Única parte

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Nota antes de comenzar, marqué con ⚠️ una escena que puede causar sensibilidad en los lectores, sí desean pueden pasar dicha parte (también hay otra nota importante al final)

Para Taehyung sus padres siempre fueron solo un recuerdo lejano contado a voces por aquellos que le cuidaron en su lugar.

Se decía entre esas habladurías que su padre fue un virtuoso violinista quién se enamoró de una dulce y hermosa bailarina. Ambos vivieron bendecidos por el arte y el amor que se profesaban entre ellos. Y si bien nunca los conoció, creció con el anhelo de poder seguir sus pasos, enamorarse de la música y de alguien que produjera en él, un estremecimiento tal como el que percibía al escuchar la más meliflua melodía en un caluroso y bellido día de verano.

Después de la pérdida de sus padres, se le encargó su cuidado y educación al mejor amigo de estos, director de la orquesta de la ópera nacional. El crecer embriagado de arte no solo cultivó su espíritu, sino también encendió las chispas de su pasión por la música, convirtiéndose en el aprendiz más joven de la orquesta; un violinista, como su padre.

Exudaba talento con una magistral ejecución en cada presentación, haciendo que el mundo se percatara de sus fluidos movimientos y sus maravillosos acordes. Verdaderamente corría por su sangre el gen de un gran interprete, junto con la etérea belleza, gracia y elegancia de su madre.

Desde una tierna edad se vio inclinado a la composición, así, con la edad de 14 años ya era reconocido entre su círculo del teatro por sus encantadoras obras, trasmitiendo en ellas las emociones que le acongojaban día a día, así como sus aspiraciones y deseos más secretos.

Sin embargo, aún con todo ese talento, sentía el peso de una gran carencia en sus melodías, un sentimiento en especial que aún no era capaz de experimentar, y, por ende, incapaz de trasmitirlo en sus notas.

El amor.

Al final de todo, solo era un pequeño solitario intentando pertenecer en un mundo de adultos.

Pero toda persona tiene un evento que define un antes y después en su vida, ya sea de manera benigna o lastimera, para Taehyung eso ocurrió el día que conoció a Jungkook, convirtiéndose en una acto que sellaría un destino prohibido entre dos almas perdidas.

—Te presento al joven Jeon Jungkook —comentó MinJae, su cuidador—, será nuestro nuevo aprendiz de la ópera.

Taehyung abrió los ojos en demasía al ver un pequeño de una edad similar a la suya, solo que de una complexión más pequeña. En su mirada el dolor se presentaba en la ausencia de estrellas en esos bellos orbes, como sí no sintiera nada, como sí la vida hubiese abandonado su persona, dejando solo un cascarón vacío.

—Mi nombre es Taehyung, pero todos me apodan Vante. Es un placer conocerte, Jungkook —se presentó con una pequeña sonrisa, no sabía bien como interactuar con otros de su edad, pero estaba entusiasmado de hacerlo. El niño le devolvió la mirada, pero no salió palabra alguna de sus labios, solo asintió y se dio la vuelta.

—Acaba de perder a sus padres -le aclaró MinJae—, pensé que le haría bien tener un amigo aquí, alguien que pudiera entenderlo lejos de toda esa falsa lástima de los adultos. Solo dale un poco de tiempo, ayúdale a extender sus alas.

Este miró con aflicción la espalda de Jungkook, quién se veía completamente perdido; solo. Y él entendía bien ese sentir.

Til I hear you sing Donde viven las historias. Descúbrelo ahora