recibir miradas burlonas de mis compañeros y una negación de entrada por parte del profesor. Me tuve que quedar una hora fuera del salón.
Cuando la clase terminó, el maestro me miró mientras yo estaba sentado en el suelo y me dijo:
- Siempre decepcionando, ¿Cierto, Musso?
Lo miré y no dije nada. Simplemente me guardé el enojo que sentía y pasé a la sala, tomando asiento.
A diferencia de los demás, yo me sentaba algo más lejos. Estaba cerca de una ventana, por lo que podía ver parcialmente lo que sucedía fuera del plantel. Eso me gustaba, ya que odiaba estar en la escuela.
Mientras el maestro siguiente venía, unos niños se me acercaron.
- ¡Ya vino, que asco!
- Te hubieras quedado en tu casa.
Esos y más comentarios me decían. Yo no les hacía caso. Estaba acostumbrado a recibir esa clase de frases.
Lo que me sacó de mis casillas fue que comenzaron a jalonearme el cabello y la ropa. Ahí ya trataba de zafarme, pero cuando vi que un niño agarró mi mochila, me levanté y lo empujé.
Los niños comenzaron a abuchearme, otros me jalaban hasta que ese mismo niño me dijo "Ché, ¿No me querés dar el número de tu hermana? Porque, en serio, esta tan buena..."
No pude soportarlo y le di un golpe. Era fácil que yo me metiera en problemas. Cuando los demás niños vieron como le di un puñetazo y su nariz sangraba, rápidamente me devolvieron el golpe, añadiendo otro, y otro más. Como podía me defendía, pero eran demasiados. Otros que no se metían, solo miraban.
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𝗞𝗼𝗺𝗼𝗿𝗲𝗯𝗶
Hayran Kurgu¿Alguna clase de relación amistosa? No es titopo como tal, es más una relación de amigos. Está historia está hecha con meros fines de entretenimiento. No busca retratar al cien por ciento hechos de la realidad. No busca retratar hechos de la realida...