Prólogo

4 0 2
                                    

Narra una voz masculina:

"
'La magia tiene el poder de cambiar el mundo, ya sea para el bien o ya sea para el mal".

La humanidad se ha enfrentado a una infinidad de calamidades a lo largo de su historia, tanto de aquellas que provienen de las fuerzas de la naturaleza como también de la guerra y la devastación. Pero entre lo esperable y natural, se esconden enigmas que el hombre no puede explicar ni entender. Aquello tan profundamente ominoso para la cordura y el sentido común, que preferimos ignorarlo con todas nuestras fuerzas para salvar nuestra mente del terror que significa el fracaso por entender algo que no se puede entender. Entre todos los horrores que han aquejado a la humanidad, destaca por encima de cualquier cosa, ese suceso desconocido y repulsivo, donde la lógica del mundo se resquebrajó en lo más profundo y la realidad se fundió con las pesadillas más viscerales y enloquecedoras.

Aquella noche, algo en el mundo se rompió en sus cimientos. Ni siquiera los evangelios podían dar explicación a tan deforme historia. Sin importar quien fuera; el noble, el cortesano, el terrateniente o el plebeyo, todos contemplaron el infierno con sus propios ojos y sus almas malditas sintieron el dolor de las fuerzas más horripilantes y oscuras. Una noche teñida de una atmósfera pavorosa, con la luna tan enrojecida que al verla los ojos ardían y el corazón colapsaba. Era tan fuerte aquel resplandor rojo, que la noche era lúcida.

Los pobres mortales que presenciaron aquello, enloquecieron bajo la luna diabólica. Corrían por todos lados, gritaban y se estremecían del miedo, porque la luna no solo trajo consigo un cielo rojo, sino también lagos de sangre y carne, de aquellos que fueron víctimas de lo que ese averno despertó. Entidades antinaturales y fuera de cualquier compresión, se alzaron con insaciable sed de la sangre de inocentes. Criaturas tétricas salieron de las sombras, de las esquinas y de las rendijas, y cazaron a los humanos sin descanso ni pausa. El olor ferroso era desesperante a la par que nauseabundo. Los gritos y las súplicas dolorosas se escuchaban por doquier, mientras los entes destruían todo, sin piedad ni clemencia. Esa noche no fueron pocos los que creyeron que el día del juicio había llegado y que Dios por fin alzaba su mano sobre el mundo, castigando con creces los pecados de la humanidad, haciendo pagar las blasfemias y faltas que por tantos siglos se habían acumulado. Por fin, la cuenta debía ser saldada.

No obstante, esa noche fatal, no fue obra de Dios, ni de su ira y tampoco era el fin del mundo, sino, el inicio de uno nuevo gobernado por el abismo de la desesperanza y la muerte. Uno que duraría siglos de siglos.

Aquella velada, el inicio, fue bautizada como "La noche de sangre". La noche en que el mundo, tal y como era, terminó.'
"

Quien narraba, se detiene.

-Vaya cuento tan sombrío -dice un joven, sentado en la banca de un parque a una hora temprana, observando a un hombre mayor vestido con toga blanca, quien narraba lo anterior. El hombre, de apariencia casi sectaria, clamaba con vigor y energía, aparentemente, con afán religioso.

-¡Hermanos! Así dio inicio la influencia mágica sobre el mundo, ¡Gracias a aquella luna infernal! Que perturbó a toda criatura sobre la tierra por más de medio milenio, pero que fue vencida por el Campeón de la Humanidad, por el profeta de la magia -dice el hombre, con pasión. -Ahora disfrutamos los beneficios y las bendiciones de la magia, pero ya no tememos a aquella luna, ¡Ya no tememos más! -exclama el hombre a todo pulmón. Su convicción era palpable.

El joven que observaba desde la banca, adopta una expresión pensativa.

-Ciertamente, es increíble que los humanos hayan vencido a todas esas fuerzas. Me pregunto, ¿Qué tanto de mito y de realidad tiene ese cuento religioso? -piensa el joven mientras se levanta y empieza a caminar por el parque, hacia algún lugar. -Todavía recuerdo cuando leía esas historias en los libros del orfanato. Eran muy emocionantes... -Tras algunos metros, el joven se detiene, frente a un enorme e imponente monumento de una figura de caballero, ubicado en el centro del parque. -Muy emocionantes, ¿No? -el joven enfoca su vista a la placa conmemorativa, al pie del monumento. -"Damikel I. El Primer Mago Divino; Salvador del Mundo, Profeta de la Magia." -lee en voz baja. -El que supuestamente, terminó con todo eso... -Observa el monumento por un momento, con detenimiento. -Tss... -el joven, con algo de disgusto, sigue su camino, con cierto aire de incredulidad en su rostro. -Bueno, es hora de ir a la academia. Pronto comienza la inauguración.

Kaiser: El Mago de las Mil DagasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora