FUNAMBULISTA

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Todas las fechas y años que se mencionen aquí serán inexactas, esto por una suerte de agravios que me dejaron sin memorias de la infancia. Así qué me limito a referirme como: niño, adolescente y adulto, cada vez que sea requerido.

Cuando era niño, recuerdo encontrar en el baúl donde se guardaban los adornos de Navidad una cajita de madera, en ella había atadas un montón de cartas, fotos, esquelas y una agenda. Yo corrí donde mi mamá para preguntarle —¿Qué era eso? Esas eran las cartas de amor que mi papá le había enviado durante años. Ella separó las que eran aptas para mi edad, (supongo que era el equivalente a los chats de WhatsApp que se suelen borrar). Duré horas leyendo y releyendo las palabras de mi papá, un poeta bastante torpe y con mala ortografía, sin embargo, lograba complementar sus versos pobres con la estrofa de alguna canción que al final de la carta quedaba como una dedicatoria a mi mamá. "Mi gorda, que nadie se oponga a qué tú y yo nos amemos". Así conocí la canción "vivir lo nuestro", de Marc Anthony y la India. En la carta mi papá le decía qué poco o nada le importaba que mi mamá fuera la sobreviviente de un fracaso de matrimonio; ella y mi hermano. Lo demás es historia, 24 años de historia que se terminó cuando la vida le puso punto final a la vida de mi papá.

Así que suya es mi necesidad de complementar la vida con canciones, que hablen por mí las melodías de alguien que, sin así quererlo, escribió y compuso las palabras que yo no supe decir. Ese maravilloso complemento atraviesa todos los ritmos, melodías, frases. (he sentido por momentos que mi vida es una canción). Y ahora no concibo alegría o tristeza sin la música. Y sí, quizás se pregunten ¿por qué no fui músico? Pues, lo intenté, y tuve varios proyectos en mi adolescencia, pero eso mismo que me ha borrado de la memoria partes de mi historia personal, me quitó las ganas de seguir por ese camino. Pero eso es otro tema.

Le pregunté a mi mamá que tenía la agenda que había dejado con las cartas no disponibles. —Ese es mi diario. Me dijo. Le pregunté ¿qué era un diario? Y ella me resumió que es un espacio en la hoja de papel en el que dejas por escrito todas las cosas que pasan por tu mente. Yo le dije que, si podía leerlo, ella a pesar de decirme que los diarios eran personales me dejó leerlo. (ese día conocí la mujer qué es mi mamá, sin la camisa de fuerza que obliga a las madres a conservar la cordura). Todas las páginas estaban fechadas; día, mes. Año y hora. Todas las horas de sus desahogos estaban repartidas entre las 11:00 de la noche y la madrugada. "Querido diario, hoy tampoco puedo dormir". Algo le robó el sueño a mi madre en la primera página, y en la segunda, en la tercera y en todas las que leí (porque lo leí todo). "Querido diario, hoy tuve un mal día en mi trabajo". Una mujer joven, madre soltera, con insomnio; que además había tenido un mal día. "querido diario, no he dejado de llorar", y como postdata, "lo extraño". Ella les contaba a las páginas que escribía llorando, que no sabía qué hacer con el vacío en su pecho.

Mi mamá se quedó en silencio mientras leía, se limpiaba las uñas con un algodón empapado de Acetona. "Querido diario, dime si ¿Dios me está castigando? O cuál es el motivo de este sufrimiento". Mi mamá había perdido a su padre. Llegué a la página en la que ella le contaba a su diario, que la dicha de ser madre se vio empañada por la muerte de su papá; un hombre al que honro en la memoria porque nunca lo conocí. Ella, que conocía su diario mejor que yo, empezó a llorar justo en la página en la que se despedía; sin así saberlo. De una manera simbólica de mi abuelo José. "Está es la última página que te escribo, nunca dejaré de amarte, pero tengo que recuperarme por tu nieto. Papi, espero encontrarte en mis sueños". De ella, y solo de ella, aprendí que las cosas que no puedo decir, debo escribirlas. Por eso cuando murió mi papá el diario en el que naufragué fue: Mi Padre, la Muerte y Yo. Mi primer libro; pero dejemos eso para después. Mi mamá no fue para mí nunca más la imagen de una mujer inquebrantable, porque vi o mejor, leí los fragmentos muertos que amputó de su corazón. Eso, atisbo de realidad nos unió un poco más. (reconocer su fragilidad me regaló consciencia y responsabilidad emocional).

FUNANBULISTAWhere stories live. Discover now