CHAPTER LXII -Sunset-

260 40 3
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Dos semanas después. Austria.

Frenando con fuerza su bicicleta, Seb se detuvo en seco al pie de la pendiente. Estaba a mitad de camino por el lado del Zugerberg, descansando en un pequeño mirador con una vista al valle y al lago.

En su recién encontrada soledad, Seb había tomado la costumbre de andar en bicicleta a menudo, encontrando en las montañas un buen refugio lejos de su hogar y permitiendo que su mente escapara.

Sin carreras, había descubierto que pasaba días enteros holgazaneando en su sofá, sintiéndose apenado por sí mismo (y realmente se sentía apenado). Pero aquí, en las montañas, estaba alerta y enfocado: era como si estuviera de nuevo al volante. ¿Cuál era el siguiente obstáculo en su camino? Curva cerrada a la derecha en breve. Bache en la carretera para esquivar. Paseador de perros que se aproxima por la izquierda para evitar. Aquí arriba, no había tiempo para la miseria o el arrepentimiento. Tenía que estar en el momento presente.

Este era un lugar habitual para él para detenerse y descansar, y reagrupar sus pensamientos. A partir de este punto, el desafío había terminado: era una suave y sencilla pendiente asfaltada hasta su aldea. Desde este punto en adelante, sin falta, la mente de Seb se dispersaba, y para cuando llegaba a su puerta principal, volvía a estar en el modo cero.

Seb se bajó de la bicicleta y se desplomó en un banco del parque frente a él, recordando las últimas dos semanas...


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Miró a su alrededor con desesperación, buscando entre las multitudes de personas que hacían fila en el mostrador de equipaje, los padres ansiosos despidiendo a sus hijos, las chicas en el bar de café helado riéndose mientras los hombres pasaban junto a ellas, la pareja de luna de miel empacando frenéticamente su maleta con sobrepeso, un grupo de fanáticos con camisetas de equipos de F1 caminando cerca.

Se ajustó las gafas de sol firmemente sobre la nariz – no quería ser reconocido hoy – y volvió a leer el mismo mensaje que había estado mirando una y otra vez durante los últimos veinte minutos.

Just Drive || Sebastian VettelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora