Nocturne in E-flat major, Op. 9 No. 2 de Chopin

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Capítulo 1

Estaba "contenta", y digo "contenta" con comillas porque no era consciente de cómo era mi vida en realidad, de lo engañada que estaba. Volvía de mis prácticas en un bufete que solo acepta a los mejores y... a hijos de accionistas. Mi padre era uno de ellos. Siendo sincera, no habría entrado sin ese trato de favor. Él me animaba, diciéndome que con la práctica encontraría mi camino en el derecho con el tiempo y que a él tampoco le resultó fácil.

Volvía  a mi casa, después de organizarme con mis compañeros, conseguí la tarde libre, era el cumpleaños de mi futuro marido "Anthony"  Esa tarde estaba especialmente ilusionada, con ganas de darle su regalo, porque, a mi no solo me gusta recibirlos es que ME ENCANTA DARLOS, y siempre tengo que hacer un esfuerzo por no contarlo. Lo sé, no tengo paciencia. Miraba mi anillo, sonriendo. La mañana se me hizo muy lenta. Recordé la forma en la que me pidió matrimonio, en una reunión. Nuestro círculo las solía hacer con mucha frecuencia, es importante tener amistades en este mundo, y sobre todo, tenerlos contentos. Me cogió de la cintura, y me susurró "¿Tocamos una pieza?" La tocaba yo, pero por mis nervios, le gustaba calmarme sentándose a mi lado. Asentí, no solía tocar el piano delante de tantas personas, no sabía, controlar los nervios.  "Nocturne in E-flat major, Op. 9 No. 2 de Chopin" Al interpretarla, noté como sus notas melódicas fluían por mis venas y al avanzar se intensifican y revelan una profunda intimidad que llega al corazón.  No pude terminarla, una tecla no iba, cuando me levanté a mirar que sucedía, encontré una preciosa caja aterciopelada. Levanté la mirada, y le vi arrodillado. El resto es historia. Nuestro padres se acercaron a nosotros los primeros y recordaron como ya decían cuando éramos renacuajos, que acabaríamos juntos

Abrí la puerta lentamente, procurando no ser vista, llevando su pastel favorito de chocolate con velas encendidas. El corazón se me heló al instante. Vi a una mujer abrazada a mi prometido, desabotonándole la camisa con una pasión que me cortó el aliento. Él estaba de espaldas y no me vio entrar; ella tenía los ojos cerrados, entregada a un beso desenfrenado. Mis manos se aflojaron y dejé caer todo lo que llevaba, viendo cómo se estrellaba al suelo, destrozando lo que había preparado con tanto cuidado.

Al levantar la mirada, los vi apresurándose a vestirse. La mujer se deslizó fuera como una sombra, sin hacer ruido. Quedamos solo él y yo.

- ¿Qué acabo de presenciar? - le grité mientras las lágrimas recorrían mi rostro. Él se tocó los ojos, buscando palabras.

- Lo siento - susurró. Me acerqué furiosa. Tenía tantas preguntas en la mente, todas emergiendo con furia y necesitaba respuestas.

- ¿Desde cuándo has estado siéndome infiel? - solté con rabia, cada palabra como una flecha ardiente. No respondió. No le di tiempo, porque ya estaba formulando la siguiente pregunta:

- ¿Por qué me pediste matrimonio hace solo un mes?- Mi voz temblaba de indignación y dolor. Él me miró con una mezcla de culpabilidad y desconcierto.

- Lo siento, no sé que decir, no quería hacerte daño Val-Se sentó en el sofá, y puso las manos en su cabeza. Di por terminada la conversación, fui a nuestra habitación, y cogí un par de cosas, el cargador del móvil, mi cepillo de dientes, un puñado de braguitas limpias, las llaves de mi coche y un par de cosas mas. 

Me fui sin despedirme. Tomé un taxi que me llevó a casa de mis padres. No estaban; conozco sus horarios del bufete. Qué alivio. Necesitaba estar sola, sin tener que dar explicaciones en ese momento. Al llegar a mi cuarto, comencé mi ritual habitual cuando estoy triste: me desnudé, abrí el grifo y llené la bañera. Dejé caer una bomba de baño y puse música de The Beatles, sintiendo cómo mis músculos comenzaban a relajarse. Esta rutina siempre me animaba, aunque nunca había enfrentado algo tan grave. La última vez que pasé por un bache fue cuando murió mi abuela.

En un par de horas llegarían mis padres, así que me puse ropa cómoda y fui a la cocina a prepararme algo: un sándwich de queso y pavo. Me tumbé en el sofá y puse HBO, o como ahora quieren llamarlo MAX, cosa que no entiendo... igual que Twitter con X, por mucho que le cambien el nombre, seguiré llamándolo así. Puse "Euphoria", algo típico pero que nunca fallaba. En un par de capítulos, ya habían llegado mis padres.

- Hola cariño, ¿Qué haces aquí? ¿No era el cumpleaños de Antonio? - Al escuchar su nombre, o como mi madre le dice "Antonio", que es su nombre en español, me derrumbé. Mis padres se preocuparon, se sentaron a mi lado y una vez que me tranquilicé, comencé a contarles lo que me había pasado. Me tumbé junto a mi madre, no sé por cuánto tiempo, cerré los ojos y sin darme cuenta, ya me había dormido.

Esa semana, seguí mi rutina habitual. Me levantaba a las siete de la mañana, me duchaba, me vestía con la ropa que ya tenía allí, desayunaba, me lavaba los dientes y salía pitando hacia el bufete. Mis padres me dieron espacio; no hablamos del tema, no era algo que necesitara en aquel momento. Necesitaba que pasaran los días. Me dejé llevar por la rutina y me adapté. La persona adulta que soy tomó el control y hablé cuando me sentí preparada, para recoger mis cosas de mi antigua casa y solucionar algunas cuestiones, como por ejemplo, CANCELAR LA BODA. Antes de irme, lo avisé; no quería encontrarme con escenas.

-Hola-Me saludó. Le devolví el gesto. Me senté en nuestra mesa, y hice un gesto con la mano, señalando la silla, para que el lo hiciese también. Me froté las manos, pensativa, no sabía por donde empezar. 

-Bueno pues... Empecemos con el tema del piso, al ser alquilado es sencillo, yo no quiero vivir aquí, dejaré el piso, en el caso de que, tu quieras, sigue aquí. Ya sabes que quiero hacer la mudanza, asi que he alquilado una furgoneta en una empresa de mudanza, asi que vendrán a ayudarme. Vendrán dentro de unas horas, el tiempo suficiente para empaquetar todo y como es temprano, me dará tiempo- Asintió de acuerdo. 

-Si quieres te puedo ayudar, para que sea más rápido-Negué con la cabeza. De hecho, no quería ni estar cerca de el por mucho tiempo. 

-El tema de la boda. No quiero dar ninguna explicación a nadie, sobre el por qué. Y no es por hacerte un favor, es porque, simplemente, no me apetece. Diremos que, los años nos han afectado, si estas de acuerdo, me imagino que sí...

—Creo que eso es lo que nos ha pasado, Val —dijo Anthony con ¿dulzura?—. En el momento en que lo hice, pensaba que habíamos dejado de querernos como pareja, que solo éramos "amigos". Pero te quiero, Val; has sido mi pasado, eres mi presente y quiero que seas mi futuro.

-¿Por qué haces esto?-Le dije con enfado. No le entendía-. Primero dices que somos amigos y ¿Luego me dices que quieres volver? No te entiendo, pero, sinceramente, creo que no te entiendes ni tú mismo. 

-Eso pensaba, Val. Pero este tiempo, en el que no has estado aquí, te he echado de menos. Mucho.-Abrí los ojos en señal de sorpresa. Negué con la cabeza por segunda vez. Llevábamos muchos años juntos, me merecía, que si, al menos, no tenía claro hacia donde iba la relación, que me lo hiciese saber y lo hablaríamos. Hasta lo hubiese entendido. 

-Deberías haberlo hablado conmigo. Y no hacerme daño de esta manera. La próxima vez, lo sabrás.

-¿Habrá próxima vez?-Me dijo esperanzado.

-Por supuesto, pero no conmigo.-Me levanté, y lo dejé ahí. No soy vengativa. De verdad. Bueno, puede que un poco sí. Pero no se lo dije por hacerle daño. Si no porque era la verdad. Espero que aprenda para la próxima.

Comencé a ordenar por cajas. En cuestión de horas, estaba todo listo. Todo listo para mirar hacia delante.

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Espero que lo disfrutéis. Es mi primera obra.


Las teclas de ValentinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora