Capitulo 12

417 18 2
                                    



Cogí mi bolso y salí de la habitación, bajando las escaleras con determinación. Al abrir la puerta, me encontré con esos penetrantes ojos verdes de Nabil.

-Ho... -Iba a decir hola, pero me interrumpió con su voz amarga.

-¿Dónde vas así?

-Voy con una amiga, ¿y cómo que así? -respondí, sintiendo la irritación crecer.

-No vas.

-Sí voy. Llevo sin salir desde que he llegado y no sé ni por qué.

-Es complicado, pero es por tu bien.

-Sé cuidarme, y me están esperando. Adiós -dije, rodeándolo. Antes de que pudiera decir nada más, cerré la puerta y me fui, dejando atrás su extraño comportamiento.

Caminé rápido hacia el punto de encuentro con Sara, mi mente llena de preguntas. ¿Por qué ahora se preocupaba tanto por mí? Hace unas semanas le daba igual si moría. Pero esos pensamientos se desvanecieron al ver a Sara. Corrí a abrazarla, sintiendo una ola de alivio.

-Te he echado tanto de menos -le dije, con una sonrisa.

-Yo también -dijo ella, abrazándome más fuerte-. Te he llamado y escrito mil veces y no me has contestado -dijo, separándose un poco para mirarme.

-Es que he estado ocupada -dije sin mas.

-Bueno, ¿me enseñas el pueblo?

-No he salido -dije, avergonzada.

-¿Por qué?

-No tenía a nadie con quién salir y dudaba que Nabil me dejara.

-Ah, sí, Nabil. De eso quería hablar contigo.

-¿Qué pasa?

-¿Qué pasa contigo y él? Os he visto discutir en la puerta.

-Pues tonterías. Me ha dicho que no debo salir por mi bien.

-¿A qué se refiere? -preguntó Leyla, con curiosidad.

-No sé, la verdad.

-El día que me llamaste, después de eso... -comenzó ella.

-¿Sí?

-Empecé a buscar cosas sobre ese Nabil, para saber con qué clase de persona ibas a vivir, ¿sabes? Me encontré con una foto en Dubái con una mujer joven, su mujer. Creo que se llamaba Safia.

-¿Qué?

-Está casado, Nadia.

-Eso es imposible.

-La foto era de dos semanas antes de que te casaras con él, y créeme que he buscado toda la información posible

-No me lo creo -dije, con los ojos llorosos.

-Lo siento mucho -dijo ella, abrazándome.

-¿Por qué me hace esto? Aunque yo no le he preguntado, pero él me lo tenía que haber dicho.

-No vale la pena. Deja de llorar por él.

-No es eso. Lleva toda la semana intentando acercarse a mí más de lo normal, comenzaba a tratarme bien y solo estaba jugando conmigo -dije, limpiándome las lágrimas.

-Es un inútil. Te mereces a alguien mejor. Vamos a comer algo.

Sara sabía cómo hacerme sonreír otra vez, siempre lo ha echo, cada vez que estába mal ibamos a cualquier sitio y nos llenabamos de comida asta no poder movernos, pero ella no sabía lo de mi bajada de peso ni de como no comi nada en dias.

Mientras caminábamos hacia el restaurante, no podía evitar sentir una mezcla de tristeza y rabia. ¿Por qué Nabil no me había dicho nada? ¿Me había estado usando como un reemplazo mientras su mujer estaba en Dubái? Ese pensamiento me revolvió el estómago, yo no iba a ser la segunda opción de nadie.

Llegamos al restaurante y pedimos sushi. Hablamos de la vida, de mi relación con Nabil y con mis padres. Por fin podía desahogarme con alguien. Sara me escuchaba atentamente, ofreciendo palabras de consuelo. Por un momento, se me olvidó el asunto de que Nabil estaba casado. Pero al pensarlo nuevamente, me dieron ganas de vomitar lo poco que he comido

-¿Estás bien? -preguntó Sara, notando mi palidez.

-Sí, sí.

-Estás pálida. Mejor vamos ya a casa -dijo ella, pidiendo la cuenta.

Pagamos y Sara me acompañó hasta la puerta de mi casa. Nos despedimos y entré. La casa estaba en silencio, lo que me hizo pensar que Nabil estaba dormido. Menos mal, no quería tener que hablar del tema. Justo cuando iba a dar un paso para las escaleras, oí su voz.

-Nadia, ven ya.

-Tengo sueño. -dije cansada ya que no quería lidiar con el ahora.

-No, ahora.

Suspiré y le hice caso. Al verlo, me dieron ganas de correr. Me estaba mirando demasiado serio, con una preocupación evidente en su rostro.

-¿Qué pasa? -dije, sintiendo un nudo en el estómago.

-Mi padre está libre.

Mis pensamientos se atropellaron. ¿Libre? ¿Qué significaba eso para nosotros? Y por qué me lo decía ami.

Fiha kherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora