Ae
Desde ayer he intentado descifrar que hacia tan especial a Pete. Desde que lo vi la primera vez, fue como si mis ojos no pudieran ver a nadie más. Cuando entré al comedor, lo busqué inmediatamente, sabía que estaba por ahí, podía sentirlo. Fue gratificante encontrarlo, y más aún cuando vi como sus mejillas se encendieron al momento en que nuestros ojos se encontraron. Después de eso, tuve la sensación de que no importaba donde estuviera, iba a encontrarlo.
Tampoco había podido dejar de pensar en lo de esta mañana. ¿Acaso Pete me coqueteo? No, eso no era imposible. Aunque, si lo pensaba bien, la idea no era tan descabellada, ni desagradable.
Iba tan sumido en mis pensamientos, que solo volví a la realidad cuando mi cara chocó con la puerta de la entrada.
- ¡Mierda!
Entré a las oficinas y con mucha vergüenza saludé a mi secretaria, quien tenía una sonrisa torcida porque intentaba contener las ganas de reír.
Llegué a la puerta de mi oficina y dudé bastante en abrir la puerta. Sabía lo que iba a encontrar ahí dentro y no me sentía con ánimos de enfrentarlo. Desafortunadamente, no puedo huir de esto, así que la abrí deseando realmente salir corriendo.
Al instante sentí unos brazos colgados alrededor de mi cuello y una voz cantarina golpeando mis tímpanos.
-¡Ae! Por fin puedo verte, te extrañé mucho—su agarre se hizo más fuerte, al grado de que era difícil respirar.
-También me da gusto verte, Ann.Se separó de mí, dejándome respirar y ver su cara. Tenía una brillante sonrisa y unos ojos grandes que hacían juego con su bonito rostro. Sus mejillas resaltaban con lo grande que era su sonrisa, se veían redondas, haciendo que su cara pareciera casi un círculo perfecto.
-Lamento interrumpir tu trabajo, pero es aburrido estar encerrada todoel tiempo—dijo mientras se sentaba en el sofá que adornaba mi oficina y yo erasacado bruscamente de mis pensamientos.
-Es por tu bien y lo sabes—la regañé—las cosasno están como para que estés en las calles tu sola.Me miró sonriente al tiempo que me sentaba a su lado y estampó su boca en mi mejilla.
- ¡Ann! —me quejé intentando no exhibir mi completo disgusto.
-No puedo evitarlo cuando veo cómo te preocupas por mí—dijo sonrojándose.Volvió a inclinarse contra mi cara, pero di un paso lejos de ella fingiendo no darme cuenta de lo que pasaba.
-Ann, te conozco, sé que no estás aquí exactamente solo porque quieres—la mire colocándome a un lado de mi silla y la expresión en su rostro cambió completamente.
- ¿Y cómo es que estas tan seguro de eso? —su tono juguetón solo me daba la razón.
-Porque conozco a tu padre tan bien como al mío. La única explicación para que estés fuera de casa es que él te haya enviado.Nuestros padres eran grandes amigos, se conocían desde la secundaria. El padre de Ann a diferencia del mío, era sumamente protector con su única hija, era ilógico que ella estuviera a 4 horas de su casa sin que su padre haya autorizado ese viaje.
-Bien, tú ganas. Papá me envió—ahora parecía no querer estar aquí—no te lo dije porque quería disfrutar del ambiente antes de darte las noticias.
Su tono de voz ya no era alegre, sus ojos ya no brillaban. Algo más que malo había pasado.
-Hace un mes capturaron a uno de los rebeldes, solo que no habían logrado que dijera una palabra—comenzó a explicar—hasta ayer, cuando tu padre lo interrogó. Ae, todos los rumores son ciertos. Los betas están experimentando con nosotros para ganar esta guerra.
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Entre el amor y la guerra
Fiksi Penggemar¿Qué piensas cuando escuchas la palabra "guerra"? Apuesto a que más de una mala definición se asoma por tu cabeza, y no te equivocas en ninguna. Pero, si tuviéramos que concluirla en una sola, creo que "muerte" es lo más apropiado. Los betas se han...