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Lee esa mañana había pedido tres cafés, uno dulce, y dos descafeinados.
La señora detrás de la mesa le sonrió y extendió su pedido.

—De nuevo tres, así que tendré que tenerlos antes listos para que puedas llevarlos con calma.

—Se lo agradezco.

—No es nada cariño, eres un muy buen cliente.

Después de pagar y despedirse salió apurado retomando el camino hacia su trabajo. La verdad es que el restaurante ya les brindaba desayuno y con ello todo el café que quisieran sin embargo  no era lo mismo, el de esa cafetería tenía algo que lo hacía especial, a Yoongi le gustaba mucho.

En el camino después de dar vuelta vio a Dea así que la saludó agitando su mano en el aire gritando su nombre. La mujer volteó sonriendo y correspondiendo el saludo, paro y espero hasta que el chico la alcanzó.

—Ho, ¿enserio?.

Lee sonrió de lado asintiendo.

—No estés celosa, también te he traído el tuyo.

—Eso espero.

No tardaron en llegar y con ello Yoongi ya se encontraba entrando.

—Hoy hace mucho frío, ¿no?.

Pregunto animado Lee, siguiendo a Yoongi a los vestidores. Este solo asintió sin siquiera voltearlo a ver y se encerró en uno de los cubículos.

En medio de un pequeño suspiro Lee afirmó el café a su cuerpo, no iba a desanimarse tan rápido, así que también se cambió y salió hasta donde ya se encontraban sus demás compañeros preparando todo para desayunar y después abrir, sin embargo el peli negro no estaba ahí.

—¿Y Yoongi?.

Fue otro chico que volteó a verlo, terminando de colocar cubiertos sobre una mesa.

—Ha dicho que ya desayuno así que se adelantó a arreglar algunas cosas en la parte de enfrente.

—Ho, entiendo.

Yoongi extendió el mantel y con ello alineó las sillas perfectamente, así continuó hasta que sus compañeros salieron a ayudarlo.

Así lo prefería, mantenerse ocupado el mayor tiempo posible le ayudaba.

Dea le arrebató el café y decidida se acercó al chico que estaba de pie camino a la entrada.

—Toma,—le extendió el vaso y Yoongi solo le dio un vistazo, dándose cuenta de donde provenía.—es para ti.

Lo tomó entre sus manos sintiéndolo tibio, así que agradeció dándole el primer sorbo. Aquél café sabía tan parecido al que había tomado con su hermana de niños durante un buen tiempo y junto a ese recuerdo otros más aparecieron.

Junto a Sok desde joven miró a la pequeña niña seguirlo a todas partes, intentando evitar que se marchara cada mañana para irse al colegio, ya que habitualmente tenía que recorrer una gran distancia caminando para llegar, haciendo que su regreso a casa fuera ya muy noche. Desde entonces cada que regresaba y la veía dormir en la entrada de la casa por esperarlo la levantaba y le daba lo que terminaba guardando aya. Una porción de algún bocadillo junto un poco de café dulce que les daba la escuela, en un vaso que lograba esconder entre sus pocas cosas.

Nunca le importo pasar hambre, nunca le importo que lo descubrieran y golpearan por tomar más de una porción de lo que le correspondía.

Verla comer y beber tan feliz era algo que siempre lo reconfortó, incluso en medio de toda la mierda que tuvieron que pasar después y la ruptura que se ocasionó en su familia él seguiría aferrándose a ese tiempo, donde el dinero faltaba, donde cada que caminaba los agujeros de su zapatos lo lastimaban o cada burla hacia su ropa lo hacía sentir tan mal... pero, pero en cada una de ellas, una pequeña mano tomaba la suya y en medio de su inocencia se aferraba a un futuro feliz junto a su lado.

A final de cuentas solo fueron sueños.

—... ya te lo he dicho, siempre te mantienes distante,—Dea intentó llamar su atención, frunció su entre cejo al verlo distraído en algo más que no fuera lo que ella le decía.—ves, a eso me refiero.

Yoongi parpadeo volviendo su atención a la mujer.

—Lo siento.

—Olvídalo, solo no me agradezcas a mi, Lee lo ha comprado así que ve con el y díselo.

Este solo los veía de reojo intentando fingir hacer algo en su sitio de trabajo. Camino hacia el y cuando estuvo cerca vio al chico sonreírle.

¿Porque no podía hacer lo mismo?.

Corresponder esa sonrisa le era tan difícil.

—Dea me ha dicho que lo has comprado tú, gracias.—alzó un poco el vaso mostrándolo.—y también por los anteriores, y... lo de la mochila también.

—No me agradezcas, esto lo hago por gusto.

—Déjame pagarte.

—No, no y no, pero si te hace sentir mejor más adelante déjame pedirte un favor.

No muy seguro asintió.

—Bien, entonces ese será mi pago.

No pudo decir nada más ya que las puertas del restaurante fueron abiertas y los clientes comenzaron a entrar, así que decidió volver a lo suyo restándole importancia al asunto.

Por la noche, después de ir a recoger sus cosas encendió su teléfono, se colocó su chamarra y un gorro y salió camino a casa.

Varios mensajes del departamento de psicología aparecieron junto con varios de su hermana que decidió ignorar, volvió a su primera opción y presionó abriendo el chat. Al parecer debido por el mal clima se habían modificado sus visitas, siendo algún médico con el seguimiento de su caso encargado de ir hasta su domicilio a darle terapia.

No pudo evitar sentirse disgustado por ello pero, ¿Que más podía hacer?, literal tenía las manos atadas.

Bloqueo el teléfono y lo volvió a guardar.

Llegó a casa y en su ya rutina diaria se recostó mirando al felino dormido a su lado, temblando un poco por el frío se acercó envolviéndolo, sintiendo el calor emanar de su pequeño cuerpo.

—Después de que el clima mejore iras a tu cama.

Y después de un largo rato se durmió.

Así transcurrieron los días, incluso antes de llegar a la habitación dejaba la puerta abierta para que el gato pudiera ingresar.

El gato blanco (Yoonmin).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora