Capítulo 24: Escape

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No sé cuántas horas habían pasado, pero no quería quédame en ese lugar sin si quiera intentar algo

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No sé cuántas horas habían pasado, pero no quería quédame en ese lugar sin si quiera intentar algo. Nunca me había rendido y no lo iba hacer en este momento.

Tenía como ejemplo a Belcebú, luchó por mucho tiempo para recuperar su corona, aunque hubo planes fallidos, nunca se rindió y yo estaba decidida a no hacerlo.

Me levante del suelo para buscar algún tipo de salida, el lugar donde me habían metido estaba demasiado oscuro y casi no podía ver nada.

En la parte de afuera aun se escuchaban los gritos de Belcebú por intentar hacer algo.

Casi al final del lugar pude ver una pequeña ventana donde entraba la luz, eso indicaba que ya había amanecido, intenté abrirla, pero estaba atascada. Busqué algo con el que la pudiera quebrar y encontré una silla.

Sin pensarlo mucho quebré la ventana, tuve que cubrirme para que ningún vidrio tocara mi cara, me quite la playera para envolverla en mi mano y quitar los vidrios sobrantes para poder salir.

Antes de salir me puse la peluca, ya que era de día y podían reconocerme.

—¡Mierda! —grite un poco alto al pisar un juguete de perro que hizo mucho ruido.

Me metí entre los arbustos para evitar ser vista por los guardias.

Camine hacia el portón sigilosamente, o eso creía yo.

—Que tengas un bonito día Marian. —me deseo un guardia.

—Igual para ti...—me quede pensando en que nombre inventar—Francisco.

Y salí corriendo.

—¡HEY, HEY! —grito el mismo guardia—¿Quién eres? ¿un espía?

—¡Tu puedes ser lo que quieras ser! —maldije por lo bajo por decir tonterías en momentos tan serios.

Corrí aún más rápido hasta meterme en un callejón y me escondí. Junto a mi había un pequeño gatito con 4 ojos.

Quede tiesa.

¿Qué hacia un gato del inframundo aquí?

Shhh, gatito, no hagas ruido porque si no estaré en grabes problemas.

No sé si me estaba volviendo loca por correr tanto, pero vi claramente como sonrió.

Acaricio mis piernas para luego morder un dedo de mi mano, estaba intentando guiarme a no sé dónde.

Cuando me pare donde estaba parado el gatito grite del impacto, había caído a una especie de tobogán que me llevaría a donde menos lo pensé.

Cuando caí en el suelo vi que estaba en el inframundo.

¡Ese gatito me había traído al inframundo!

Cuando el guardia que daba paso a las personas me vio y me sonrió.

Un ángel en apurosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora