Entre flores y sombras

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"En el laberinto de la memoria, las flores guardan secretos que el tiempo intenta borrar."

Londres, presente.

Joans

El motor rugía suavemente mientras Joans conducía por las calles rumbo a casa de sus padres. El recuerdo de la noche anterior con Jezebel pesaba en su mente, pero era el dolor en el corazón de Hanna lo que más lo atormentaba. No se merecía sus palabras bruscas; ella solo había tratado de ayudar.

Decidió detenerse en una pequeña florería que se encontro en el camino. Mientras examinaba los arreglos florales, una mujer elegante con cabello castaño claro y ojos avellana lo miró con curiosidad. Joans sintió que la reconocía de alguna manera, pero no pudo recordar de dónde.

-¿Te conozco?- preguntó Joans, sintiéndose incómodo por no recordar el rostro de la mujer.

Ella sonrió suavemente. -Podríamos haber cruzado caminos en algún momento. Pero a veces es mejor dejar el pasado atrás, ¿no crees?

Las palabras de la mujer resonaron en la mente de Joans mientras pagaba por un ramo de flores y salía de la tienda. A pesar de su confusión, sintió que había algo más en ese encuentro que no podía entender completamente. Joans caminaba hacia su coche con el ramo de flores en la mano, sintiendo la mirada penetrante de la mujer en su espalda. Subió al automóvil y se quedó un momento, perdido en sus pensamientos. ¿Quién era esa mujer? Su rostro le resultaba familiar, pero no lograba conectar los puntos.

Mientras tanto, la mujer se quedó observando a Joans con una sonrisa enigmática. Sus ojos avellana brillaban con una mezcla de complicidad y curiosidad mientras Joans se perdía en sus pensamientos.

-Joans, Joans, parece que estás pensando demasiado de nuevo. Quizás deberíamos recordarte cómo dejar ir las cosas...-, murmuró la mujer en voz baja para sí misma, con una ligera sonrisa juguetona en sus labios.

Joans cerró la puerta de su coche y giró para mirar a la mujer una vez más antes de que ella desapareciera detrás de la cortina de flores y plantas exuberantes de la tienda. Sus palabras resonaron en su mente, provocando una leve sensación de inquietud que no pudo sacudirse.

Con el ramo de flores en el asiento del pasajero, Joans se obligó a concentrarse en el camino hacia la casa de sus padres. Necesitaba disculparse con Hanna, enfrentar las consecuencias de sus acciones y, tal vez, dejar atrás los remordimientos que lo acosaban desde la noche anterior.

Joans finalmente llegó a la casa de sus padres, el lugar donde había crecido y donde aún encontraba cierta paz en tiempos turbulentos. Aparcó el coche frente a la entrada y tomó el ramo de flores con determinación. Cada paso hacia la puerta principal se sentía más pesado a medida que se acercaba al momento de enfrentarse a Hanna.

Su madre, una mujer cálida con cabello plateado y ojos amables, abrió la puerta antes de que Joans pudiera llamar. Le recibió con un abrazo afectuoso, pero notó la preocupación en los ojos de su hijo.

-Joans, querido, ¿estás bien?-, preguntó su madre con voz suave, leyendo la turbulencia emocional en su rostro.

Joans asintió, sintiendo un nudo en la garganta. -Necesito hablar con Hanna y mamá perdón por lo de ayer-, dijo con determinación, extendiendo el ramo de flores como una ofrenda de paz.

La madre de Joans le dio una mirada comprensiva y le indicó que Hanna estaba en el jardín trasero. Joans caminó con paso firme hacia el lugar indicado, sintiendo el peso de sus palabras aún sin dicha.

Ecos de un Amor PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora