capitulo 13

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—Aaah —suspiré, tratando de ordenar mis pensamientos.

—¿Cómo que "aaah"? —preguntó Nabil, visiblemente frustrado.

—¿Eso en qué me afecta a mí? —dije con los brazos cruzados, tratando de mantener la calma.

—No vaciles, esto es serio. En cuanto sepa que me he casado, vendrá a por ti —insistió, su tono más desesperado.

—¿A por mí? —repetí, incrédula.






NABIL

No podía creer que Nadia no entendiera la gravedad de la situación. Mi padre era capaz de cualquier cosa, y su seguridad estaba en juego.

—¿Por qué coño te comportas así? No sabes lo que puede hacerte —dije, mi voz quebrándose.

—No me hará nada porque yo me voy mañana de aquí —dijo seria.

—¿Qué? —pregunté, sintiendo cómo el miedo me invadía.

—Que me voy. Haz lo que quieras con mi familia, ya no sé si considerarlos familia. Nadie me quiere, nadie pregunta por mí, solo porque tú apareciste en mi vida.

—Eso no tiene nada que ver ahora —intenté razonar.

—Claro, mis sentimientos no importan. Solo tú.

—No lo entiendes.

—Claro que lo entiendo. Y por eso es mejor que le digas a Safia todo esto, en vez de a mí.

Al escuchar el nombre Safia, me quedé pálido y con los ojos muy abiertos.

—¿Qué?

—No te hagas el tonto.

—¿Cómo lo sabes?

—Eso es lo de menos. Mañana me piro —dijo alejándose.

—Espera —dije, pero no me hizo caso y siguió caminando.




NADIA

No quería lidiar con esto ahora.

Se acercó a mí y me giró hacia él, su expresión desesperada.

—¿Por qué te pones así?

—¿Cómo que por qué?

—¿Por qué todo este teatrito si se supone que me odias?

—No tiene nada que ver, pero por respeto y mínimo que tenías que haber dicho era que tenías otra mujer y que solo era tu entretenimiento.

—No eres solo eso.

—Sí, ¿y qué soy?

—La única que me ha entendido.

—Bueno, es que yo te he escuchado, no me he abierto de piernas y al siguiente día me he pirado, no es la gran cosa.

—Para mí sí lo es. Tú no sabes lo que es que nunca te escuchen y solo te culpen por tus actos.

—Es que los actos es lo que ve la gente. Nadie te va a leer la mente para saber lo que estás pasando.

—Tú sí lo has visto.

—Porque me lo has contado.

—Ese no es el punto. Yo te conté una historia y tú supiste que trataba de mí.

—¿Ya, y?


—Joder.

—¿Joder qué? Explícate y deja de

rayarme.

—¿No lo entiendes, no, rubia?

—¿El qué?

—Nada, nada. Sí que las rubias son tontas —dijo riéndose.

—Pues a mí no me hace gracia —dije subiendo las escaleras.

—Baja que he pedido la cena.

—Ya he cenado —mentí, aunque en verdad no había podido comer nada.

—Me da igual, baja.

Subí a la habitación, me metí a la ducha y luego volví a entrar a ese armario infinito. Hoy hacía mucho calor, así que escogí un conjunto de pijama que era una camiseta de tirantes y un pantalón corto. No me había lavado el pelo, así que me lo dejé suelto, ya que lo había llevado todo el día en un moño y me dolía la cabeza.

—¿Aún no ha llegado? —pregunté al bajar.

—No —dijo él, mirando su móvil.

—¿Qué has pedido? —pregunté antes de meterme un vaso de agua en la boca.

—Pizza —dijo, levantando la mirada. Me miró de arriba abajo y noté cómo se le tensaba todo el cuerpo.

—Joder, tápate.

—¿Perdona?

—Que te tapes.

—Se supone que estoy en casa y rstamos a 30 grados aquí dentro, ¿eh?

Lo vi levantarse e irse al baño. Me fui al sofá, cogí el mando de la tele y miré a ver si tenía Netflix. Me apetecía ver una serie. Me acordé de la serie que siempre veía en casa y que todavía no me he acabado, *The Vampire Diaries*. Justo le iba a dar a play cuando sonó el timbre.

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora