De una manera u otra, las comunidades habían armado un plan y se lo habían comentado a quienes no había podido estar al tanto de este. Carol, Daryl, Beth y Ford comprendieron todo de manera rápida y afirmativa ante la estrategia de ataque.
Ford iría en un camión llenó de cosas inflamables, a toda velocidad para luego chocarlo contra las rejas que protegían a Negan y sus seguidores de los caminantes. Antes de chocar, tendría que saltar del vehículo y luego tirarle una granada que había conseguido Carol en una de sus salidas, con esto, el camión explotaría y habría dejado un desastre con su explosión. Después de ello, Tyresse y Dale traerían detrás de si una orda de caminantes hacia El Santuario, para dejar a los salvadores sin salida alguna. Por el sonido de la exploción y la guía de ambos hombres, los caminantes irían a aquel lugar sin duda alguna.
Claro que no iba a ser tan sencillo poner a andar su plan, debido a las zonas de vigilancia y puestos de los salvadores; sin embargo, eso ya estaba en manos de medianos grupos de personas que irían a luchar contra estos puestos, para evitar ser delatados a la sede principal de Negan, que vendría a ser El Santuario.
...
—¿Y si lo hacemos mal?... —se lamentó Beth, sosteniendo a Judith en brazos.
La pelícana la miró a los ojos, mientras tanto se acomodaba su armadura de El Reino y tomaba consigo unas armas y demás. En sus ojos celestinos, había algo de compresión y empatía ante las palabras de la rubia. Sabía a la perfección que no podían asegurar su victoria, y que probablemente eso estaba preocupando a Beth. ¿A quién no? O todo podía salir bien, o mal. Sentía que debía de decirle algo para reconfortarla, para que pudiese estar más tranquila.
—No digas eso, sé que lo haremos bien. Y te aseguro que... —se acercó a ella, poniendo sus delgadas manos a los lados de sus brazos— Ganaremos pase lo que pase...
En sus palabras había un claro intento de consuelo, pero no solo para la rubia, si no también para ella. No podía fiarse de que ganarían sí o sí, por lo cual, al decirle eso, quería consolarse y engañarse un poco a sí misma.
Beth la miró y sonrió un poco al escuchar a Carol. Escuchar esas palabras de ella, la tranquilizaba por alguna razón. Confiaba plenamente en ella, al igual que en todos. Ambas se miraron por unos segundos, encontrando tranquilidad en ese inundante silencio.
...
Dos largos días habían sido una eternidad e infierno para las comunidades unidas en contra de los salvadores. Había muerto mucha gente y los pocos afortunados en sobrevivir estaban agotados o muy heridos.
El plan había funcionado bien, pues habían logrado derrotar a El Santuario y a Negan, quien se encontraba en Alexandria encerrado en una celda, sin contacto con la gente. Todo había sido tan catastrófico... y cansino. Hilltop estaba en un pésimo estado, pues sus interiores estaban casi quemados y destruidos, mientras que la comunidad alexandrina tenía daños permanentes pero no graves y El Reino había estado casi intacto.
Más que felicidad, todas las comunidades estaban rebosando de tristeza y penuria.
¿Cómo lograrían restaurar lo que tanto tiempo les había costado construír? Y más importante que nada, ¿qué podían hacer por los ya fallecidos?
Nada.
Esa era la cruda realidad. La melancólica realidad de casi todos.
—¿Cómo nos pudo pasar esto?... —preguntó Michonne, con lágrimas en los ojos y la voz entrecortada de tanto sollozar.
Sus ojos, como los de Rick, miraban el suelo, en donde yacía plantado una estaca con el sobrero de oficial que Carl había recibido de su padre. Grimes cayó al suelo y se quedó así por unos segundos, al punto en el que no parecía no poder levantarse del césped. Sus rodillas estaban igual de enterradas que aquel palo en la tierra. No podía respirar, no podía razonar y no podía hablar. Aquellos ojos azules estaban inundados de lágrimas y tan cansados de no haber dormido por dos días. Nunca se habría imaginado estar en una posición tan debastadora, no después de haberse prometido cuidar a Carl con su vida.
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The Smoke [Carol & Daryl] TWD
FanfictionEl cigarrillo, su mortificación; él, su adoración. Cuanto más asesine, más ética perderá. Tonto, ¿verdad? Para ella no. Era su cruda realidad.