Capítulo 8 - La Prueba de la Lealtad

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Después de enfrentar las criaturas de las sombras y fortalecer las defensas de Groteskal, Moria y Fenrir se encontraban más unidos que nunca. Sin embargo, la amenaza de nuevas incursiones de seres oscuros aún persistía en el horizonte, y ambos sabían que debían estar preparados para cualquier eventualidad.

Una mañana, mientras revisaban los mapas antiguos en la biblioteca del castillo, recibieron noticias inquietantes de los guardias de los límites del bosque. Se informó que una serie de signos extraños y perturbadores habían comenzado a aparecer en los árboles y en las paredes de la cueva donde El Oscuro había sido sellado.

—Esto no puede ser una coincidencia —murmuró Moria, su ceño fruncido mientras estudiaba los informes. —Algo está intentando abrirse paso de nuevo en nuestro mundo.

Fenrir asintió solemnemente, su mente trabajando rápido para formular un plan de acción.

—Debemos investigar esto de inmediato. No podemos permitir que ninguna nueva amenaza se infiltre en Groteskal.

Decidieron partir esa misma noche, acompañados por un pequeño grupo de voluntarios valientes. Armados con antorchas y artefactos protectores, se adentraron en el bosque hacia la cueva sellada, donde las señales de peligro parecían más intensas.

Al llegar a la cueva, la atmósfera estaba cargada de una energía tensa y ominosa. Las runas protectoras que habían colocado anteriormente parecían estar bajo una presión invisible, como si algo estuviera intentando desgastar su poder.

—¡Aquí está! —exclamó uno de los voluntarios, señalando una marca oscura grabada en la piedra justo al lado de una de las runas.

Moria se acercó con cautela, examinando la marca con atención. Reconoció la escritura antigua y los símbolos arcanos que indicaban un intento de ruptura del sello.

—Esto no es obra de las criaturas de las sombras que hemos enfrentado antes. Es algo más sofisticado, algo que posee conocimientos antiguos y poderosos —dijo Moria en voz baja, su mente trabajando rápidamente para entender la amenaza.

Fenrir, con su aguda percepción de lobo, detectó un movimiento sutil en las sombras de la cueva. Preparó su arma, listo para enfrentar cualquier cosa que se atreviera a desafiar su hogar.

—¡Aquí vienen! —advirtió uno de los guardias, señalando hacia la entrada de la cueva.

De las sombras emergieron figuras encapuchadas, con ojos brillantes y una aura oscura que parecía absorber la luz a su alrededor. No eran criaturas salvajes o bestias sin sentido; eran seres inteligentes y calculadores, con una determinación fría en sus miradas.

—Son seguidores de El Oscuro, aquellos que buscan liberarlo de nuevo en nuestro mundo —dijo Eldric, su voz resonando con autoridad mientras se colocaba junto a Moria y Fenrir.

El grupo se preparó para el enfrentamiento, conscientes de que esta vez estaban lidiando con enemigos que conocían las debilidades de Groteskal. Moria canalizó su magia ancestral, mientras Fenrir lideraba la defensa física, protegiendo a los suyos con ferocidad y astucia.

La batalla fue intensa y brutal. Los seguidores de El Oscuro mostraron habilidades mágicas avanzadas y estrategias elaboradas. Sin embargo, Moria y Fenrir, con la ayuda de sus aliados, demostraron una vez más su valía y determinación para proteger su hogar.

Después de horas de lucha frenética, los seguidores de El Oscuro fueron finalmente derrotados y expulsados de la cueva. Con sus fuerzas agotadas pero victoriosos, Moria, Fenrir y los demás observaron cómo las marcas oscuras desaparecían lentamente de las paredes, indicando que el sello había sido fortalecido y reparado.

—Lo logramos —susurró Moria, su voz llena de alivio y satisfacción mientras observaba las runas brillar con una luz renovada.

Fenrir asintió, su corazón hinchado de orgullo por el coraje y la lealtad mostrados por su comunidad.

—Nuestro pueblo está a salvo una vez más. Pero debemos permanecer vigilantes. Esta batalla puede haber terminado, pero la guerra contra las fuerzas oscuras no ha hecho más que comenzar.

Con sus mentes y corazones unidos en un propósito común, Moria y Fenrir regresaron a Groteskal, donde fueron recibidos con celebraciones y gratitud por parte de los habitantes del pueblo. La paz y la seguridad volvieron a reinar temporalmente en las calles de la ciudad, pero todos sabían que el futuro aún guardaba desafíos desconocidos.

Bajo la luz de la luna llena, Moria y Fenrir se abrazaron, encontrando consuelo y fuerza en el amor y la compañía del otro. Sabían que, mientras estuvieran juntos, podrían enfrentar cualquier adversidad que el destino les deparara en el incierto camino que tenían por delante.

Amor en Groteskal: La Balada de Moria y FenrirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora