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Aquel jardín, aquella casa del árbol, la hacían tan feliz pero por alguna extraña razón sabía que no duraría mucho.

Saqué la mano del río, escocía mucho pues el corte era bastante grande. Me levanté y fui a la casa, me vendé la mano lo mejor que pude y recogí mis cosas junto con el diario.

Salí de la casa cerrando la puerta con llave y dejándola en el mismo lugar donde la encontré como me dijeron los señores Rodríguez. Entonces me pareció oír un crujido cercano, me gire y vi a Erik... Otra vez.

—¿Ahí es donde se celebraba tu supuesta reunión familiar?
—Erik ¿Por qué me sigues?
—¿Seguirte? Nena no te creas tan importante, simplemente hemos coincidido.
—Ya claro.
—Que si, nena.
—Bueno ¿Qué quieres?
—Que vuelvas a ser como antes.
—¿Como antes? ¿A qué te refieres?
—Siento que has estado ignorándome, como si no me quisieras.
—Oh no quería que te sintieras así —Le mentí con una sonrisa y un tono suave para que no lo notara—. Claro que te quiero, Erik.

Continué mi camino hacia mi coche, esta vez Erik no me interrumpió y por fin pude llegar al coche. Dentro revisé que no me dejaba nada y arranqué, el viaje fue rápido y tranquilo.

En un semáforo en rojo me llegó un mensaje, era Dylan.

Dylan: Olvídate de todo eso del asesinato, no eres una detective.

Yo: Que dices?

Dylan: Erik me lo ha enseñado todo.

Yo: Qué? Qué te ha enseñado?

Dylan: No te hagas la tonta, ya sabes de qué hablo. Olvídate de mi.

«¿Que cojones? ¿Que coño le ha podido enseñar Erik?»

Estaba confundida pero pronto me distraje con el sonido de otro coche indicándome que el semáforo ya se había puesto en verde y podía continuar. Aún un poco preocupada llegue a casa, papá no estaba así que me cambié y fui a entrenar.

El gimnasio estaba bastante vacío, me puse a practicar los golpes con el saco de boxeo. Pase así la mayoría del tiempo, cuanto más golpeaba mi mente recordaba el mensaje de Dylan.

Dylan Angelini, el hijo del enemigo de mi padre, al que chico que me atrajo desde el primer momento aunque no quisiera que pasara. El mismo que me ayudó en el hospital cuando aquellos idiotas nos disparaban.

Cada vez golpeaba el saco con mallor fuerza, sintiéndome impotente y frustrada, no pude hacer nada por Elena, no puedo explicarle nada a Dylan.

Suspiré mientras me tomaba un descanso, me seque el sudor de la frente con el brazo mientras miraba mi móvil, tenía un mensaje de Alan.

Alan: Que le habrá contado Erik a tu querido Dylan?

Yo: Primero no es mi “Querido  Dylan" y segundo seguro simples  mentiras.

Alan: Seguro? A mi si que me parecía que teníais mucha química.

Yo: Que sabrás

Alan: Se muchas cosas que tu no sabes.

Yo: Como que?

Alan: Ya lo descubrirás.


«¿Que quiere decir con eso? ¿Es una amenaza?»

Contra Todo PronósticoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora